Inmaculada de la Fuente investiga la vida y obra de esas republicanas burguesas que formaron parte de la Edad de Plata española, término acuñado, como se sabe, por el profesor y académico, Jose Carlos Mainer. De la publicación hemos iniciado una primera entrada en el blog que hoy continuamos . Respecto a las mujeres intelectuales burguesas, entiendo, la mayor parte de ellas se movieron y participaron de ese reformismo ilustrado, que era la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza y sus fundaciones, y que fue calando en las capas más liberales de la burguesía española. De esa burguesía son muestra estas mujeres que incluyo hoy y de las que de la Fuente ha trazado su biografía en la que me apoyo.
La
evolución social facilitó la inclusión de la mujer y en ella tuvo protagonismo
muy activo la Institución Libre de Enseñanza ( ILE). Si en 1910 la mujer consiguió el
acceso a la Universidad de una manera oficial, de 1915 es la Residencia de
Señoritas de Madrid, fundada y dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios ( JAE) de la ILE. Era la Residencia de Señoritas una
institución pionera del fomento al acceso de la mujer española a los estudios
universitario, dirigida por María de Maeztu, donde las chicas de provincias
podían residir y estudiar con condiciones óptimas. Una de las mujeres
biografiadas por de la Fuente, escribió de esta institución en uno de sus
trabajos divulgativos: Ni convento ni College, La Residencia de Señoritas,
publicado por la Residencia de Estudiantes en 1993. Cuenta Carmen de Zulueta la
relación de la JAE, Junta de Ampliación de Estudios, de quien dependía la Residencia de Señoritas, con el
Instituto Internacional, o Instituto Boston, un centro educativo creado por el
matrimonio norteamericano protestante Gulick para la educación de las chicas. Establecido primero en Santander y finalmente en Madrid. la JAE estableció como colaboración un convenio de becas, materias
educativas y disciplinas académicas, con las que las relaciones internacionales
de las residentes se beneficiaron, la mujer se internacionalizó. Carmen de Zulueta, que lo cuenta, fue
una profesora universitaria e hispanista que estudió en el Instituto Escuela. Zulueta, hija del embajador Luis de Zulueta y sobrina de Julián Besteiro, vio interrumpida su estancia
en Italia por la Guerra Civil en 1936. Se exilió con su familia a Italia y
posteriormente a Bogotá donde prosiguió la carrera de Filosofía y Letras que
había iniciado en Madrid, consiguiendo una beca para Harvard donde terminó
Filología Románica y dio clases de Español y de Literatura en centros
estadounidenses. Carmen Zulueta contrajo matrimonio con el abogado Richard W. Greenebaum, hijo de una familia de banqueros de
Chicago, su marido tenía cargo de funcionario en la Fundación Rockefeller.
Madre de tres hijos, reanudó su carrera académica, hizo la tesis en la
Universidad de Nueva York, y en la que se integró como profesora en la
comunidad universitaria, siendo una reputada hispanista. Regresaba España todos
los años y gracias a ella y sus numerosas publicaciones conocemos lo que fue la
etapa española que le tocó vivir. Falleció en Nueva York. Un hijo de Carmen, Jhon Greenebaum es hoy presidente del Círculo de Empresarios de España.
La selección de becarias para ir a Norteamérica fue confiada por la JAE a otra de las biografiadas, Zenobia Camprubi, Camprubí era escritora, traductora, mujer activa y práctica, además de culta y preparada. En 1916 se casó por la iglesia St. Stephen de Nueva Yook con Juan Ramón Jiménez. Camprubí aportaba a la economía familiar las ganancias de sus actividades como dueña de una tienda de antigüedades selectas y de decoración, situada al lado de las Cortes. Alquilaba pisos y comerciaba y exportaba a Norteamérica productos españoles como cerámicas o artesanías. Feminista, ocupó secretaría del Lyceum club. Traductora, a ella debe Juan Ramón Jiménez la traducción de la obra de Rabindranath Tagore. En 1931, cuando estalla el golpe militar, Juan Ramón era ya para esas fechas un poeta de culto, pero Zenobia mantenía la economía familiar. El matrimonio se sentía republicano cívico y durante la guerra colabóró en la Protección de Menores, Zenobia cobijaba a niños huérfanos en sus pisos de alquiler. La inseguridad de Madrid les hace tomar la puerta del exilio. En Nueva York, Cuba y Puerto Rico, trabajó como traductora y conferenciante y dando clase de Español y Lengua española en las universidades de los países donde residieron. Consagrada a su marido, murió víctima de un cáncer en Puerto Rico, unos días después de que a Juan Ramón le otorguen el Nobel, en 1956. De su obra de escritura personal quedan algunos cuentos y sus epistolarios.Nunca regueró a España.
La selección de becarias para ir a Norteamérica fue confiada por la JAE a otra de las biografiadas, Zenobia Camprubi, Camprubí era escritora, traductora, mujer activa y práctica, además de culta y preparada. En 1916 se casó por la iglesia St. Stephen de Nueva Yook con Juan Ramón Jiménez. Camprubí aportaba a la economía familiar las ganancias de sus actividades como dueña de una tienda de antigüedades selectas y de decoración, situada al lado de las Cortes. Alquilaba pisos y comerciaba y exportaba a Norteamérica productos españoles como cerámicas o artesanías. Feminista, ocupó secretaría del Lyceum club. Traductora, a ella debe Juan Ramón Jiménez la traducción de la obra de Rabindranath Tagore. En 1931, cuando estalla el golpe militar, Juan Ramón era ya para esas fechas un poeta de culto, pero Zenobia mantenía la economía familiar. El matrimonio se sentía republicano cívico y durante la guerra colabóró en la Protección de Menores, Zenobia cobijaba a niños huérfanos en sus pisos de alquiler. La inseguridad de Madrid les hace tomar la puerta del exilio. En Nueva York, Cuba y Puerto Rico, trabajó como traductora y conferenciante y dando clase de Español y Lengua española en las universidades de los países donde residieron. Consagrada a su marido, murió víctima de un cáncer en Puerto Rico, unos días después de que a Juan Ramón le otorguen el Nobel, en 1956. De su obra de escritura personal quedan algunos cuentos y sus epistolarios.Nunca regueró a España.
La influencia de los colleges
americanos del Instituto Bostón estimulaba el espíritu corporativo de las residentes en la Residencia de Señoritas. Residente fue
Josefina Carabias, la primera
periodista profesional que se ganó la vida en igualdad con los hombres. Aunque hizo la carrera de Derecho, Carabias ejerció el periodismo tanto en radio
como en prensa, en la República, en el Franquismo y en la Transición española. Empezó
a trabajar en la revista Estampa y fue cronista parlamentaria en los diarios
“Ahora” y “La Voz”, también en la radio. Se exilió a París con su marido José Rico Godoy. En París tuvo su primera
hija. De vuelta a España, tuvo su segunda hija. Tras un periodo de no poder
firmar con su nombre, vuelve a la prensa en el periódico “Informaciones”. En
1951 gana el Premio Luca de Tena de periodismo. Carabias sigue escribiendo como
corresponsal en Washington y después en Paría; regresó a España en 1966,
publicando en “Ya” una columna diaria hasta su fallecimiento en Madrid en 1980.
Además de sus artículos deja como obra varios libros y entre ellos Los que
le llamábamos D Manuel, memorias de su vida en la República como cronista. Hijas de Carabias fueron la fallecida periodista Carmen Rico Godoy la diplomática Mercedes Rico Carabias.
En
1918 la ILE había creado un nuevo proyecto educativo, el Instituto Escuela, fundado con
la finalidad de extender los estudios secundarios bajo los proyectos educativos
de la ILE; entre sus nuevos principios educativos estableció la coeducación. En
el Instituto Escuela estudiaron Carmen de Zulueta y Matilde Uzelay, otra de las
biografiadas. Matilde
Ucelay, primera arquitecta española cuya carrera cursada en la Universidad de Madrid concluyó en 1936. Casada con José Ruiz Castillo, funcionario del Ministerio de Agricultura y procedente del mundo editorial, ya que su padre era el dueño de Bibliotteca Nueva que publicaba libros literarios. En la posguerra, se la inhabilitó a perpetuidad como arquitecta, lo
que eludió trabajando sin firmar. Obras suyas son la
casa Oswald en Puerta de Hierro, la casa de Simón Ortega, la de Ortega Spotorno, la
casa Berstein, las librerías Turner e Hispano Argentina de Madrid. Rehabilitada como arquitecta en la Transición, fue Premio Nacional de Arquitectura en 2004.
Desde
la Residencia de Señoritas e implicada en ella su directora, María de Maeztu, se crea en 1926 el Lyceum
club, una asociación cultural para divulgar la cultura y fomentar el asociacionismo
y la participación de la mujer en la sociedad, favoreciendo la creación
femenina. Nuevamente aparecen en esta iniciativa dos de las biografiadas,
Isabel Oyarzábal, como vicepresidenta y Zenobia Camprubí como secretaria. Isabel de Oyarzábal, fue representante de
España en la Liga de las Naciones y primera mujer embajadora de España. Se había casado con el crítico de arte, Ceferino Palencia, por la iglesia en la capilla del Asilo de Huérfanos del Sagrado
Corazón de Madrid. Colaboraba como corresponsal en
revistas inglesas, también en las españolas Blanco y negro, El Heraldo,
Nuevo mundo y La Esfera, escribía cuentos y daba conferencias. En
1918 presidió la Asociación Nacional de Mujeres Españolas. En 1920 asiste en Ginebra como delegada al Congreso de Alianza Internacional para el Sufragio
de la Mujer; fue presidenta de la Liga
Española por la Paz y la Libertad. Militante
socialista, figuró en la candidatura en 1931 como diputada a Cortes por el
PSOE, pero no sacó escaño. En 1933 ganó por oposición una plaza de Inspectora de Trabajo. El mismo año representó a España en la Liga de las Naciones. La
República le hace embajadora en Escandinavia en 1937, en su actividad
como embajadora prosiguió por Europa dando conferencias a favor de la República española
1937.Tras la guerra se exilió a Méjico. Murió en 1974, nunca regresó a España.
Todavía
hay otro proyecto más en el que otras de las biografiadas participan, se trata
de la Misiones Pedagógicas, proyecto de solidaridad cultural de la segunda
República, y patrocinado por ella a través del ministerio de Instrucción Pública desde la lLE y el Museo Pedagógico Nacional.
Entre las misioneras Matilde y María Moliner, bibliotecarias y licenciadas en Filosofía y Letras. María
Moliner es lexicóloga y autora del diccionario de su nombre. Iniciados sus
estudios María Moliner en la ILE antes del abandono del padre, se traslada después con su madre y sus hermanos a Aragón. Su carrera
profesional, como apuntamos en la entrada anterior, está unida a la Facultad de Filosofía y letras de Zaragoza y al profesor Moneva, colaborando en el Estudio
de Filología de Aragón como secretaria redactora. En 1922 gana unas
oposiciones a al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinada a Simancas, posteriormente a Murcia y a Valencia. En Murcia da clases en la Universidad. Se casó con el profesor de Física Fernando Ramón y Fernando. Con las Misiones Pedagógicas
llevó libros a los pueblos de la Valencia profunda y
creó una red de bibliotecas. Participó en Madrid el II Congreso internacional
de Bibliotecas y Bibliografía que presidió el duque de Alba. Durante la guerra
dirigió la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional. Acabada la
guerra es depurada y rebajada en el escalafón. En 1946 vuelve a Madrid,
responsable de la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Industriales. Inicia por su cuenta en su casa las fichas del Diccionario del Uso del Español que,
día a día durante más de 10 años, va edificando y que será un diccionario que
algunos estudiosos consideran superior al de la -RAE. Se presentó su candidatura, por el mérito ingente de su Diccionario, a la Real Academia Española, pero no prosperó
Matilde Moliner, es cuatro años menor que María, cursa estudios en la ILE, que tiene que abandonar dado que, por la precariedad económica causada ante el abandono del padre, su madre y sus hermanos se trasladan a Aragón, Colabora allí con María y el profesor Moneva en el EFA, posteriormente se traslada con un hermano a Sagunto, donde da clase para pagarse los estudios de secundaria y se examina por libre en el instituto en Valencia. Tras acabar, compagina las clases y se matricula por libre de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Consigue una plaza de interina en el Instituto Alfonso X y sustituye a su hermana, que se ha trasladado a Madrid. Hace la tesis en Madrid con el profesor Altamira. Es una etapa inestable de sustituciones en institutos hasta que consigue en propiedad una plaza de profesora de Geografía e Historia en el Instituto de Requena y después en Talavera de la Reina. Desde allí en la República, es nombrada vicesecretaria de Misiones Pedagógicas, colaborando con Luis Álvarez de Santullano, en seleccionar los lotes de libros que enviaban a los pueblos. Consiguió una plaza en el Instituto Cervantes de Madrid y contrajo matrimonio con Juan Arévalo, profesor de Geografía. Tras el golpe militar se trasladó a Valencia donde estaba su hermana. Después de la guerra sufrió la represalia y la depuración. Finalmente levantada su bloqueo y después de una etapa de cambios, volverá al Instituto Cervantes de Madrid, donde se jubilará en 1974.
María Brey. Queda todavía una importantísima mujer intelectual de las aquí citadas que tiene que ver con la ILE. Si María Moliner en el mundo de la lexicografía y la erudición es importante y conocida, María Brey, desconocida para muchos, es la mujer bibliofila y entendida, la coleccionista y salvadora de libros y bibliotecas con valor histórico, apasionada, como su marido Antonio Rodríguez Moñino, por el mundo del libro, el coleccionismo y la edición. María Brey, que como dijimos en la anterior entrada cursó la secundaria en Bilbao y la carrera de Filosofía y Letras en Madrid, consiguió una beca para estudiar en otra de las fundaciones de la ILE: el Centro de Estudios Históricos, que presidía D Claudio Sánchez Albornoz. Brey se presentó a una oposición de Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que ganó; tras su primera plaza en Santiago de Compostela, acabó recalando en Madrid, destinada en la Biblioteca a la presidencia del Consejo de Ministros en 1931. Iniciada la guerra , bajo el mando de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, María, junto con otras bibliotecarias coordinadas por Antonio Rodríguez Moñino, tuvo como misión poner a buen recaudo en la Bibliteca Nacional los incunables y libros de valor de todas las bibliotecas públicas y privadas madrileñas.Trasladada con el Gobierno de la República a Valencia, colaboró con María Moliner en la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional. Se casó por la Iglesia en Valencia en 1939 con Antonio Rodríguez Moñino. Al acabar la guerra, los dos fueron depurados. Brey fue desterrada a Huelva con el 50% de su sueldo. Tras etapas de problemas administrativos y trabas, consiguen ambos volver a Madrid, trabajando en la Fundación Lázaro Galdeano, él como conservador, ella como archivera. Brey retoma la investigación y escribe cuentos y ambos crean una nueva colección de libros, Odres Nuevos de Castalia, donde publican obras de autores de la actualidad, Rodríguez Moñino lanza la importante y erudita publicación Clásicos Castalia, edición de obras de autores de la tradición clásica. De peso intelectual sólido, el horizonte limitado para ejercer sus carreras, les hacen tomar la decisión en 1961 , tras serle negado dos años antes a Rodríguez Moñino el acceso como académico a la RAE, de marchase a América para trabajar en la Spanic Society de Nueva York. Compagina Rodriguez Moñino su trabajo con la docencia en la Universidad de Berkeley, ocupándose María de catalogar los manuscritos poéticos españoles de los siglos XV, XVI y XVII. Al fin en 1968 Antonio Rodríguez Moñino fue nombrado académico. Con el regreso, la casa del matrimonio alberga los 17.000 libros de ejemplares valiosos y primeras ediciones que, a la muerte de su marido en 1970, sigue abriendo María a los investigadores y estudiosos. La obra de Rodriguez Moñino y María Brey fue inseparable, sus logros fueron compartidos. A su muerte, grabados valiosísimos, libros únicos, incunables, excepto un lote de 5000 libros destinado a la Biblioteca de Cáceres, todos los ejemplares atesorados como bibliófilos, su valiosísima biblioteca , grabados de Goya y de Dudero, fueron destinados a la Real Academia Española. Sus nombres, María Brey y Antonio Rodríguez Moñino, son de culto entre todos los que amamos los libros y la bibliofilia.
Queda por incluir una cuarta etapa de mujeres burguesas que recoge de la Fuente y que, pidiendo perdón por mi extensión, incluiré en una próxima entrada.
Matilde Moliner, es cuatro años menor que María, cursa estudios en la ILE, que tiene que abandonar dado que, por la precariedad económica causada ante el abandono del padre, su madre y sus hermanos se trasladan a Aragón, Colabora allí con María y el profesor Moneva en el EFA, posteriormente se traslada con un hermano a Sagunto, donde da clase para pagarse los estudios de secundaria y se examina por libre en el instituto en Valencia. Tras acabar, compagina las clases y se matricula por libre de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Consigue una plaza de interina en el Instituto Alfonso X y sustituye a su hermana, que se ha trasladado a Madrid. Hace la tesis en Madrid con el profesor Altamira. Es una etapa inestable de sustituciones en institutos hasta que consigue en propiedad una plaza de profesora de Geografía e Historia en el Instituto de Requena y después en Talavera de la Reina. Desde allí en la República, es nombrada vicesecretaria de Misiones Pedagógicas, colaborando con Luis Álvarez de Santullano, en seleccionar los lotes de libros que enviaban a los pueblos. Consiguió una plaza en el Instituto Cervantes de Madrid y contrajo matrimonio con Juan Arévalo, profesor de Geografía. Tras el golpe militar se trasladó a Valencia donde estaba su hermana. Después de la guerra sufrió la represalia y la depuración. Finalmente levantada su bloqueo y después de una etapa de cambios, volverá al Instituto Cervantes de Madrid, donde se jubilará en 1974.
María Brey. Queda todavía una importantísima mujer intelectual de las aquí citadas que tiene que ver con la ILE. Si María Moliner en el mundo de la lexicografía y la erudición es importante y conocida, María Brey, desconocida para muchos, es la mujer bibliofila y entendida, la coleccionista y salvadora de libros y bibliotecas con valor histórico, apasionada, como su marido Antonio Rodríguez Moñino, por el mundo del libro, el coleccionismo y la edición. María Brey, que como dijimos en la anterior entrada cursó la secundaria en Bilbao y la carrera de Filosofía y Letras en Madrid, consiguió una beca para estudiar en otra de las fundaciones de la ILE: el Centro de Estudios Históricos, que presidía D Claudio Sánchez Albornoz. Brey se presentó a una oposición de Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que ganó; tras su primera plaza en Santiago de Compostela, acabó recalando en Madrid, destinada en la Biblioteca a la presidencia del Consejo de Ministros en 1931. Iniciada la guerra , bajo el mando de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, María, junto con otras bibliotecarias coordinadas por Antonio Rodríguez Moñino, tuvo como misión poner a buen recaudo en la Bibliteca Nacional los incunables y libros de valor de todas las bibliotecas públicas y privadas madrileñas.Trasladada con el Gobierno de la República a Valencia, colaboró con María Moliner en la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional. Se casó por la Iglesia en Valencia en 1939 con Antonio Rodríguez Moñino. Al acabar la guerra, los dos fueron depurados. Brey fue desterrada a Huelva con el 50% de su sueldo. Tras etapas de problemas administrativos y trabas, consiguen ambos volver a Madrid, trabajando en la Fundación Lázaro Galdeano, él como conservador, ella como archivera. Brey retoma la investigación y escribe cuentos y ambos crean una nueva colección de libros, Odres Nuevos de Castalia, donde publican obras de autores de la actualidad, Rodríguez Moñino lanza la importante y erudita publicación Clásicos Castalia, edición de obras de autores de la tradición clásica. De peso intelectual sólido, el horizonte limitado para ejercer sus carreras, les hacen tomar la decisión en 1961 , tras serle negado dos años antes a Rodríguez Moñino el acceso como académico a la RAE, de marchase a América para trabajar en la Spanic Society de Nueva York. Compagina Rodriguez Moñino su trabajo con la docencia en la Universidad de Berkeley, ocupándose María de catalogar los manuscritos poéticos españoles de los siglos XV, XVI y XVII. Al fin en 1968 Antonio Rodríguez Moñino fue nombrado académico. Con el regreso, la casa del matrimonio alberga los 17.000 libros de ejemplares valiosos y primeras ediciones que, a la muerte de su marido en 1970, sigue abriendo María a los investigadores y estudiosos. La obra de Rodriguez Moñino y María Brey fue inseparable, sus logros fueron compartidos. A su muerte, grabados valiosísimos, libros únicos, incunables, excepto un lote de 5000 libros destinado a la Biblioteca de Cáceres, todos los ejemplares atesorados como bibliófilos, su valiosísima biblioteca , grabados de Goya y de Dudero, fueron destinados a la Real Academia Española. Sus nombres, María Brey y Antonio Rodríguez Moñino, son de culto entre todos los que amamos los libros y la bibliofilia.
Queda por incluir una cuarta etapa de mujeres burguesas que recoge de la Fuente y que, pidiendo perdón por mi extensión, incluiré en una próxima entrada.
Querida Charo: me ha gustado la exhaustiva presentación de Mujeres con excepcionales dotes culturales, muchas de las cuales son desconocidas para una gran mayoría de las que actualmente se consideran brillantes. Reconozco que desconocía a María Brey y a su esposo Antonio Rodrigo Moñino. Me repatea que actualmente estén dando bombo y platillo a mujeres de diversos países, dejando a un lado el conocimiento de las españolas. Por otro lado, en estos tiempos cualquier estupidez con menos de 30 palabras se considera una historia y no interesa una larga lectura. Un abrazo.
ResponderEliminarContesté ayer, pero no sé donde fue mi respuesta, por si se ha perdido te respondo. Gracias por leerme y escribirme. Me propuse escribir de las obras que desde 1975 han ido apaeciendo sobre mujeres nuestras, las desconocidas. En este caso, yo tampoco conocía a María Brey, pero si a su marido el lexicógrago, bibliófilo y editor Antonio Rodríguez Moñino, unas personas de culto paralos que amamos los libros. Saber de María Brey me deslumbró, pues considero que su obra fue inseparable y tan meritoria como la de su marido en una pareja perfectamente unida. Mujeres sabias y estudiosas. Gracias por tu comentario
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