jueves, 13 de enero de 2022

(II ) CONCHA MENDEZ: POEMAS (1926-1986)

James Valender, Madrid,  Hiperión, 1995 (  II entrada)


La Guerra Civil debió causarles una crisis personal y el exilio ser doloroso para ambos porque, pese a que ellos habían tomado partido por la República, dos hermanos de Altolaguirre fueron asesinados por los anarquistas, también José María Hinojosa, compañero de la aventura de Altolaguirre en Litoral. Concha Méndez, fiel a la República, había colaborado desde fuera de España con algún poema en las revistas republicanas en colaboraciones no especialmente combativas, como la publicada en Hora de España (n.º. XI, noviembre de 1937) y que incluye esta antología; pero su visión de la guerra fue negativa, es la visión de una generación dolorida que quiere dar paso a otra.

 

“Ellos serán tan solo los que cojan el fruto

de un mañana sin sangre

hombres ya de otra hora más fácil que la nuestra. (p 178)

 

Será para Concha Méndez una etapa caracterizada por las sombras, término que había iniciado con su poemario Niño y Sombras y que, en palabras de Catherin G. Bellver en la citada publicación de la Residencia de estudiantes en 2001, “anuncian el papel central de las sombras como vehículo poético en esta época clave. La sombra funciona como un importante hilo unitivo para entrelazar diferentes tipos de exilio con consistente intensidad. (Una mujer moderna. Concha Méndez en su Mundo p. 194).  A aquella primera pérdida del hijo, va a seguir la nueva sombra de la pérdida de la patria. El exilio  va a hacerse cada vez más sombra con las nuevas circunstancias adversas-la pérdida de la madre, la pérdida de su marido y el fin de su matrimonio. Son circunstancias que quedan por vivir, pese a su dinamismo personal de no abandonarse nunca.

Iniciado el exilio de España en 1939 con Altolaguirre y con su hija Paloma, consiguieron trasladarse a París, donde fueron acogidos en la casa de Paul Eluard. Apoyados por los amigos emprendieron después el rumbo en barco con destino a Méjico, pero la enfermedad de la niña les hizo interrumpir el viaje y aposentarse en la Habana, donde van a residir cuatro años. Fue una etapa relativamente fecunda en lo literario, pues el matrimonio emprendió nuevamente su profesión editorial, gracias a la ayuda de la galerista y mecenas  María Luisa Gómez, Mena una de las mujeres más ricas de Cuba , propietaria de la Galería del Prado ( ver José Ramón Alonso  Lorea: “María Luisa Gómez Mena, al Rescate de una Imagen Cultural”, Revista Hispano-cubana, nº.34, Primavera- Verano, Madrid, mayo-septiembre 2009:141-154)  La galerista,  les ayudó a conseguir una casa cerca de la suya y les hizo un donativo de 500 dólares, con el que Méndez y Altolaguirre instalaron la imprenta La Verónica y prosiguieron su labor editorial, llegando a  publicar 180 obras de escritores cubanos y españoles, entre otros de María Zambrano. Méndez publicó en La Verónica el poemario Lluvias entrelazadas, en noviembre de1939, y en él incluyó poemas ya publicados en anteriores poemarios, junto con otros nuevos que esta antología recoge. La poesía de Méndez continúa el giro ya iniciado anteriormente hacia la humanización poética; es autobiográfica y refleja su sentimiento de desilusión y desengaño. El antólogo compara los poemas de Méndez con la poesía de Calderón y de Góngora, al que Méndez cita; a mí, me parece más próxima formalmente la poesía de Bécquer por el sentimiento de desengaño melancólico y de hastío, ya que, aunque es común también en los citados poemas barrocos de Góngora, no hay en éstos de Méndez barroquismo ni retórica, ni juego verbal, sino depuración. Formalmente sus versos no son clásicos, ni hay estrofas clásicas de la Edad de Oro, no hay sonetos ni liras, son despojados y muestran ligereza, tal vez por la fluidez de las rimas asonantes y por el cambio de rimas en cada estrofa.

 

Me levanté hasta el sueño. En busca iba

De no sentir la herida que abrasaba.

Las duras flechas del dolor hicieron

Brotar en mi el clavel de nueva llaga.

 

Corriendo al par carrera con el viento

Y perseguido por su amante llama

La vida es ciervo herido sin remedio,

Que las flechas le dan veneno y alas (p.115)

 

Puede rastrearse la influencia igualmente, entiendo, de Antonio Machado, por la interacción entre lo íntimo subjetivo y la realidad exterior. En estos poemas que recoge la Antología, utiliza versos de arte mayor normalmente endecasílabos y alejandrinos con cesura y sigue manteniendo en algún poema el aire de la copla de Alberti o Lorca que tanto utilizo en sus primeros poemarios. A mi juicio,  son de gran altura. En esta etapa, no existe el arte por el arte sino la expresión íntima de sus sentimientos, con lo que hay, entiendo, abandono de la vanguardia. Incluye la antología 12 poemas “Vine”, posiblemente, uno de los más significativos poemas del libro que muestra el desaliento extremo: “Entre turbias lagunas bogar veo la vida/ deja estelas de fango, al pasar, cada cosa (p.113) No están todos fechados en Cuba, los hay anteriores, sin embargo, ya está ahí la sensación de exilio y extrañeza, la mirada al pasado, la ausencia “al ancho río de tu patria”, la tristeza a la que apela: “Ven, tristeza, mi hermana” p.118.

Al ser la poesía de Méndez autobiográfica, difícilmente puedo renunciar a entenderla sin conocer sus circunstancias, que conoce bien James Valender, no solo por académico inglés radicado en Méjico y ser especialista en la Literatura del exilio mejicano, sino porque se casó con Paloma Altolaguirre, fue yerno, por tanto, de Altolaguirre y Méndez y su información resulta de primera mano. Fijan las biografías sus definitivas publicaciones sobre Altolaguirre y Méndez, (Manuel Altolaguirre Concha Méndez. Edición Residencia de estudiantes, Madrid, 2001; Manuel Altolaguirre, Album, ediciones de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 2012) En 1943 el matrimonio se trasladó de Cuba a Méjico, parece que a causa de que el entendimiento primero del matrimonio con María Luis Gómez Mena se había ido trasformando en amoroso y Manuel Altolaguirre pretendió escapar de Cuba para no romper su matrimonio, aunque sigan escribiéndose a escondidas. Gómez Mena se trasladará a Méjico en 1944 y puso una nueva imprenta Verónica a Manuel Altolaguirre, con el que inicia la convivencia. Pese a que la crítica da como fecha de la ruptura matrimonial en 1944, hasta 1948 no se consolida, ya que Altolaguirre sigue atendiendo a Concha y a Paloma, pese a la disconformidad de María Luisa, que ha roto su matrimonio y exige a Altolaguirre que haga lo mismo y se divorcie.

En Méjico, Concha Méndez hizo amistad con un grupo de escritoras que publicaban la revista Rueca y en 1944 publicó dos poemarios, Poemas. Sombras y sueños y Villancicos de Navidad.

Se incluyen en esta Antología de Hiperión veintiocho poemas de Sombras y sueños y tres villancicos.Valender considera Sombras y sueños la etapa más conseguida de su poesía. Hay evocación de lo perdido, poemas puramente del exilio y la pérdida dedicados a amigos como García Lorca (p.130-131) al Guadarrama (p. 149) o al Manzanares (p.132: "Tiempos de las romerías/ de San Isidro y San Juan. Alegrías de tus aguas/ahora que lejos están". Muy interesante es el poema a Rosalía de Castro, figura femenina, con la que se compara en el destierro:”Tu en tu tierra desterrada/ y yo en destierro mayor”(p.128-129). Especialmente, a mi juicio, todos son importante. Interesantes y originales de trato son los poemas dedicados a la muerte de su madre y muy dignos de tenerse en cuenta en esa tradición de la poesía femenina, pues también los poemas a la madre eran habituales entre las mujeres poetas del siglo XIX. Son cuatro poemas de altura. El primer poema se inicia con un terceto y se continúa con cinco perfectos cuartetos para hablar del sentimiento de desamparo que causa la desaparición materna. El segundo poema, además de la esperanza de otra vida, habla de un sentimiento que muchas mujeres escritoras hemos sentido, es el cambio de roles, cuando la madre se hace una niña y la hija es la madre protectora de la madre. Son poemas que merecen leerse con atención ya que inciden en esa visión “ginocéntrica” de la escritura de mujer. Tampoco olvida Méndez como madre a otro muerto querido, su hijo: Dime, madre, lo hallaste en tu morada/ y pudiste mirar su niña frente (p.5). Una nueva pérdida, la ruptura con Altolaguirre – su inicio- está expresada en dos poemas breves, con aires de autoafirmación propia, de intento de ser fuerte, y por otra parte de protesta: Los brazos que te han llevado/ no te dejan escapar/ para volver a mi lado (p.144). Presididos por las sombras, las pérdidas, la desilusión, la melancolía, el exilio y la resistencia, estos poemas muy logrados, son inconformistas y rebeldes y al mismo tiempo que Méndez busca la afirmación propia, introduce en ellos la visión generacional, palabras para su hija a la protege y consuela por la pérdida del padre y afirma la esperanza, que nunca pierde, de volver a recobrar lo amado. Formalmente abundan los versos de arte mayor, también los octosílabos arromanzados.

La publicación de sus Villancicos, 1944, aparecida en Méjico por la editorial Rueca, tuvo mucho éxito y conoció numerosas reediciones. En España, fueron editados en 1967,  por Librería El Guadalhorce. Hay solamente en esta muestra tres villancicos, que personalmente encuentro muy logrados y sencillos. En ellos se recuperan los ritmos iniciales de las coplas, pero no hay mimetismo ya ni de Alberti ni de Lorca, sino frescura y originalidad:

 

“Que se enciendan las naranjas

Los naranjales en flor

¡Que al mundo vino un amor!

 

En la ramita más alta

Cante el pájaro cantor:

¡Que al mundo vino un amor!

 

Y los prados, que se vistan

Con su manto de verdor

¿Que al mundo vino un amor! (p. 189)

 

A partir de 1944 la producción poética de Méndez se resiente. Si aventuro una interpretación mía- por otra parte poco académica- pienso que tuvo que ser difícil superar la ruptura- el abandono- de Altolaguirre.  Los trabajos de imprenta La Verónica ya no fueron los suyos, fueron los de Manuel Altolaguirre y María Luisa Gómez Mena. E incluso la cinematografía, que había iniciado en sus años de soltera, tampoco fueron ya nunca su iniciativa, si la de su exmarido y su nueva pareja.  ¿aumentaría su desolación? María Luisa Mena,  más joven- ella le pasaba siete años a Altolaguirre-  era atractiva, tenía éxito entre los intelectuales cubanos y españoles, contactos internacionales, entendía de pintura moderna como galerista – con lo que compartiría gustos con Manuel Altolaguirre - y era también inmensamente rica, rica como para facilitar a Altolaguirre lo que quisiera, una nueva imprenta o la posibilidad de hacer cine. No voy a culpar a Altolaguirre de dejarse querer, pese a que se resistiera a abandonar a Concha, iba a ser demasiado lo que perdía. Naturalmente son mis consideraciones personales, al margen de lo académico y de esta Antología, es mi interpretación de la dramática ruptura que supuso y que condicionaría su poesía. Porque su poesía es su biografía. En 1948 Concha Méndez tenía  cincuenta años. Nunca dejó de amarlo. En 1959 cuando Manuel Altolaguirre y María Luisa Gómez Mena vuelven del Festival de Cine de San Sebastián, donde se ha proyectado su película El Cantar de los Cantares y se matan en un accidente de coche, vuelve Méndez a escribir poemas de altura, siete poemas que publicó ( I y V  Revista Caracola, Málaga, n 90 y 94, abril, agosto 1960) y VI y VII en un nuevo poemario Entre el soñar y el vivir (1981) Esta publicación recoge los siete poemas. Hay en ellos una visión casi maternal de su marido.

Valender informa de que en 1970 publica un poema en Papeles de Son Armadans (CLXXI, junio, 1970) y que en 1979, en plena recuperación de la Literatura del exilio, publica en Madrid Vida a Vida en Caballo Griego para la Poesía. Aunque vuelve a España,  nunca regresó definitivamente.

Un nuevo poemario apareció en 1981 Entre el soñar y el vivir, publicado en la Universidad Autónoma Nacional de México, México 1981 Considera James Valender que los poemas bajan de calidad con respecto al corpus de su obra anterior. Recoge tres poemas de Vida a vida, tres de Entre el soñar y el vivir y tres del que quedó inédito, Con el alma en vilo, 1986. Quizá sea como el antólogo dice,  si lo juzgamos desde el punto de vista literario. O quizá, si nos guiamos por la curiosidad de interpretar la obra y la vida de una mujer que fue rupturista y vanguardista, nos quede el sabor agridulce de una obra con poemas magníficos escritos, que nacen con la luz y que se llenan de sombra como la propia vida cuando llega el ocaso:

 NO VENGAS

 

“No vengas, muerte, todavía

Que aún tengo que tejer la larga escala

Que ha de subirme allá donde deseo;

Debo cumplir mi kharma

Hacer, hacer, hacer las cosas que aquí debo.

 

Porque tengo una deuda

Para conmigo misma.

Vine para algo más que pasar como sombra.

Dentro de mi una luz quiere salir afuera.

No vengas todavía. Dale tiempo a mi tiempo. (p.212)

(Entre el soñar y el vivir, 1981)

 

Concha Méndez murió en Ciudad de México en Diciembre de 1986.


Biliografía

  • Inquietudes (Imprenta de Juan Pueyo, Madrid, 1926)
  • Surtidor (Imprenta Argis, Madrid, 1928)
  • Canciones de mar y tierra (Talleres Gráficos Argentinos, Buenos Aires, 1930 )
  • Vida a vida (La Tentativa Poética, Madrid, 1932)
  • El carbón y la rosa(1935)
  • Niño y sombras (Ediciones Héroe, Madrid, 1936)
  • Lluvias enlazadas (La Habana, El Ciervo Herido, 1939)
  • Sombras y sueños (México, Rueca, 1944)
  • Villancicos de Navidad, México, Rueca, (1944); 2.ª edición aumentada, Málaga, Librería El Guadalhorce, (1967)
  • Entre el soñar y el vivir (1985)
  • Paloma Ulacia Altolaguirre, Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas, Madrid, Mondadori, 1990. (Sobre su vida)