jueves, 25 de enero de 2024

 

La Asociación Cultural Amigos de Cascante VICUS es una entidad sin ánimo de lucro que surge en el año 2004, de un grupo de cascantinos, Charo Fuentes, Joaquín Gómara  Marta Gómara, Javier Jiménez José Miguel Ruiz, Santiago Rueda José Miguel Ruiz y José Alonso. Dorigida inicialmente por josñe Miguel Ruiz, hoy es el Presidente Santiago Rueda Pascual.
Entre sus objetivos, la recuperación y protección de del patrimonio cultural (material e inmaterial) así como el fomento de proyectos de investigación y divulgación sobre el patrimonio cultural cascantino.Es responsable de publicaciones  Cascante ciudadde la Ribera, tomos II y III del historiador de la Universidad de Deusto Juan Ignacio Fernández Marco, La Conversión de la Magdalena de Fray Pedro Malón de Chaide, edición de Ignacio Arellano,  Jordi Aladros y Carlos Mata induráin bajo el patrocinio Vicus, del Ayuntamiento de Cascante y La Univeridad de California, El convento de Nuestra Señora de la Victoria, de la profesora de la Universidad de Zaragoza, María José Tarifa. Vicus organiza cursos de arqueología y con la UNED de La Semana Romana de Cascante, bajo la direcciób del profesor de la Universidad de Navarra Javier Andreu y la Arqueóloga Marta Gómara. Entre sus actividades, conferencias, conciertos, publicaciones, cursos  y proyectos de investigación, conservación y divulgación del patrimonio en relación directa con el paisaje, el desarrollo económico y social y el turismo.(Copiado de la prensa)



   



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  • miércoles, 17 de enero de 2024

    Refutación A los competitivos

     La agresividad es más propia de las fieras que de las pesonas.


    2 La lucha por ser más que el otro es propia de las personas acomplejadas. Y violentas. El que es no necesita demostrarlo a los otros

    3 Si se te acerca una persona a ver que saca y como compite contigo, pasa o mándala a paseo, aíslate.

    4 El ser humano, sujeto a la biología, es mucho más que la biología. Los animales son instintivos y no conocen la nobleza sino la ley de la naturaleza, de la selva.. El ser humano civilizado conoce- alguno- la nobleza,

    5 El ser humano, además de biología es espíritu. O si no ?Porque apelar al alma? ¿Existe el alma o solo la biología?

    6 ¿Las almas también compiten? ¿En eso que alguno llama cielo , existirán los grupos?

    7 Librate de los tipos y tipas competitivos, dañan.

    8 El que se aupa saltando por las espaldas de los damás y sus aciertos, no es un tipo normal, es un desalmado.

    9 Los competitivos utilizan la mentira y el engaño para triunfar, no hay reglas, todo sirve.

    10 De la competencia salen las guerras y las luchas, de la cooperación los avances

    11 Mejor no cooperar con un competitivo, te machacará para declararse invicto

    12 Si una persona coopera y la otra compite, nada que hacer, mejor alejarse. Los competitivos utilizan la agresividad para medrar, les interesa su prepotencia. Utilizan su potencia no para construir sino para sobresalir.

    13 Los que a toda costa quiern sobresalir suelen ser unos acomplejados de narices.

    lunes, 8 de enero de 2024

    SOBRE DOS POEMAS DE BLAS DE OTERO: MI FRAILECICO Y RUPTURA


     La Asociación Cultural Amigos de Cascante, Vicus, felicita este año 2023 con el facsímil de dos textos que consideramos dignos de ser rescatados. Ofrecemos a todos los socios amigos y colaboradores dos poemas de Blas de Otero, pertenecientes a la etapa primera etapa del poeta, publicados en Pamplona, diciembre de 1942. Mi Frailecico y Ruptura fueron incluidos en el n.º 14 de la revista “Albor” que dirigía el Periodista y poeta, José Diaz Jácome.[1] Se incorporaron así a nuestro patrimonio literario pamplonés que hoy ponemos a disposición de todos.



    [1]  Montoñedo,Lugo 1910, La Coruña 1998 . Poeta de línea neotrobadurista. Como periodista ejerció en El Pensamiento Navarro, 1931.50. Director del Faro de Vigo (1950 El Faro de Vigo y La Voz de Asturias. Dirigió las revistas navarras Albor (1940) Marzo; Iruña (1943) Pregón (1943)

    José Diaz Jácome, redactor jefe de periódico El Pensamiento Navarro, aprovechando los recortes sobrantes de la edición del periódico, en un tiempo de dificultades para conseguir papel, consiguió editar unos sencillos cuadernos de poesía: Albor. El primero cuadernillo vio la luz en junio de 1940. Se iniciaba la andadura de publicaciones líricas en la Navarra de la posguerra. José Diaz Jácome continuaría la andadura literaria con Faustino Corella[1]  y se ampliarían las publicaciones en prosa y poesía en las revistas Marzo, Iruña y Pregón [2]. Se publicaron en Albor, sin ánimo de lucro, cuadernillos monográficos de autores amigos, 15 cuadernillos, que, si bien no tenían un diseño de publicación lujosa, alcanzaron el mérito de ser una de las primeras revistas literarias en España posteriores a la guerra civil, ya que el primer número se editó un año y dos meses después de acabada la guerra.

     Blas de Otero Muñoz publicó en dos cuadernillos de la colección, Cuatro poemas en el monográfico n.º 6, fechado en marzo de 1941,  titulados  La Obra, El Agua, Señor y Cuerpo de Cristo,  y en el n.º 14, un poemario colectivo de cuatro poetas dedicado al Centenario de san Juan de la Cruz, en diciembre de 1942[3] Mi Frailecico y Ruptura  No fue la primera vez que la poesía de Blas de Otero aparecía en Pamplona, ya que en diciembre de 1935 había ganado un concurso literario en Homenaje a Lope de Vega, organizado por la Federación Navarra de Estudiantes Católicos, con la cooperación de las entidades hermanas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya[4], según decía Diario de Navarra el 17 del mismo mes y año. Se trataba del poema Post Tenebras Lux, uno de los poemas de la prehistoria lírica del poeta.

    La poética de Blas de Otero que se inicia ahora será esencial para entender el sentido de la búsqueda de trascendencia, a través primero de la religiosidad místico- amorosa y más tarde en la poesía desarraigada que acusa su crisis existencial, la poesía social que busca salir de sí mismo para encontrar al hombre; o la poesía política con que desea solucionar los problemas de España y de la humanidad. Escribe una poesía para “la inmensa mayoría”, corriente por donde transcurrió Otero. Toda su obra está escrita con un total dominio de las formas métricas, los ritmos y la retórica.

     

    Blas de Otero nació en Bilbao en 1916 en una familia perteneciente a la alta burguesía bilbaína, estudió en el colegio de Jesuitas de Bilbao. En 1927 con motivo del fin de la gran Guerra, se deterioró la situación económica de los negocios y el padre decidió recuperar su estatus trasladándose con toda la familia a Madrid. En Madrid, donde nació su vocación poética, estudió bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros. Cuando en 1932 falleció su padre no habiendo rehecho su fortuna, la responsabilidad de sacar adelante a su madre y dos hermanas recayó en Blas, que era único varón, ya que tres años antes había muerto un hermano que le precedía. La muerte del padre forzó a los Otero Muñoz a regresar en no muy buenas condiciones económicas a Bilbao. Sabiéndose responsable de su familia, estudió por libre en Zaragoza, sin vocación la carrera de Derecho en vez de la de Filosofía y Letras, acabándola en 1935. La guerra le sorprendió en Bilbao con la carrera de Derecho recién terminada y se incorporó a los batallones vascos. Después de la guerra trabajó un año de secretario del consejo de Forjas de Amorebieta, escribía al mismo tiempo colaboraciones en prensa. Hasta noviembre de 14943 residiría en Bilbao.  Es en esta época bilbaína cuando sufrió su primera crisis, acuciado por el conflicto de optar por dedicarse a su vocación literaria o asumir la responsabilidad de ejercer el Derecho para poder ayudar a los suyos. Y es también la época en que escribe los dos poemas que traemos. El Frailecico nos hace entender la religiosidad honda, propia de un católico practicante implicado en asociaciones religiosas: Ruptura Acusa el inicio de una crisis existencial, todavía no es crisis religiosa. Volverá nuevamente a Madrid en noviembre de 1943 para estudiar Filosofía y Letras, residiendo en el Colegio Mayor Cardenal Cisneros y conociendo a los poetas de su generación como Carlos Bousoño y bajo el magisterio de los poetas del 27 Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Ell conflicto abierto entre su vocación y su responsabilidad le hará abandonar, regresar a Bilbao y quemar en 1944 todos los poemas inéditos escritos con anterioridad.

     Mi Frailecico

     

    Conmigo está Mi dueño

    leyendo su lectura silenciosa

    Mi dueño es muy pequeño

    más tiene voz de rosa

    cuando del alma el canto le rebosa

     

    Leyendo está mi amigo

    y yo con él, penando, vivo y muero

    “A solas, sin testigo”

    así es como le quiero

    hablándole un sentido muy de vero.

     

    Con ese frailecico,

    el alma se recoge y empavesa;

    ¡qué importa si es tan chico,

    si el alma es la que besa

    y amigos son sus labios de Teresa!


    Con ella y con su voce,

    no quiero otro coloquio, por ventura.

    En ella está mi goce

    con ella la Hermosura

    de amor que me da fiebre y calentura


    Que si ella es castellana

    de   Dios, do que del mundo yo más quiero,

    él tiene una fontana

    tan rica de venero,

    que en ella me adolezco, peno y muero.

     

    Por ella yo quisiera

    dormirme entre los brazos del amado

    muriendo de manera

    tan alta y silencioso,

    que abriérame este pecho que reboso.

    No era un poema inédito, había sido publicado en el 2.º cuadernillo del grupo de Bilbao ALEA[5]  asociación que organizaba todo tipo de actos culturales y que en 1942 había empezado a publicar los Cuadernos de ALEA. En el mismo año celebró con un recital en el Ateneo un Homenaje a San Juan de la Cruz en su centenario y dio a la luz el n.º 2 de sus cuadernos el Cántico Espiritual de Blas de Otero Muñoz, libro de poemas que estaba inspirado en San Juan y su Cántico Espiritual. Fue el primer poemario publicado por Blas de Otero. Aunque escape de este comentario el incluir la crítica del poemario Cántico Espiritual, si afirmaremos que los críticos consideran que refleja el hondo sentido de la búsqueda de trascendencia de Otero y que ese sentido ahora religioso cambia otras búsquedas de trascendencia, no desaparece nunca. Estaba escrito en versos blancos y liras. El título, que remitía a San Juan de la Cruz, responde a la primera época marcada por la religiosidad de Otero y la lectura e influencia de los místicos, san Juan de la Cruz, santa Teresa y Fray Luis de León.


    Mi Frailecico es un poema, compuesto por seis liras, incluido en un grupo de diez poemas de la publicación escritos en dicha estrofa. A San Juan de la Cruz y a Fray Luis de León remite la estrofa en que está escrita, la lira renacentista; y el lenguaje que utiliza, que contiene ciertos arcaísmos. 

    Mi Frailecico es san Juan de la Cruz, título del poema, pues sabido es que Juan de Yepes debió ser tan menudo de estatura que Teresa de Ávila le apodaba “medio fraile”, de ahí el diminutivo usado. Es también al físico de Juan de Yepes a quien alude en el tercer verso de la primera lira “mi dueño es muy pequeño” y el tercero de la tercera,” qué importa si es tan chico”.

    Es poema acordativo, es conforme. Da muestra del impulso trascendente religioso- amoroso con que Otero inicia la búsqueda de la unión con Dios, que en este poema lo busca a través de la lectura de san Juan, santa Teresa y frey Luis de León, para llegar a través de ellos, de sus voces y de sus símbolos, a la unión amorosa con Dios, tercera vía de la mística, la unitiva.

     

    “Por ella, yo quisiera

    dormirme entre los brazos del Esposo

    muriendo de manera

    tan alto y silencioso

    que abriérame este pecho que reboso”

     

    La intertextualidad, es esencial en el poema. Son de Fray Luis de León los versos “a solas, sin testigo[6];  y alusivos a san Juan “con ella la Hermosura, versos de la cuarta lira, ya que la Hermosura, con mayúscula se refiere a Dios”[7]“; a san Juan “dormirme entre los brazos del Esposo[8] ,  alusión a San Juan[9] y también a santa Teresa “penando vivo y muero[10]. Todo el poema está lleno de citas explícitas e implícitas, ya que no recurre a los nombres sino a sus versos, aunque sí nombra a Teresa; y “que si ella es castellana/ de Dio”, verso cuyo encabalgamiento va a ser otro de los signos de identidad de la poesía de Otero. En la intertextualidad trasluce una arraigada fe cristiana y un conocimiento y de la obra de los místicos españoles y demuestra una asimilación de los escritores, asimilación que le ha llevado a una creación propia: como ejemplo un verso que muestra la capacidad mística del autor

                                       “El alma es la que besa.

    Ruptura

     

    Es conmigo, Señor, calladamente,

    Con quien rompo: me rompo yo a mí mismo

    Bajo las olas de mis pensamientos

    Y la suave roca de mi corazón-

    ¡Ah! Todos: tú, mujer que más amé

    Enemigos, hermanos, luchas, trances,

    Todos podéis venir. ¡Yo voy corriendo

     y abierto, hacia vosotros, entregado!

    ¡Que no me acuerde ni de mi memoria!

    ¿Qué soy en esta isla de los hombres

    Sino un pedazo más, el más inútil,

    sin el que todo, es cierto, seguiría?

    Que no me acuerde de mis esperanzas.

    Podéis dejarme lo que vos queráis,

    Lo que los hombres quieran permitirme

    Y yo mismo consiga poseer.

    Mi imagen: Ese cielo que se rasga,

    esa fuente que ofrenda todo el cuerpo,

    el insecto minúsculo, el buey manso,

    el llanto más pequeño de los niños.

    Si sé que tú me lees, ojos que lloran,

    si sé que tus espaldas se estremecen

    cuando doy con el verso ineludible,

    ¿Qué me importa el laurel, ni el hondo anónimo?

    Sabed que nada es mío: ni esta mano

    -         Acaso ni este lápiz- con que sueño

    cuando escribo, debajo de la lluvia,

    en mi cuarto, las noches eminentes.

    No hemos podido encontrar el poema en otro texto que no fuera en la revista Albor n.º 14 que hoy traemos. Ya que la cita que hemos encontrado del poema alude como fuente nuestra revista[11],  hace suponer quizá que pudo ser uno de los poemas que rompió y que no publicó en periódicos, ni poemarios, ni en otra revista a la que no tenemos acceso, aunque no podríamos asegurarlo.

    El poema Ruptura nada parece tener en común con el poema anterior. En la forma, está escrito en 18 endecasílabos blancos, sin rima, no hay intertextualidad ni arcaísmos, aunque sí encabalgamientos. Tampoco es acordativo, sino crispado. El título sugiere un desgarramiento que, como dicen los primeros versos, suponen la ruptura de él mismo. Se dirige a Dios en los cuatro primeros versos, no prescinde de Él, por tanto, es poema religioso, en el que inmediatamente después incluye a todos, la mujer, la familia, la lucha y los hermanos, un plural al que igualmente se dirige.  Siendo conscientes de su biografía, no descartaríamos que fuera un poema que expresa la decisión de la renuncia a sí mismo y la entrega a todos los demás a los que apela.” Yo voy corriendo/ y abierto hacia vosotros, entregado, dice en los versos 7 y 8. Encontramos una anulación del propio yo y una renuncia a la memoria, renuncia a la esperanza. La entrega a los demás deja, no obstante, un sentimiento doloroso de aniquilación, de desasimiento. Aunque sea buscada y asumida, no podemos pasar por alto las palabras que introduce para hablar de su propia imagen, “rasgado”, “minúsculo”, “insecto” “buey manso”, “llanto”. Entendemos que existe un hilo muy tenue entre la biografía y la escritura.

     “Me queda la palabra” dirá en un verso posterior[12]. En el poema Ruptura encontramos un inicio de la persecución de la palabra -el verso ineludible (verso 23) que conmueva. Hay en esa desposesión una no renuncia a la poética que no es embriaguez, sino empeño triste. No busca el triunfo, pero sigue soñando la escritura y el verso: la palabra. Otero, roto, se dirige a Dios y a todos los demás para entregándose, y también en sus versos, intentar perderse en ellos.

    Charo fuentes Caballero, miembro de la junta directiva de la Asociación Cultural Amigos de Cascante, Vicus

    Pamplona, diciembre, 2023



     



    [1] Tarazona de Aragón, 1906- Pamplona 1991 Profesor de Magisterio y de la Escuela de comercio de Pamplona. Propietario de Pregón y subdirector. En 1950 pasó a ser director

    [2] Sobre Pregón véase ANGEL RAIMUNDO FERNÁNDEZ GONZÁLES, Historia Literaria de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2003, pp. 101-118 RAMÓN GARCÍA DOMINGUEZ; Pregón, un noble canto a Navarra, Pamplona, Caja de Ahorros Municipal de Pamplona; MIGUEL D ÓRS; Aproximación histórica a la poesía navarra de la posguerra, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1980, pp. 15-19

    [3]Publican poemas Blas de Otero, Manuel Alonso Alcalde,  Luis López Anglada y José Diaz Jácome

    [4] Perteneció a la Federación de Estudiantes Católicos de Vizcaya. Tomo los datos de Juan José Lanz en “Blas de Otero “En canto y Alma” En el centenario de su nacimiento” [BRAE · Tomo XCIX · Cuaderno CCCXIX · Enero-Junio de 2019 http://revistas.rae.es/brae/article/view/305

    [5] Blas de Otero, Jaime Delclaux, Pablo y Antonio Bilbao Arístegui, Antonio Elías Martinena, Esteban Urkiaga, antes de la guerra, 1935, en el Café Bilbao, habían creado ALEA, Asociación Libre de Ensayos artísticos, grupo del que formaban parte Otero. Juan José Lanz  “En canto y Alma” En el centenario de su nacimiento” [BRAE · Tomo XCIX · Cuaderno CCCXIX · Enero-Junio de 2019 http://revistas.rae.es/brae/article/view/305

     

     

    [6] Fray Luis de León: Canción de la vida Solitaria”. 8º lira: “Vivir quiero conmigo;/ gozar quiero del bien que debo al cielo, /a solas, sin testigo/ libre de amor, de celo/ de odio, de esperanza, de recelo”.

    [7] San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, 5º lira: “Mil gracias derramando/ pasó por estos sotos con presura/ y yéndolos mirando/ con sola su figura/Vestidos los dejó de hermosura”

     

    [8]“San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, lira 33 “y no toquéis el muro/ porque la esposa duerma más seguoo”

    [9] San Juan de la Cruz Cántico Espiritual, 2.º Lira: Pastores los que fuerdes/ allá por las majadas del otero/ si por ventura vierdes/ a Aquel que yo mas quiero/decidle que adolezco, peno y muero.

    [10]Santa Teresa de Jesús, Vivo sin n vivir en mi/, y tan alta vida espero, / que muero porque no muero

     

     

    [12] Si he perdido la vida , el tiempo, todo

    domingo, 8 de octubre de 2023

    LAS SIN SOMBRERO EN EL PLANETARIO DE PAMPLONA

     


    LAS SINSOMRERO EN EL PLANETARIO : Ayer exposición de las Sin Sombrero en el Planetario. Siempre las exposiciones de las mujeres de ese tiempo me interesan, Es breve mustra, aunque interesante. Quizá eché en falta a mujeres navarras que por mérito propio protagonizaron con sus compañeras esa Edad de Plata, hablo de Carmen Baroja, orfebre premiada y una de las fundadoras del Lyceum Club y de Matilde Huici, tercera abogada de la República y vicepresidenta del Lyceum, aunque estén representadas, también por mérito propio Francis Bartolozzi y Julia Álvarez Resano. Tampoco estoy de acuerdo en que hasta esta época socialista de Sánchez no se hayan integrado en la historia de la Edad de Plata, pues el proceso de recuperación se inició ya a partir de la muerte de Franco y de l a primera Constitución democrática de 1978. Carmen Conde fue acadámica de la Real Academia de la Lengua en 1978, Merce Rododera, Premio de Honor de las Letras Catalana, 1980, María Zambrano, Premio Principe de Asturias en 1981, , Rosa Chacel, Premio de la crítica 1986, Premio Nacional de Literatura , 1987, Ernestina de Champourcín, Premio Euzkadi de Literatura, 1989, por citar alguna de las más reconocidas.. Maruja Mallo tiene obra en el Museo Reina Sofía desde la década de los 80. En cuanto a las políticas , recordaré que Dolores Ibarruri fue vicepresidenta por edad en el Congreso en 1978.. Quizá un día hable en más extensión sobre todas las publicaciones repuperadas, entre otras por editorial Castalia y Torremozas de poesía y un largo etc. La memoria sirve para recordar sin adornarse de plumas ajenas. El mérito fue de mujeres catedráticas de universidad o instituto,, estudiosas, escritoras, diputadas, algunas de ellas del PSOE o en su estela y liberales de UCD. y comunistas. también de algunos gobiernos autonómicos

    martes, 14 de marzo de 2023

    FRANCISCO VERDEJO, UN MATEMÁTICO OLVIDADO, Gonzalo Díe Fagoaga

     


    Me llega la noticia del fallecimiento de Gonzalo Díe Fagoaga, matemático y escritor, autor de Francisco Verdejo, un Matemático olvidado. Cuando estaba en proceso de investigación de este texto nos relacionamos y guardo un grato recuerdo de nuestra colaboración. Subo su texto al blog en homenaje y mando mi sentimiento a su mujer e hijos. DEP

     Gonzalo Díe Fagoaga era matemático, trabajó en Standard Eléctrica, Cementos Asland, Repsol en la aplicación de los modelos matemáticos a los procesos de tráfico telefónico, producción y distribución. Fue profesor no numerario en la E.T.S. de Ingenieros Navales, en la E.T.S. de Ingenieros de Telecomunicación, y profesor asociado en el Departamento de Estadística de la Universidad Carlos III. Su apellido le entroncaba con la historia de Méjico y su independencia y con Concha Fagoaga, licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y autora reconocida por sus trabajos sobre las mujeres y, entre otras de la biografía de Clara Campoamor[1] . De temperamento humanista y raíces navarras, Gonzalo Díe Fagoaga añadía a su formación científica la curiosidad intelectual y el conocimiento de la historia de España, en la que incluyó su investigación anovelada sobre la historia de la enseñanza de la Matemática, sus instituciones y maestros. Dedicó la última parte de su vida a investigar y escribir sobre lo investigado recuperando para la historia de la Matemática a un personaje del siglo XVIII que consideraba injustamente olvidado: Francisco Verdejo González, matemático y catedrático de Matemáticas en el Reales Estudios de San Isidro de Madrid,  que había sido el antiguo Colegio Imperial de los Jesuitas, expulsados de España en 1767. Los Reales Estudios de San Isidro, de carácter público, continuaron en la misma sede del Colegio Imperial, la calle de Toledo; se iniciaron en 1771 bajo el reinado de Carlos III, se continuaron con Carlos IV y José I Bonaparte y cesaron en 1816 restituyéndose nuevamente a la Compañía de Jesús en esas fechas.

    Gonzalo Díe Fagoaga, buscando documentar a la familia de Francisco Verdejo había llevado su investigación hasta Cascante, donde, me preguntaba, debía de tener un hermano. Así era. Yo estaba entonces reuniendo documentación sobre Nicolás Verdejo González, hermano – entonces supe - de Francisco. Había yo pedido el expediente de Nicolás al Archivo Militar de Segovia, que le pasé. A cambio dispuse de su trabajo sobre la familia Verdejo cuyas partidas de nacimiento y biografías seguía con minuciosidad de científico. Nuestra correspondencia se hizo frecuente y ambos enriquecimos nuestro trabajo con las aportaciones del otro sobre los dos personajes, lo que él llamó la Verdejo manía. Mi personaje era ingeniero militar de graduación y matemático, el suyo catedrático y  cabo de Granaderos. El suyo era el hermano mayor, el mío el más pequeño. No llegamos nunca a conocernos personalmente, pero guardo su interesante correspondencia y admiré su meticulosidad de contrastar datos y no dar nada por sentado, como lo demuestra que me pidiese los documentos que podían certificar la hermandad de ambos personajes, el suyo y el mío. Así lo hice enviándole el expediente militar y la partida de matrimonio de Nicolás donde se citaba el nombre de sus padres y el lugar de nacimiento. Escribió su libro, que me dedicó, redactó las fichas biográficas en la Real Academia de Historia, consiguió que Montalbo dedicara una calle a Francisco e impartió conferencias sobre el tema.  Al tiempo dejé de saber de él. Hoy siento pena al enterarme tardíamente de su fallecimiento 

    Francisco Verdejo, un matemático olvidado, Bubok Publishing, 2010.

    No quiso el autor de este estudio, pese a la rigurosidad de sus contrastados datos, que tuviera forma de trabajo de investigación sino de novela histórica; así inició su extensión de las ciencias a las letras y de la empresa y la docencia a la carrera literaria. El texto pudiera haber sido un ensayo sobre los Reales Estudios de San Isidro y la historia de la institución, iniciada tras la expulsión de los Jesuitas, expulsión que también estudia con detalle. Añade el autor a un tema de por sí árido la amenidad de la novela. Es un trabajo riguroso, hecho por un hombre de ciencias con  currículum también docente que valora el nombre de los de los profesores de Mathemáticas que ejercieron la docencia en Los Reales Estudios, entre ellos Antonio Gregorio Rosell , Joachin de León, Vicente Durán y Sacristán, Francisco Verdejo González, y Joshef Ramón de Ibarra; examina las dificultades habidas en las adjudicaciones de cátedras y las influencias en su adjudicación, junto con los méritos demostrados por los opositores que provenían de otras escuelas matemáticas, como la Real Fábrica de Cristales, El Seminario de Nobles, o La Academia de Nobles Artes de San Fernando;  da el nombre de los directores de la institución y el  de los alumnos aventajados que cursaron sus estudios con Verdejo,  como  Antonio Sangenís , o  los nobles, como Agustín de Silva y Palafox, duque de Aliaga, primogénito del duque de Hijar;  hace seguimiento de las carreras posteriores de los alumnos que nutrieron  las cátedras del Real Colegio de Medicina de san Carlos, las del Real Conservatorio del Retiro para hacerse ingenieros cosmógrafos, las de la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, o el de los alumnos que cursaron carrera militar y la desarrollaron como excelentes ingenieros militares del ejército de S. M. 

    Considera Díe Fagoaga que los Reales Estudios de San Isidro durante el siglo XVIII y principios del XIX, pese a ser pública, fue la institución de mayor prestigio en la corte para la enseñanza de matemáticas. Con un conocimiento exhaustivo del tema tratado, cita los textos utilizados para la enseñanza en los Reales Estudios de San Isidro y de los habidos en el siglo sobre el tema y sus autores. Con respecto a los libros de texto, en los Reales estudios inicialmente utilizaban el texto matemático de Benito Bails [2]y posteriormente utilizarán os de Francisco Berdejo[3]. Incluye el nombre alumnos que realizaron conclusiones públicas, los años y los profesores que las dirigieron. Amplía la información con noticias de las instituciones matemáticas habidas en España. El estudio tiene numerosas citas a pie de página y constituye un riguroso trabajo de investigación, aunque con la amenidad que puede producir el tratamiento con ligeras licencias de creación propia que pueden claramente escindirse de lo investigado.

    Centra la investigación la figura de Francisco Verdejo González, del que Gonzalo Díe Fagoaga documenta y escudriña todo lo posible en su biografía, su nacimiento en la ciudad de Montalbo, Cuenca[4], el nombre de sus padres y sus hermanos, su procedencia hidalga de no muchos posibles pero buenos contactos, su ida a Madrid en 1774, posiblemente apoyado por familiares en la corte para entrar a formar parte de los Reales Guardias de Infantería española, lo que consigue. Comparte Verdejo el ejército con el estudio de matemáticas en los Reales Estudios de San Isidro, pues se prima en el ejército el conocimiento de las matemáticas, básicas para el cálculo de estructuras y construcciones militares. Los Reales Estudios, situados en Madrid, facilitaba que los alumnos militares  que no tuvieran que desplazarse para aprender dicha disciplina a las Academias Militares de Matemáticas en Barcelona, Orán o Ceuta. Francisco cursa simultáneamente las dos carreras, pero no consigue pasar de la graduación de cabo de Granaderos, con lo que considera cerrado su ascenso dentro del ejército y opta por la el camino de la cátedra de Matemáticas. Emprenderá con tesón un camino hacia la cátedra, primero como sustituto, haciéndola compatible con en el ejército, obtuvo en principio la cátedra de matemáticas de la Real Casa de los Desamparados y posteriormente en 1794 alcanzará por oposición la cátedra de Matemáticas de los Reales Estudios. Casará dos veces y tendrá un hijo también catedrático, Francisco Verdejo Páez.[5] Francisco Verdejo González adquiere importancia en la historia de la pedagogía matemática por ocupar la cátedra de los Reales Estudios de San Isidro, impartiendo  Aritmética, Algebra, Geometría y Trigonometría, lo es igualmente  por ser autor de publicaciones sobre la materia que dedica a influyentes personajes, el Compendio de Matemáticas está dedicado a Manuel de Godoy ha se utilizará como libro de texto de varias generaciones, y tras [6]nuevas publicaciones relacionadas con el tema. Fue condecorada por José I Bonaparte con la Orden Real de España en marzo de 1812 y en septiembre del mismo año castigado por Fernando VI, ya que sufrió cárcel en el Retiro por afrancesado. Díe Fagoaga sigue la biografía de Francisco a la que añade datos de sus familiares ascendientes y descendientes, de su hijo Francisco Verdejo Páez, de sus publicaciones y de su hijas y esposos aportando cuadros genealógicos que llegan hasta el siglo XX.

    En todo el texto brilla el amor y el conocimiento, no sólo de la matemática, también recoge informaciones de otras materias, el ejército, los uniformes militares; las calles de Madrid, sus instituciones, las ferias, la localización donde se emplazaban; los libros y sus imprentas y editores. Detrás del texto se trasluce un exhaustivo trabajo de consulta de archivos. Los párrafos de creación introducida  aligeran el peso de lo erudito. Díe inventa diálogos y trabaja los distintos materiales con agilidad y gracia que convierten la rigurosa investigación en asumible para los que somos profanos en la materia. Díe Fagoaga muestra su erudición y su capacidad investigadora en un texto que reúne rigor académico y al mismo tiempo busca en lo literario facilitar el interés a los lectores .



    [1] FAGOAGA, CONCHA- SAAVEDRA, PALOMA, Clara Campoamor, la sufragista española, Madrid, instituto de la mujer

    [2] Principios de Matemáticas (3 vols., 1776) Elementos de Matemáticas (1779-1790),

    [3] Compendio de matemáticas para la instrucción de la juventud Compendio de matemáticas puras y mixtas. 2 tomos. 1 tomo Madrid, 1794, 2 t 1802

    [4] Montalbo, Cuenca, hacia 1757, hijo de Francisco Verdejo García y Teresa González Peña

    [5] Tratado de Agrimensurao Arte de Medir tierras, y Aforar Líquidos para el uso de agrimensores y labradores. Madrid, Repullés

    La Inquisición por dentro o el 8 de marzo de 1820, pieza teatral.

    Guía práctica de agrimensores y labradores, o Tratado completo de agrimensura y aforaje Madrid, 1822.

    Principios de geografía astronómica, física y política de la Edad Media y Moderna : arreglada al estado actual del mundo y adornada con muchas tablas curiosas y sus correspondiente láminas y nuevos mapas geográficos arreglados al meridiano de Madrid, 1818

    Elementos de Historia universal, Madrid, 1826.

    Descripción general de España, Madrid, 1827.

    Breve idea de los cometas, Madrid, 1828.

    Cartilla elemental de Historia, Geografía antigua y moderna y Cronología, Madrid, 1844.

    Repertorio de geografía, Madrid, 1853.

    Repertorio de Historia Universal, Cronología y Geografía antigua y moderna comparadas, Madrid, 1859.

    Curso elemental de Geografía, París, 1870.


    [6] Compendio de aritmétca, teórica y práctica para comerciantes, artesanos y negociantes, Madrid, Viuda de Joaquín Ibarra, 1795

    Arte de medir la tierra y aforar los líquidos y sólidos. Madrid, Imprentade Sancha 1796

    Adicciones al I tomo del Compendio de matemáticas puras y mixtas. Madrid, viuda de Ibarra 1801

     

    jueves, 2 de marzo de 2023

    JOSÉ ROGELIO BUENDÍA. UNA VIDA PARA EL ARTE

     

    De Madrid me llega la publicación de José Rogelio Buendía, Una vida para el Arte, Ediciones Doce Calles, 2022.  La edición está a cargo de Ana Ávila, Profesora Titular en la Universidad Autónoma de Madrid. José Rogelio Buendía, fue catedrático de Historia del Arte en Madrid, La Laguna y Barcelona.

    Recibo con alegría la publicación ya que guardo un grato recuerdo del profesor Buendía, que fue también en sus inicios, desde los años 1959- 1967, encargado de Cátedra de Arte en el Estudio General de Navarra; fueron años venturosos en que tuvimos la suerte de tenerlo como profesor,  e igualmente  considero venturoso el hecho de haber formado parte de aquel Estudio General de Navarra que dio origen a la actual Universidad de Navarra. No éramos muchos alumnos entonces, creo que en primer curso de Filosofía y Letras estaríamos treinta alumnos, cifra que crecía en algunas clases cuando se incorporaban los alumnos de Artes Liberales; ocurría con las clases de Historia del arte que impartía D Rogelio. Hablo los primeros pasos de una universidad que todavía no tenía título oficial y teníamos los estudiantes que convalidar las asignaturas en Zaragoza para pasar de curso. Al ser los cursos tan reducidos, la relación profesores, aun guardándoles el respeto debido, era casi familiar, como si entre todos nosotros estuviéramos creando algo en común con ilusión y con las aportaciones de los catedráticos y las nuestras, las de los alumnos.

     Miro la publicación recibida de la que tomo unos datos para reconstruir la biografía de José Rogelio Buendía anterior a su venida a Navarra. Cuando vino a Pamplona de profesor, D Rogelio tenía 31 1ños. Venía de la Universidad de Madrid donde ejercía actividades de apoyo de los catedráticos de historia del arte. Se había licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, en esta última con premio extraordinario en la licenciatura. Bajo la dirección de José Camón Aznar, presentó la Memoria de Licenciatura, Orígenes y Evolución del Retablo Hispánico, que más tarde ampliaría en su Tesis Doctoral, dirigida igualmente por Camón Aznar: Los orígenes y evolución de los primeros retablos. Dice la publicación[1] que actuaron como miembros del tribunal calificador D Juan de Contreras, marqués de Lozoya, José María Azcárate, Diego Angulo, José Camón Aznar y Xavier de Salas y que mereció el Sobresaliente “cun laude[2]. La biografía intelectual de Buendía se construye al lado de catedráticos que eran todo en la historia del arte, entre ellos los de la Universidad de Madrid donde Buendía estudió; de reconocido prestigio, eran los sumos artífices del saber artístico. De Camón Aznar, director de su tesis, adquirió su pasión por el Arte Medieval del que Camón impartía catedra; le ayudó a conseguir una beca de la fundación Lázaro Galdeano para estudiar el renacimiento en Italia.  De Diego Angulo, dice la publicación (p.34) aprendió la importancia del trato directo con la obra de arte a través de las clases que impartía en el Museo del Prado; Angulo era catedrático de Historia del Arte en la Edad Moderna y Contemporánea y autor de Historia del Arte e Historia del Arte Hispanoamericano;  de José Manuel Pita Andrade, la vinculación a la Institución Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas .Julio Martínez Santaolla y Martín Almagro alentaron su interés por la Arqueología y le permitieron participar excavaciones arqueológicas, aquel en La cueva del Pendo en Cantabria y éste último en Ampurias. Su relación con Manuel Gómez Moreno fomentó su aprecio por la conservación del objeto artístico y monumental y el valor de la documentación y de los archivos.  Gomez -Moreno, arqueólogo e historiador sabio, estudioso de lo hispanoárabe, ligado a la Institución Libre de Enseñanza, copartiipe de los catálogos monumentales de las provincias españolas en tiempo de la Repúblicaa, había fundado en 1925, con Elías Torno la revista: El archivo español de Arte y Arqueología. Era académico de la Real Academia de La lengua y mantenía una tertulia con Angulo en la Institución Diego de Velázquez, que tenía entre los contertulios a Helena Gómez Moreno, Javier Sánchez Cantón, Juan Antonio Gaya Nuño y Rogelio Buendía, Cuando José Rogelio Buendía vino a Pamplona en 1959, tenía un largo bagaje de humanismo y cultura por sus relaciones intelectuales en Madrid.

    El amor al arte, la edición, la música y la fotografía le venía de cuna, desde la infancia, por sus orígenes familiares.  La publicación que comento informa de su nacimiento en Huelva, que fue su padre, Rogelio Buendía Manzano[3], médico y poeta ultraísta, y su madre María Luisa Muñoz de Vargas, novelista y poeta relacionada con la prensa onubense.[4] Había pasado su infancia rodeado de artistas.  Cursó el bachillerato en el Instituto de Segunda enseñanza de Huelva, la Asunción de Elche y Ramiro de Maeztu en Madrid

    PAMPLONA En su traslado a la Facultad de Filosofía y Letras de Navarra, medió el historiador Vicente Cacho Viu ; aceptó Buendía   la invitación de D.  Federico Suarez Verdaguer, que desde 1955 residía en Pamplona. Ejercía el cargo entonces de Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Antonio Fontán.  Podía considerarse una aventura docente universitaria de Buendía, también lo suponía para sus alumnos de primero y segundo de Comunes donde iba a dar sus clases y casi también para Pamplona, ciudad en la que en el año 1952 se había fundado el Estudio General de Navarra y tres años más tarde, el año 1955, se inauguraba la Facultad de Filosofía y Letra, pero que hasta. el año 1962 el Estado no reconoció oficialmente los títulos y había que revalidar las notas en la Universidad de Zaragoza. D Rogelio Buendía se incorporó en.1959 donde permanecería hasta 1967.

     MI RECUERDO:  Era juncal, de mediana estatura y expresivo rostro, le caía en la frente como una palmera un flequillo liso ladeado e indómito de pelo negro; el rostro bronceado y la cara expresiva de ojos algo miopes. Visto de lejos, por su figura esbelta, su paso rápido y su ademán inquieto de brazos y de manos ágiles, asemejábase – entiéndase como una licencia afectiva y nunca desdeñosa-a un banderillero. Todo en su físico renunciaba a la pompa. Era andaluz de raza y de ceceo. Nunca, pienso, quiso hacer resaltar todo lo que en su vida dinámica había acumulado en los libros y fuera de los libros, porque sus lecciones magistrales resultaban las propias de un artista y de un creador más que de un recopilador de textos. En Pamplona impartió las asignaturas de Historia General del arte, Historia de Arte Medieval, e Historia de Arte Moderno y Contemporáneo.  En las clases teóricas impartidas, se emocionaba al hablar de su materia, se conmovía. Más que frío conocimiento lo suyo era emotiva pasión, enamoramiento. Nunca llevaba fichas ni apuntes; trasmitía su asignatura con fogosidad contagiosa. En las clases prácticas intentaba diapositivas que aprendiéramos a localizar la obra mostrada y siempre había algún alumno que la reconocía y peroraba sobre ella, pero, si ninguno acertábamos, con el mismo entusiasmo incansable nos hacía averiguar por sus características   de que obra se trataba. Le gustaban los viajes de estudio, porque era partidario de contemplar la obra in situ y solía desplazarse con los alumnos a ver arte sobre el terreno: En los itinerarios por Navarra, Estella fue su predilecta; viajó con la clase a los alrededores, Huesca, Jaca, Bayona, y en viaje de fin de curso a Italia y a Grecia. Era moderno en su sentido de la pedagogía artística y practicaba la extensión cultural fuera del aula, así lo había aprendido de sus maestros en sus excursiones y visitas a exposiciones de pintura en Alemania, Italia y Madrid al Museo del Prado en Madrid. No he conocido muchos, es verdad, entre el gremio de profesores universitarios, rigurosos y serios, que explicara su materia de una forma tan poco convencional porque sabía mucho, pero al explicarlo, al menos en primero y segundo de Comunes, donde yo estaba, no podía contener su fuego y trasmitía un conocimiento más personal que el fría académico. No era rutinario era distinto y enseñaba distinto. Tenía en su forma de amar el Arte mucho de poeta, de contemplador. A partir de la aprobación en 1962 de los títulos universitarios en la ya Universidad de Navarra, estaba a cargo de dos cursos de licenciatura y doctorado en arte. Por su mediación compartía las clases, desde 1963, con D.  Juan de Contreras, marqués de Lozoya, jubilado de su cátedra en Madrid

    La pasión contagiosa del profesor Buendía prendió. De entre sus alumnos de Pamplona, dos de ellos alcanzaron el grado de Catedráticos de Arte, Conchita García Gainza, la primera mujer Catedrática de Arte en España, que impartió docencia en la Cátedra de Navarra y José Manuel Cruz Valdovinos, catedrático de la Complutense de Madrid.

    En 1967, mediante concurso oposición, D Rogelio Buendía entró a formar parte del cuerpo docente de Agregados de Filosofía y Letras. en la Universidad de Madrid. Se despide de Navarra y traslada su residencia a Madrid. En esas fechas se había creado en la Universidad de Madrid la especialidad de Historia del Arte y y Rogelio impartirá la asignatura en sus aulas. Desde esa fecha, la vida profesional de D Rogelio Buendía se desarrolla fuera de Navarra. Informa la publicación que permaneció, desde 1967 a 1974, en Madrid, como profesor agregado de Historia del Arte. Impartió Cursos de arte para extranjeros en Cultura Hispánica, ICI y en la Universidad de Verano de Santander. Ganó en 1974 la cátedra de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, donde permaneció como catedrático desde 1974 al 76, En 1976 fue catedrático y vicedecano de la Universidad de Barcelona impartiendo la asignatura Arte Antiguo y Medio.  En 1982 volvió a Madrid, catedrático de Historia del Arte en la Universidad Autónoma donde en 2001 alcanza la jubilación para convertirse en Profesor emérito hasta 2019.

    En esa nueva etapa de Madrid, le vi dos veces más- Parecía por la cordialidad que todo seguía como si el día anterior hubiera asistido en sus clases en Pamplona. La primera ocasión fue en la Fundación March, en 1988, en la presentación del tomo relativo a Navarra donde Rogelio Buendía se responsabilizaba del Arte; que se sentía implicado en Navarra, demuestra que la Fundación le confiara el estudio. La segunda ocasión me citó en su casa de General Oraa, pero no recuerdo a propósito de qué, sí que era algo relativo a Navarra. o si fue para hablar del Retablo de Aralar, o para entregarle alguna publicación relativa a Navarra, seguramente sobre la restauración de El retablo de las Navas, que acababa de editarse o para embarcarle en alguna aventura en la que entonces estaba empeñada en la Asociación Cultura navarra de cuya junta directiva yo formaba yo parte- Fue la última vez que le vi. Acababa de jubilarse. Pensé que había envejecido bien, tenía el pelo blanco, pero seguía teniendo un atractivo juvenil y la misma empatía de cuando llegó a Pamplona. Hablamos de poesía y de su padre, no conocía yo entonces la poesía de su madre. Le pedí que me mandara un libro y al poco lo recibí: La Rueda de color, poemas ultraístas. Creo que la mujer de Rogelio está valorando la publicación de la obra de la Madre, María Luisa Muñoz de Vargas . Me siento en deuda.

    D Rogelio Buendía Núñez muere en Madrid, 2019

    La publicación lleva como homenaje la semblanza de un conocedor de sus etapas universitarias que glosa su figura. Matías Diez Padrón[5] escribe sobre su primera docencia en Madrid, José Manuel Cruz Valdovinos[6] recuerda su magisterio en Pamplona, Francisco Galante[7] lo hace de su legado en la etapa en la Universidad de la Laguna, Ximo Company[8] su dedicación en Barcelona y Alfonso Rodríguez de Ceballos[9] de la de Madrid. El texto, que me ha servido para recordar su paso por aquella incipiente Universidad de Navarra, documenta su currículum. Remito al texto y lo recomiendo a los que fuimos sus alumnos, o a los interesados en la historia del Arte, o del Estudio General y de la Universidad de Navarra. Incorpora fotografías y una extensa bibliografía 

     José Rogelio Buendía “Una vida para el Arte”



    [1] ÁVILA, Ana, José Rogelio Buendía, Una Vida para el Arte, Madrid, Editorial Doce Calles, P. 28

    [2] Ibid., P. 33

    [3]  O p. cit. pp.  155- 209 ; https://dbe.rah.es/biografias/9236/rogelio-buendia-manzano

    [4]  O p. cit. pp.170, 209-215.

    [5] Conservador técnico de pintura Flamenca y Holandesa del Museo del Prado. Miembro de l´Academie Royal d Árqueología et Historia d l Art de Bélgica, profesor en las cátedras de Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad Complutense y la Autónoma de Madrid

    [6] Catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid desde 1988 hasta 2007 es vocal, vicepresidente y presidente de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación del Patrimonio Histórico Español. Es miembro numerario del Instituto de Estudios Madrileños, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, académico numerario de la Academia de San Dámaso de la Archidiócesis de Madrid, académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid y miembro honorario de la Hispanic Society of America de Nueva York.

    [7] Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, profesor, investigador y consultor académico de la Katholieke Universiteit Leuven (KU-Leuven)

    [8] Catedrático de Historia del Arte Moderno en la Universidad de Lleida, miembro de la Real Academia de Bellas Artes San Carlos de Valencia.

    [9] Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.