Carmen Laforet & Elena Fortún DE CORAZÓN Y ALMA, Cuadernos de obra fundamental Fundación
SANTANDER, 2017
Prólogos de Cristina Cerezales Laforet, Silvia Cerezales
Laforet y Nuria Capdevilla Arguelles, Cristina y Silvia Cerezales Laforet son escritoras
e hijas de Carmen Laforet. Nuria Capdevilla Arguelles, es catedrática asociada
de Estudios Hispánicos y estudios de género en la Universidad de Exeter (Gran
Bretaña
***
Suelo acercarme a la correspondencia privada con cierto pudor
porque entiendo que no sería la voluntad de los remitentes exponer sus
sentimientos íntimos a un público a quien no están dirigidos, son de persona
apersona; sin embargo, hay en la correspondencia de los creadores, precisamente
porque en las cartas se muestra más vivamente el pensamiento sin tabúes ni
censuras, y muy habitualmente con más afán comunicativo que puramente estético,
una de las fuentes más clarificadoras de la personalidad de quien la escribe.
Estos textos, editados por la Fundación Banco de Santander en su colección Obra
fundamental, nos entregan la correspondencia de Corazón y Alma de dos
mujeres escritoras, Elena Fortún y Carmen Laforet. Ambas han pasado a la
historia de la Literatura y siguen estando hoy presentes y editadas. Es una
correspondencia que demuestra la grandeza y la altura de dos mujeres que buscan
la espiritualidad a pesar de sus muchas dificultades de adaptación a la época
en que viven.
Sobre la personalidad literaria de las dos escritoras al
margen de estas cartas
Elena Fortún, seudónimo de Encarnación Aragoneses, nació en
1886 en Madrid. Recibió una educación elemental, como era la habitual de la mujer en
su época. Comprometida con los derechos de las mujeres por su propia
insatisfacción como mujer, quiso hacerse a sí misma y se hizo feminista, miembro
activo del Lyceum Club [1]
y, ya adulta y casada[2]
, estudió Biblioteconomía en la Residencia de Señoritas que dirigía la pedagoga
feminista María de Maeztu. Mujer “moderna”, buscó su emancipación económica con
la escritura. Dentro de ese círculo feminista burgués del Lyceum en el que se
movía, la oportunidad se la proporcionó su amiga la escritora María Lejárraga presentándole
a Torcuato Luca de Tena, director de ABC, que desde 1928 incluyó sus historias
y personajes para un público infantil y juvenil en Gente Menuda,
suplemento dominical de Blanco y Negro. Allí nace su seudónimo “Elena
Fortún”. Los artículos publicados tuvieron gran éxito y en 1929 firmó un
contrato con Manuel Aguilar, director de la editorial Aguilar, que se hizo con
los derechos de edición y publicó las pequeñas historias y los personajes en
volúmenes. Los cuentos de Celia, Cuchifritín, Matonkiki, Patita y Mila tuvieron
gran éxito se siguieron publicando en Aguilar[3]
antes de la guerra y después de la guerra, pese al exilio de su autora
en Argentina, aunque, explica en las cartas Fortún a Laforet, con algunos
problemas con la censura religiosa que los considera poco piadosos[4].
Las niñas de la posguerra no supimos quien se escondía bajo el seudónimo ni que
era un seudónimo, pero recordamos los libros con ilustraciones azules de
aquella niña rubia y ocurrente, y a Cuchifritín, y a Maimón el morito, y a doña
Benita, y a los perritos tendidos al sol dentro de los calcetines, y los trajes
hechos a las muñecas recortando modelitos traídos de París. La alegría de los
cuentos de Celia contrastaba- luego lo supimos- con la dura biografía de su
autora. Hizo falta que llegara la Transición para recuperarla. En 1948 viajó a
Madrid con idea de establecerse nuevamente en España y hacía gestiones para
regresar con su marido, Eugenio de Gorbea.
Ya lo había conseguido cuando el suicidio de Gorbea en Buenos Aires la
hace regresar precipitadamente. Después de una breve estancia en Estados Unidos
con su hijo y su nuera, de la que también habla en las cartas a Laforet, así
como su miedo a perder la libertad tanto personal como económica, se instala en
Barcelona en 1948, desde donde prosigue su correspondencia con Laforet. Una
correspondencia que demuestra su espiritualidad y su calidad humana para
entender y aconsejar a su joven amiga. La correspondencia se interrumpió tres meses antes de su muerte. Encarnación aragoneses, Elena Fortún, pertenece a la
Edad de Plata de la Literatura española. Se apela a ella, como Salvador
Bartolozzi , Antonio Robles, o Magda Donato, al estudiar la renovación de la
literatura infantil de la época. De Fortún han aparecido recientemente textos
literarios que no quiso publicar en vida y que añaden a su literatura infantil
una nueva faceta como novelista de
adultos.[5]
Las novelas se han considerado autobiográficas, ya que coinciden con las
conocidas facetas vitales que sabemos de la autora. Dice a Laforet:
“Creo que nosotras las mujeres escribimos mejor lo que es
un poco autobiográfico”[6]
Carmen Laforet, era 35 años más joven. Nacida en 1921 en la Palma en un hogar burgués, pertenecía a esa generación la de las escritoras niñas y adolescentes en de la Guerra civil, la misma de Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Elena Quiroga. [7]se la considera de la primera generación de la novelista de la posguerra, como Camilo José Cela. Cursó, aunque no acabó, estudios universitarios, primero en Barcelona de Filosofía y Letras y luego de Derecho en Madrid, mientras frecuentaba el Ateneo y algunos círculos literarios más o menos bohemios y escribía anotaciones para su primera novela, Nada, con la que ganó el premio Nadal en 1945 a los veintitrés años. El premio, convocado por la revista Destino en 1944, tomó el nombre como homenaje al fallecido catedrático de Literatura, Eugenio Nadal Gaya,[8] y fue un acontecimiento literario. Nada, publicado por la misma editorial, catapultó a la autora al éxito y la fama que nunca buscó y hasta rehuyó - o tal vez no asimiló- ya que pertenecer al mundillo literario le restaba libertad. Es opinión mía que sentía inseguridad ante el mundo que la aclamaba. La novela se consideró símbolo de la nueva generación pionera en la frescura narrativa. En la Barcelona que refleja el personaje de Andrea, entendía el jurado, se veía la sordidez de la posguerra, frente a la limpieza de la mirada de la protagonista. El éxito de Nada abrió unas expectativas entre sus editores y lectores que Laforet no se veía capaz de continuar Ese sentimiento de extrañeza y aún de rechazo hacia la propia obra se trasluce en la correspondencia que, dos años después del Nadal, iniciaba con Fortún. Carmen Laforet vivía cuando inicia la correspondencia en Madrid, casada desde 1946 con Agustín Cerezales, periodista literario, y esperaba su primera hija. Publicó su segunda novela, La Isla de los Demonios [9] en 1952, un mes antes del fallecimiento de Fortún. Empieza a imaginar la tercera, La Mujer Nueva, a raíz de su amistad con la deportista y feminista Lilí Álvarez y la conversión religiosa, que comenta a Fortún sus dos últimas cartas que envía al sanatorio Puig de Olena, donde Fortún agoniza. Se publicaría en editorial Planeta en 1955 Seguirá escribiendo con dificultad creativa, a instancia de sus editores, Vergé en Destino, y posteriormente José Manuel Manuel Lara en Planeta dos novelas más[10], artículos y cuentos, pero nunca alcanzarán el éxito de Nada, que sigue ocupando un puesto en la lista de las mejores novelas españolas del siglo XX
Carmen Laforet & Elena Fortún, DE CORAZÓN Y ALMA
Las Cartas
En 1947 debió iniciar la
correspondencia Carmen Laforet que se ha hecho con las señas de Elena Fortún y
escribe desde España a Buenos Aires, donde Aragoneses reside con su marido.
Esta carta de encuentro se ha perdido. La primera carta que incluye la
publicación es la de Elena Fortún en contestación a Laforet, está fechada en
febrero de 1947. La última carta cruzada es de enero de 1952, unos
meses antes de la muerte de Fortún[11].
Son aproximadamente treinta cartas escritas
por Laforet y 14 por Fortún. Etapa final de vida de Encarnación Aragoneses,
inicio literario de Carmen Laforet, la correspondencia demuestra altura
espiritual y continuidad intergeneracional de solidaridad y de no interesada
fraternidad literaria. Son dos escritoras
anti divas, opuestas a la vanidad y se muestran sinceras. La mayoría de las de
Carmen no llevan fecha de emisión. No parece que se correspondan unas con
otras y parece que falta información que las aclare. Cierto es que las
escritoras en tres ocasiones se vieron y pudieron hablar personalmente de temas
simplemente insinuados en la correspondencia, aunque la desigualdad del número
de cartas conservadas nos hace suponer que no están completas. Fortún, en un primer
viaje a España, en febrero de 1949[12] ha ido con María Baeza a visitar a Carmen Laforet. Vuelven a coincidir
en 1950 en la Casa del libro en Madrid[13] y ha coincidido y conversado ampliamente con Fortún en su casa de Roger
de Lauria.[14]. Quizá Laforet en esa huida permanente con una simple maleta, o en sus
varias crisis, pudo abandonar parte de las cartas, censurarlas y romperlas. Perdida
la carta inicial de Laforet, la primera de Fortún en su respuesta nos aporta
mucha información. Habla con conformidad de su vida en Buenos Aires y de su vida matrimonial
y profesional con aceptación. El tratamiento utiliza el usted que la distancia,
pero es cordial. Trabajaba de bibliotecaria y su marido, Eugenio Gorbea, en una
editorial y parecen asentados. Apunta el primer problema no resuelto que pueden
tener en común ambas escritoras:
“Los artistas, sean del tipo que sean, están solos siempre y
no deberían ser permitido que invadieran el hogar…Pero usted tiene razón, no
puede vencerse esa gran fuerza de la vida que nos arrastra en la juventud…sobre
todo en España, donde se ha parado el tiempo y lo que no es legal es pecado”
(p.30)
Deteniéndonos en esa primera carta de Fortún, lamentamos no
conocer el contenido de la primera de Laforet, y por lo que entendemos de la
respuesta de Fortún, ha debido de hablarle de sus dificultades de adaptación a
la vida matrimonial y llega a plantearse si se ha equivocado, a lo que la
respuesta e Fortún añade
"¿Como va a estar usted arrepentida de lo hecho? No, sea usted
feliz muchos años y acepte la responsabilidad de vivir una vida que no estaba
destinada a usted "(p.30)
Es una toma de postura y apunta a los problemas que puede
tener Laforet, que espera su primer hijo. ¿No estaba destinada Laforet a la
vida del matrimonio? ¿Desde el primer momento hay incompatibilidades
matrimoniales que la hacen dudar? Fortún
admira a Laforet, la juzga un genio, entiende que no puede ser una mujer de
hogar, no mujer central en un hogar. Es un ser extraordinario, no puede lo
material aplastar lo espiritual, debe entenderlo su marido y adorarla por ello.
En todas las cartas publicadas Fortún aconseja positivamente a su amiga, que
ame a su marido con ternura y que sea feliz con la vida elegida. Hay siempre en
sus cartas buenos consejos, afecto y espiritualidad.
Esta primera carta muestra la estimación hacia Laforet.
“Queridísima Carmen Laforet: Verdaderamente la quiero y me
quedo asombrada por ello. Su divina humildad diciendo (usted que en estos
momentos es la primera escritora española) que aprendió a leer de mi…me
conmueve hasta los huesos. Y no por ser yo quien escribió esos libros que usted
leía cuando era chica, sino por esa pureza de alma que le hace decirlo”.
En 1948 Elena Fortún vuelve a España con intención de
conseguir la amnistía de su proceso de depuración para poder residir con su esposo en
España, lo que al fin consigue. Se encuentra habilitando en Madrid su pequeño
chalet en Chamartín y 8 febrero de 1949 va a casa de Laforet con María Baeza,
pero vuelve precipitadamente a la Argentina al tener noticia del suicidio de su
esposo. Lo cuenta a Laforet en su segunda carta. La soledad y el complejo de
culpabilidad va a perdurar toda su vida, quiere dormir para irse de este mundo.
En esta segunda carta de Fortún, fechada en junio de 1949, la confianza con
Laforet, después de verse personalmente en Madrid, ha cuajado y la tutea. Vuelve
a aconsejar a Laforet que continúe escribiendo novelas. Pero el proceso de la escritura era para Para
Laforet doloroso e insatisfactorio. Su espacio de libertad era escribir, aunque
no aportara nada de espiritualidad al mundo, pero lo hacía porque necesitaba apoyar
la economía familiar en aquel momento precaria, dada la inestabilidad laboral
de su marido. Había otra causa más compleja, dice a Fortún que escribir “Me
sirve de huida de mis malos fondos revueltos…y ya está; por eso escribo, aunque
me angustie escribir también (p. 39)
¿Pero cuales podían
ser los malos fondos revueltos? En 1950 Laforet tenía tres hijas que cuida y
acepta, aunque no se considera preparada para llevar la casa. Y quiere con
mucha ternura a su marido (p. 59) pero quiere que sus hijas no sean “artistas,
que no tengan esa terrible carga de crear, aunque sepan que no vale nada lo que
hacen…Esa manía espantosa que a mí me amarga la vida (p.6) Esa permanente
huida de Laforet que continúa durante toda su vida da título a la biografía
publicada por Ana Caballé e Israel Rodón sobre la escritora[15].
Huir del espacio, del matrimonio, de la rutina, de las equivocaciones, de la
Literatura, de los hijos, intentar huir de una casa a otra con las niñas y el
servicio, de un lugar a otro con la conciencia de culpabilidad de no actuar, de
no escribir, de no saber qué hacer con el fondo revuelto del sentimiento. Laforet
cuenta que cuando está embarazada no es capaz de escribir, pero habla con
ternura de las ocurrencias de sus hijas. La segunda inquietud de Laforet parece ser la mala
relación matrimonial. Conforme la correspondencia sigue Laforet debió contar a
Fortún sus problemas matrimoniales, bien personalmente en alguna de sus
encuentros, bien en una carta desaparecida[16].
A eso se añade la incomunicación que debió afectar a Laforet, en este momento
con tres hijas pequeñas, ya que tampoco parece relacionarse en esta época con
intelectuales, a los que rehuía. A su soledad personal y aislamiento se añade
la falta de amistades, pues Laforet no habla sobre amigas, cosa que si hace
Fortún en una cadena de relaciones femeninas de antes de la guerra, a las que
no ve pero como las que se comunica como Carmen Conde- una de las más aludidas - Julia Minguillón,
Josefina Carabias, María Baeza, Matilde Ras, Paquita Mesa, Carolina Regidor,
Fernanda Monasterio. Son mujeres a las que recurrirá Laforet, cuando Fortún
esté internada y quiera tener noticias de su estado de salud.
En 1950, tras el fracaso de su estancia en casa de su hijo en Norteamérica ( de la nada dice en su correspondencia) se establece en Barcelona, alquila una habitación en la calle Roger de Lauria. De esa dirección remite dos cartas y allí recibe a Carmen Laforet que ha ido a dar una conferencia, De su domicilio de Roger de Lauria será trasladada al sanatorio de Puig de Odena, Centellas, Barcelona, en julio de 1951, donde sigue la correspondencia con Laforet. Elena Fortún está ya muy enferma, conoceremos su enfermedad, y su esfuerzo por sublimar el dolor, través de las cartas. Son cartas de corazón a corazón. Hay amor y amistad en la relación Fortún- Laforet y hay en Laforet y una admiración sin límites hacia la escritora 35 años mayor.
Quizá contraste mi punto de vista con algunas discutidas teorías
de género. Elena Fortún ha frecuentado
antes de la guerra el grupo lésbico de Victorina Durán y mantenido una relación
con Matilde Ras que acabó. Nada hay de morboso, entiendo, en esta relación de
Laforet- Fortún donde ambas que buscan, en momentos difíciles para ambas, la
comunicación y la espiritualidad. Su relación es amistad amorosa y atenta, de
mutua protección. Es opinión mía que la admiración es una parte de cualquier enamoramiento,
o sea, que en un enamoramiento siempre existe admiración. La
admiración intelectual, una forma elevada de atracción, puede no empezar en un
deseo físico- al menos consciente- aunque haya atracción y comunicación que
puede, o no, acabar en algo más íntimo. Todas las cartas de Laforet contienen
declaraciones cariñosas:
“Pienso en ti cada
día” (p.39). Querida Elena Mía, ¡ya lo creo que me hubiera gustado ir a
la par contigo por la vida…Pero el caso es que de manera muy extraña hemos ido.
Desde que yo tenía siete años y empezó Celia a publicarse en Blanco y negro, he
tenido la costumbre de hablar contigo a solas y hacerte confidencias. Eres mi
amiga de la infancia y de toda mi vida. Te quiero mucho (p. 56). … “Tengo
ganas de darte muchos besos de primera entrada, muchos, muchísimos besos”
(p.43).
Leyendo muchas cartas efusivas de Laforet a Fortún quizá
hiciera parecer lo contrario de lo que es. No lo juzgo así. Si hay admiración
mutua, en las cartas cruzadas, hablan igualmente de “Rezo por ti todos los días”
(p.53) “Dile a tu marido cuanto deseo su prosperidad y la felicidad de
vuestro hogar (p.53). Algunas de las amigas que ha presentado a Carmen Elena
Fortún, dice Carmen, se parecen porque tienen formas de ser extrañas (lésbicas,
aunque nunca aparece la palabra en las cartas) y reflexionan en la
correspondencia sobre si es valentía, audacia o lleva a la autodestrucción,
parece que la opinión de ambas es que saber renunciar es “ir hacia un estado
de pureza que es el camino de Dios (P.105) Es una comunicación, como dice
el título de esta publicación, de
Corazón y Alma: “Que seas siempre feliz como lo eres ahora porque esa es la
única felicidad, que quieras a tu marido con la misma ternura de ahora y a tus hijitas y que Dios no
consientas que estés sola el último día (p.1239 le dice en su penúltima carta.
Fortún aconseja, como
una hermana mayor habla con cariño a Laforet, le pide que escriba la novela. Le
cuenta su enfermedad y su desarrollo. Hablan de lecturas, de recomendaciones
sobre lecturas y del proceso de escritura que en Fortún es rápido y en Laforet lento
y costoso. Laforet le manda libros y revistas Destino al sanatorio y envía deseos de
curación y cariños. El tema de
más peso de esta correspondencia es conocer la búsqueda y la interrelación de
dos mujeres espirituales y sensibles que necesitan del espíritu para vivir . La espiritualidad de Elena Fortún fue
anti-dogmática y pudo chocar con la vivida en España el franquismo, de lo que
da muestra la censura de sus cuentos porque a las monjitas no les parecen
religiosos, pero es una persona que busca la trascendencia y tiene fe y reza y
pide a Dios por Laforet. Cree que la fe sencilla y sin razonamiento es la
verdadera. Podríamos pensar que su religiosidad y su búsqueda en esa etapa de
final de la vida es lo habitual en una persona que se sabe cerca de la muerte y
lee a santa Teresa y los libros piadosos que le prestan en del sanatorio y
comulga el día de Navidad, pero Fortún no es pietista superficial, sino
buscadora, entiendo, hondamente religiosa. Sus lecturas válidas son Santa
Teresa, y San Agustín. Aconseja a Carmen que eduque en religión a sus hijas y escribe
que es preciso pertenecer a una religión y someterse a sus dogmas. En la pulsión
religiosa hay contradicciones. Su postura final concluye que la verdad
incontestable es el Evangelio.
Carmen Laforet no muestra inicialmente preocupaciones
religiosas, aunque es creyente y pide a Fortún que rece por ella y cree que sus
rezos la ayudan, tiene fe. Que rece por
ella o que los rezos han surgido efecto aparece muy a menudo en sus cartas. Tiene
fe en la oración. Es a raíz de su encuentro con Lilí Álvarez[17],
deportista y feminista cristiana, cuando, como San Agustín, se convierte en
ferviente cristiana. “Es una llamada, una hoguera, un deslumbramiento, una
claridad de maravilla. Es como si abrieran dentro de nosotros la puerta de la
eternidad. Nunca lo podré decir, pero lo tengo que decir. ES VERDAD, todo es
verdad, todo es verdad, todo es verdad. La verdad me ha traspasado, me ha
cambiado en una hora, en unos minutos de mi vida. Es verdad, Elena… ¡Y esa
verdad ha venido a mí!”(P.120)
Hay arrebato místico y euforia y hay también un
deslumbramiento ante la personalidad arrolladora de su nueva amiga, con la que
establecerá una relación poderosa, no exenta de atracción física, que la lleva
a acercarse al hecho religioso, intensificar sus lecturas espirituales que
comenta a Fortún e incluso a internarse para hacer unos ejercicios espirituales,
tema de lo que habla en su última carta.
La biografía personal
de Encarnación Aragoneses, Elena Fortún, acaba aquí, en esta correspondencia de
Corazón y Alma. En su última carta dice que ya no puede escribir y va a
ser trasladada a Madrid en febrero. Las autoras de esta publicación nada dicen
de si Laforet la visitó en Madrid. Falleció el 8-mayo, 1952.
Aunque Laforet nunca aceptó que sus obras fueran
autobiográficas- y en eso no siguió el consejo de Elena Fortún que pensaba que
a las escritoras escribían mejor de lo biográfico – la correspondencia de
Fortún la ayudó y la sostuvo, y el encuentro de su nueva amiga Lilí Álvarez marcaría
su trayectoria, que comenta en las cartas a Fortún: Ahora la literatura me
parece un medio, un instrumento al servicio de Dios, si él quiere (P.126)
Producto de su deslumbramiento cristiano fue La mujer nueva, novela que
publicó tres años más tarde y que fue recibida por la crítica con sorpresa, ante
el contraste con el existencialismo de Nada; y en otros, como José María Pemán,
Gerard Brenan o Alfonso Zamora Vicente, con admiración[18].
Recibió el Premio Menorca. Estaba
dedicada a Lilí Álvarez.
Carmen Laforet Murió
en Madrid el 28 de febrero de 2004. Laforet, a la que este año 2022 ha dedicado
el Instituto Cervantes una exposición bajo el título “Próximo destino Carmen
Laforet”, sigue vigente. La última y documentada biografía publicada es de Ana
Caballé y de Ismael Rodón Parada: Carmen Laforet, una mujer en fuga, publicada
en 2010 y reeditada por RBA en 2019 que recomiendo vivamente.
[1] Creado en 1926, considerado fundamental en el
desarrollo del feminismo burgués español. Fue su primera directora María de Maeztu
[2] Se había desposado en 1906 en Madrid con Eugenio de
Gorbea Lenni, militar y escritor teatral
[3] Celia se casa,
Madrid Aguilar, 1950; Mila, Piolín y el Burro, Madrid, Aguilar, 1951
[4] Carmen Laforet, Elena Fortún, DE CORAZÓN Y ALMA,
nota 3, p.9
[5] Celia en la Revolución, borrador 1943, editado
por Aguilar, Madrid, 1987; reedición Sevilla, Editorial Renacimiento, 2016:
Oculto Sendero
[6]Carmen Laforet, Elena Fortún, de corazón y Alma P.30
[7] Ana María Matute,
Barcelona, 1925; Elena Quiroga, Santander 1921; Carmen Martín Gaite, Salamanca,
1925, Mercedes Salisach, Barcelona, 1916, Dolores Medio, Oviedo, 1911
[8] El premio fue iniciativa de la editorial
Destino de Barcelona, a propuesta del director de la revista del mismo nombre,
Ignacio Agustí. La industria editorial intentaba encontrar la novela española que
resucitara la narrativa, interrumpido el panorama literario por la Guerra Civil.
La propuesta, apoyada Joan Teixidor, socio de la empresa y rechazada por José
Vergés, cofundador de la Editorial, finalmente se lleva a cabo. Se presentan 26
novelas al concurso. Se falló el 6, enero de 1945 en el Café Suizo de
Barcelona. En el jurado los tres citados y Juan Ramón Masoliver y Rafael
Vázquez Zamora. La ganó Nada, obra de una escritora novel, frente a otras
plumas más experimentadas como la de Cesar González Ruano, que se presentaba.
Carmen Laforet se consagró con esa primera obra.
[9] 11/04/2022
[10] La Insolación. Planeta, 1963 Al
volver la esquina. Escrita hacia los años 70 y publicada póstuma por
Planeta.
[11] Mayo, 1952
[12] “Ayer por la tarde María [Baeza] quiso llevarme a casa de Carmen
Laforet…Fuimos en coche porque está lejos [en O´Donnell 38, Gral. Pardiñas
107?] y porque yo me canso mucho… Cada vez que volvía la cara me encontraba los
ojos de Carmen Laforet que me miraban con un no sé qué de adoración…Lo que le
conmueve…es el haberme conocido en Celia desde niña y haber escrito (según
dice) por imitarme” Sabes quién soy. Cartas a Inés Fiedl,
Editorial Renacimiento, 2020:
[13] Carta a Inés Field), noviembre 1950:
(La) habían invitado para que firmara sus libros a los compradores aquella
tarde y estaba sola. Subí y la encontré (…como Carmen Laforet es de una
humildad franciscana, me presentó enseguida a todos diciendo que yo soy su
maestra, y al poco tiempo empezaron a darme también a mi a firmar libros porque
a todos los que llegaban les decía que allí estaba Elena Fortún y que les
firmaría el libro si compraban Celia o Cuchifritín
[14] En las cartas aquí publicadas, por ejemplo, no figura
que Laforet dé el pésame a Fortún por el suicidio de su marido, que parece
obligado
[15] CABALLÉ, Ana. RODÓN BARADA, Israel: Carmen Laforet,
una mujer en fuga, NBA libros, Barcelona, 2019
[16] El 1 de enero de 1951 le explica a Inés Fiedpor
qué le ha dicho a Carmen Laforet que se separe… "Él es un periodista
mediocre, ella una novelista de primera categoría. Los celos literarios le
tienen a él enloquecido. Las notas que ella escribe y deja entre sus papeles son
requisadas por él cuidadosamente, y luego [le dice]: “¡Es así lo que tú piensas
del amor…! ¡Es de este modo como tú comprendes el matrimonio…! ¡Es de esta
manera como tú juzgas un carácter…”…Cada capítulo, cada frase, es analizada y
descuartizada por ese colega doméstico…Sé mucho de esto…”.
[17] Elía María González Álvarez y
López-Chicheri, Elia María. . Roma (Italia), 9.V.1905 – Madrid, 8.VII.1998. Deportista, periodista,
escritora y feminista cristiana.