SOR JUANA INES DE LA CRUZ
VILLANCICO V
Estribillo
1.- PUES mi Dios ha nacido a
penar,
déjenle velar.
2.- Pues está desvelado por mí
déjenle dormir.
1.- Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar.
2.- Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir.
1.- Silencio, que duerme.
2.- Cuidado, que vela.
1.- ¡No le despierten, no!
2.- ¡Sí le despierten, sí!
1.- ¡Déjenle velar!
2.- ¡Déjenle dormir!
Coplas
1.- Pues del Cielo a la
Tierra, rendido
Dios viene por mí,
si es la vida jornada, sea el sueño
posada feliz.
¡Déjenle dormir!
2.- No se duerma, pues nace llorando,
que tierno podrá,
al calor de dos Soles despiertos,
su llanto enjugar.
¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
y es mi bien su mal!
1.- ¡Déjenle dormir;
y pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
1.- Si a sus ojos corrió la cortina
el sueño sutil,
y por no ver mis culpas, no quiere
los ojos abrir,
¡déjenle dormir!
2.- Si es su pena la gloria de todos,
dormir no querrá,
que aun soñando, no quiere el descanso
quien viene a penar:
¡déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
1.- ¡Déjenle dormir
que quien duerme, en el sueño se ensaya a morir!
2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
1.- Si en el hombre es el sueño tributo
que paga al vivir,
y es Dios Rey, que un tributo en descanso
convierte feliz,
¡déjenle dormir!
2.- No se duerma en la noche, que al
hombre
le viene a salvar:
que a los ojos del Rey, el que es reo
gozó libertad.
¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
y es mi bien su mal!
1.- ¡Déjenle dormir
que pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
1.- Si el que duerme se entrega a la
muerte,
y Dios, con ardid,
en dormirse por mí, es tan amante,
que muere por mí,
¡déjenle dormir!
2.- Aunque duerma, no cierre los ojos,
que es León de Judá ,
y ha de estar con los ojos abiertos
quien nace a reinar.
¡Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
1.- ¡Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir!
2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
|
Si
todos los años felicitamos desde la Asociación Cultura Amigos de Cascante, Vicus,
con un villancico de corte popular hasta ahora de autor desconocido, sigue
siendo de nuestro interés toda la divulgación y conservación de los bienes patrimoniales,
y entre ellos incluimos tanto la Literatura popular de autor anónimo desconocido
como la de autor conocido. Muy importante autora tiene el que hoy aportamos. Aunque
el texto no se haya perdido porque en su momento fue publicado, entendemos que tiene
un acceso limitado, bien porque la edición ha sido lejana – Nueva España- o
bien por el desconocimiento de la autora por unos lectores no especializados en
el mundo de la Literatura de la América española del S. XVII. El villancico de nuestra
felicitación tiene alto nivel literario y lejano origen, México. Es su autora
sor Juana Inés de la Cruz- Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, monja
jerónima.
Corresponde
el villancico al número V de los publicados en el ciclo de Navidad en 1689 en
la primera edición de sus obras completas. Una reedición facsimilar de esa
primera edición fue publicada por el Instituto de Cooperación Hispano
Americana, ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1993. En ella baso este estudio.
Compuestos por sor Juana en 1689 para ser cantados en la misa de Maitines de
Navidad en la Catedral de Puebla de los Ángeles, la ciudad de la que fue obispo
el fiterano Juan de Palafox y Mendoza y en la misma catedral que Palafox
consagro y que fue terminada en 1649, se publicaron en pliego como villancicos,
sin nombre de sor Juana, puestos en metro músico por el Licenciado Miguel Mateo
y Dallo, maestro de Capilla de dicha iglesia en 1689.
Los villancicos que se cantaban en las
catedrales eran encargados y costeados por las autoridades religiosas. Es sor
Juana Inés de la Cruz la más alta representante en el siglo XVII de la
Literatura novohispana y junto con Santa Teresa de Jesús, es considerada la
escritora más alta del Siglo de Oro español. Mereció sor Juana ser llamada la Décima
Musa por su destacada calidad literaria, tanto en prosa como en verso, la
amplia temática de sus escritos religiosos y profanos, su erudición en la
mitología y en las tradiciones clásicas, su saber teológico, la hondura humana que
destilan sus textos y su afán por el conocimiento y el estudio. Añadía a todo
ello una belleza destacadísima. Se reconoce en ella la figura de mayor relieve
de la lírica hispano-americana
Excelente
prosista y poeta. En su obra lírica, a su pluma de influencia gongorina, y a su
declarada admiración por Góngora, muestra su altura en lenguaje metafórico y
simbólico, la viveza de las imágenes, el uso del hiperbatón, el cuidado
lenguaje y el sabio dominio de los
ritmos poéticos, casi modernistas en lo musical; añade el uso de los juegos
conceptuales barrocos quevedianos y el conocimiento las artes teatrales y
escénicas, porque escribe comedias de capa y espada y autos sacramentales de
temas doctrinales a la manera de Calderón de la Barca. Sor Juan Inés de la Cruz
domina la retórica y la métrica y es culteranista y conceptista en los sonetos
y en la mayor parte de su obra poética, pero muestra en los villancicos la
capacidad de adaptación a la poesía popular, frecuentemente escrita en seguidillas,
a las que va a añadir una nueva forma estrófica: la seguidilla real que combina
versos de arte mayor decasílabos sin rima con hexasílabos de rima asonante. De
ello son ejemplo las coplas de este villancico:
“Pues
del cielo a la tierra rendido
Dios
viene por mi
si
es la vida jornada sea el sueño
posada
feliz”
A
las coplas se añade el estribillo: “Déjenle dormir”. Y la glosa.
No
fueron estos navideños, cuyo número V hoy traemos, los primeros villancicos
compuestos por la autora; en 1676 compuso otros dedicados a la Purísima
Concepción que fueron cantados en la Santa Iglesia Metropolitana de México,
también compuso villancicos a san Pedro apóstol y a san Pedro Nolasco,
libertador de los negros, y en 1690 villancicos a san José, también para la Catedral
de Puebla de los Ángeles. Cada juego de villancicos suele constar de un formato
de nueve composiciones.
Los villancicos son introducidos en América desde
medidos del S.XVI por las órdenes religiosas españolas encargadas de la
evangelización, y, como las escenificaciones teatrales de las pastorelas, autos
o y representaciones sacras, sirvieron a los misioneros para, de una forma sencilla,
introducir a los indígenas en el conocimiento de los misterios de la fe
cristiana. Los hay compuestos en lenguas autóctonas para mayor confraternización
con los evangelizados. Los villancicos que se representaban en las catedrales
se encargaban a los autores desde el obispado para ser cantados en las misas de
maitines de determinadas festividades, así en Navidad. Eran recreados y puestos
en partituras por Maestros de Música de España y América y se editaban. Tenían tema
popular y festivo, a fin de que pudieran los asistentes entenderlos y recrearse
en ellos. Se representaban en escenas durante la misa y se cantaban con polifonía,
aparato barroco e instrumentos musicales como la vihuela, violón, arpa y órgano.
Los villancicos de sor Juana con letra y música hoy pueden localizarse y
escucharse en medios virtuales.
Sor
Juana escribe sus villancicos intentando la sencillez, y sin embargo toda su
sabiduría se trasluce en este villancico dialogado que contiene el arte de la
retórica, la antítesis de ideas contrapuestas y antagónicas como “velar o dormir”
que forman el estribillo repetido, o “penar y no penar”, “velar y desvelar”,
“despertar y dormir”. De esa repetición retórica de la antítesis y las
paradojas nace la fuerza del poema que apoya el repetido estribillo. Abundan
las anáforas, desde la forma gramatical del estribillo con la repetición de
estructuras sintácticas idénticas: “No le despierten no. Sí le despierten,
si” o muchas otras de idéntico corte que se extienden a lo largo del poema,
fundamentalmente en el estribillo y su glosa, recordando la poesía paralelelística
de tradición medieval. Contiene una alusión mitológica de la Biblia y del
Apocalipsis, el símbolo del León de Juda, descendiente de la reina de Saba y el
rey Salomón y símbolo de la tribu de Israel, tiene como referencia el libro II
del Génesis de la Biblia y representa a Jesús de Nazaret, en cuanto éste era de
la tribu de Judá y va a ser sacrificado. Tanto en la religión judía como la
cristiana el León de Judá representa al Mesías. Hay alusiones literarias así una
cita que muestra la lectura de santa Teresa de Jesús: “La vida es una mala
noche en una mala posada” a la que contradice uno de los participantes en diálogo
del debate: “Si es la vida jornada, sea el sueño posada feliz”. Rebate
a Calderón de la Barca en La Vida es Sueño, porque, en el villancico, la
vida no es sueño, dormir es un símil de muerte, el sueño es parecido a la
muerte. Quizá apele a la inconsciencia del sueño y no a la racionalidad del que
vela. Son preguntas, debates abiertos, sin respuesta.
El
tema tratado es el Nacimiento del Niño Jesús, pero, pese al aparentemente feliz
tema, plantea la duda teológica de si el sufrimiento del Dios debe evitarse o
es el camino del sufrimiento el que Dios ha elegido para redimir al hombre, y
por tanto no debe evitarse el sufrimiento. Apoya la idea del sueño – la no
conciencia- con un ensayo sobre la muerte, y el amor como sufrimiento, pues el
mayor dolor del amor es no penar, penar es amar. Hay por tanto literatura y
pensamiento místico en este villancico de apariencia ingenua. El diálogo vivo
enfrenta los dos caminos de encuentro con Dios, el del amor y el del
sufrimiento. Por tanto, el camino de la ascética y la mística.
Toda
lectura puede distinta según cada uno de los lectores que a ella se acerca, no
pretendo sentar cátedra en un texto difícil que admitiría otras múltiples
lecturas, pues es mi lectura una que admite otras muchas.
LA AUTORA Nacida Juana de Asbaje y
Ramírez de Santillana en San Miguel de Nepantla, hoy México, en 1648. Parece
que sus ancestros maternos pudieron ser españoles de San Lucas de Barrameda. Hija de Pedro de Asvuaje y Vargas de Machuca,
de origen vasco, y Isabel Ramírez de Santillana, sus padres nunca se casaron,
fue ilegítima. El padre tuvo tres mujeres; separada la madre y con nuevas
parejas, pasó la niña su infancia en la hacienda de sus abuelos Pedro Ramírez
de Santillana e Isabel Rendón. Su curiosidad intelectual avivó su afán por la
biblioteca de su abuelo materno, aprendió a leer a los tres años con una
hermana mayor a espaldas de su madre, también aprendió el lenguaje azteca, el
nahualt. Quiso ir a la universidad vestida de varón, pero su madre no se lo
permitió. Adolescente, bella y con fama de sabia, en los años 1664-65 entró a
formar parte de la corte del 25 Virrey novohispano, Sebastián de Toledo Molina
y Salazar, marqués de Macera, y fue dama de su mujer Leonor Carreto, una de sus
más importantes mecenas. No mostró ningún interés por la vida matrimonial, pese
a que fue requerida por pretendientes, y buscó un camino mejor de aprendizaje
intelectual profesando en el convento de San José de orden de las Carmelitas en
1667, pero por enfermedad lo abandonó. Profesó posteriormente, en 1669, en el
convento de la orden Jerónima de la ciudad de México, que le ofrecía más
libertad para su vocación intelectual ya que las Jerónimas permitían recibir
visitas, organizar tertulias y otras posibilidades menos restrictivas para su dedicación
al estudio. Allí permaneció el resto de su vida. En el convento recibía
visitas, participaba en tertulias y debates, leía y escribía adquiriendo fama
notable. En 1680 el nuevo Virrey, Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de La
Laguna, y su esposa María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, aprecian
la inteligencia de sor Juana y la marquesa lleva a España dos tomos de la obra
de sor Juana para que se publicaran. La etapa literaria más productiva coincide
con el virreinato del marqués de la Laguna (1680-1686) en que escribe comedias,
dos autos sacramentales y villancicos. Llegó a reunir una biblioteca de 4000
ejemplares.
Uno
de los episodios más duros y controvertidos, y muy interesante porque ha
avivado el debate sobre su lucha pionera como mujer, fue el enfrentamiento dialéctico
que sor Juana mantuvo con un jesuita afamado, el padre Antonio Vieyra. Sor
Juana era dialécticamente combativa, pues argumentaba sus tesis con el
conocimiento y la razón, y se atrevió a contradecir las tesis del jesuita. El
asunto fue tratado en la tesis doctoral de Octavio Paz que tuvo por título “Sor
Juana Inés de la Cruzo las trampas de la fe”. Argumenta Paz la trampa de la
fe en la obediencia de sor Juana ante las amonestaciones del obispo de Puebla, Manuel
de Santa Cruz, que publicó los argumentos de sor Juana contra Vieyra en “Carta
Athenagórica”, 1691-2. En el prólogo de Carta de sor Filotea de la
Cruz, que escribe él mismo con seudónimo, combatía el desarrollo
intelectual de la religiosa, la acusaba de soberbia por atreverse a rebatir
dialécticamente punto por punto las tesis teológicas del jesuita, y le aconsejaba
que, como mujer, se dedicara a las divinas letras y no a las humanas. Sor Juana
defendió su capacidad como mujer para estudiar, argumentar y debatir con la
misma altura y conocimiento de cualquier tema reservado a los hombres, sea relativo
a la Teología o a las Ciencias, y su voluntad de hacerlo. La carta que fue igualmente
publicada: “Respuesta a la carta de sor Filotea de la Cruz, o sea, su
contestación al obispo de Puebla. Pero parece que, pese a su briosa respuesta,
amonestada u obligada o quizá autocensurada por ella misma, renunció a sus
libros, a escribir y a pensar, se desprendió de su biblioteca y se declaró “Yo,
la peor de todas”
En
1693 dejó de escribir. Murió en 1695 a consecuencia de una epidemia de tifus.
Su personalidad y su obra, con amplísimos estudios sobre ella, ha llegado hasta
nosotros, es, en opinión mía, una cierta venganza del tiempo.
Feliz
Navidad y próspero Año nuevo 2023.
Bibliografía
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falta
bibliografía