miércoles, 23 de diciembre de 2020

NAVIDAD 2020

 CAMPOS DE REFUGIO 2020

Lo sé, no hay villancicos. Embellece la música la tierra, pero su armonía no puede consolar a un niño que, en el barro de un campo de refugio, se abraza a otro niño porno morir de frío y agua. Ni consuela al pequeño que llama a su hermanita y la busca por los barracones y no la encuentra, y su nombre no es nombre,nadie tiene el nombre entre los desaparecidos en las redes de los traficantes. Los niños y las niñas están sucios, no se sabe si el color de las manchas en sus piernas es sangre o es mugre, pero con los pies descalzos, encharcados sonríen, mientras hurgan entre la miseria y los harapos las cámaras de la tele de occidente. 
 
No voy a maldecir estas fiestas que no tienen la culpa, ni a escribir poemas justicieros y tristes de derrota, pero tú el símbolo de la hermandad, Navidad, Niño Dios te vas y te vienes mientras los niños siguen por ahí, perdidos. No es solución un puñado de buenas voluntades, aunque palien el olvido y la pobreza, es la equidad: Que ningún bloque, que ningún personaje quiera ser, quiera tener un trozo más de tierra, si derrumba y echa los seres que la habitan. Niño Dios ¿Dónde estás? Nace. Si estás allá en el cielo, manda a los ángeles de la empatía que sobrevuelen a los que los ignoran y desdeñan, que insuflen sentimientos a los poderosos de la tierra para vuelvan los ojos a la misericordia y salven a la infancia y a los seres humanos del pozo de los campos de refugio.
 
Gloria a Dios en las alturas, sí pero ¿qué pasa que hemos olvidado la paz a los hombres de buena voluntad? No hay buena voluntad ni internacional, ni nacional ni familiar ni personal. Los que siembran el odio, la rivalidad y la zizaña quieren poder. Poder sobre los países, sobre los bloques, sobre las familias y sobre las personas.
 
 ¿Qué tiene de cristiano el que encizaña y no para hasta que destruye la paz en las familias y en las personas?¿álguien puede decírmelo? No hay Navidad válida sin la segunda premisa y los que han sembrado y siembran la tristeza el odio y la cizaña, aunque vayan de cristianos no lo son. Es vileza,, destruyen. Eso no lo dices tú, Niño, lo digo yo que soy humana y me incendio.
 
 Mi sentimiento por todos los que faltan por la pandemia y mi gratitud a los que lucharon por ellos y por todos; los que salvaron a muchos arriesgando su vida propia. Esta Navidad 2020, unos por las pérdidas de sus seres queridos y otros por el aislamento, nos enfrenta a un mundo hostil. ¿Nos salvaremos? Echanos, Niño, una lluvia de voluntad, pero de la buena

miércoles, 9 de diciembre de 2020

MARÍA ANA SANZ HUARTE (1868´1936) EN PRIMER TÉRMINO, MUJER Amelia Guibert, Eirene Editorial, 2012.

 


MARÍA ANA SANZ HUARTE (1868´1936) EN PRIMER TÉRMINO, MUJER Amelia Guibert, Eirene Editorial, 2012.

Irene Editorial es una apuesta ya larga en éxitos de Consuelo Altable, editora y fundadora que quiso crear una editorial presidida por valores como el amor, la consciencia y la compasión y añadió un lema a su Editorial: “Ama la Literatura porque leer es vivir”. La autora, de este estudio biográfico, Amelia Guibert Navaz, compañera mía de la Universidad de Navarra, ha ejercido la cátedra de Historia como profesora en institutos de Enseñanza Media en Pamplona, Laredo, Vitoria y Santander y forma parte de la quinta generación de una familia de docentes a la que pertenece la biografiada, su abuela materna, Ana María Sanz Huarte, pedagoga y reformista social nacida en Pamplona en 1868. Su relación familiar nos aproxima al personaje y hace que sea especialmente oportuno este trabajo de investigación, ya que la autora añade a sus méritos como historiadora el conocimiento de la personalidad y pensamiento de Sanz Huarte, y aporta numerosos testimonios familiares y documentales, fotografías, reseñas de prensa, publicaciones en revistas y referencias bibliográficas del archivo familiar.

Ana María Sanz Huarte fue una eminente maestra que supo aglutinar en su proyecto educativo y social a las instituciones y a amplios sectores de la ciudadanía navarra; una mujer singular por su capacitación intelectual como maestra de maestras y porque desarrolló en Pamplona una labor pedagógica renovadora a través de la dirección de la Escuela Normal y un reformismo social, muy en la línea del siglo XIX principios del XX, en el que las instituciones benéficas, caritativas y filantrópicas fueron instituidas y ejercidas por mujeres cultas y con fuertes preocupaciones sociales. Actuó así Sanz Huarte y puso su pensamiento y su acción al servicio de la sociedad navarra, provincia donde la presencia pública de la mujer ni fue lo habitual ni era lo esperado. Debió de hacerlo eficazmente con diplomacia y mano izquierda, ya que supo hacer colaborar con ella a la Diputación de Navarra, al Ayuntamiento de Pamplona y a sus autoridades. Irradió cultura desde la dirección de la Escuela de Magisterio de la Plaza de San José. Su pensamiento pedagógico, primero como profesora de Letras y posteriormente como directora de la Escuela Normal de maestras, estuvo influido por el afán de renovación pedagógica de la ILE, aunque, entiendo, su soporte ideológico no fue laico, como era el de la ILE, sino cristiano.  Su reformismo social siguió la estela de Concepción Arenal, a la que Ana María cita y, aunque no lo cite, el de la Duquesa de Mina, la otra gran filántropa del siglo XIX, ambas liberales. Sanz Huarte mostró preocupación por mejorar las condiciones de vida de sus contemporáneos más necesitados, mostrando particular preocupación por las mujeres y los niños.

Los antecedentes familiares maternos del apellido Huarte parecen condicionar su adscripción al pensamiento liberal, ya que liberal fue su abuelo materno que luchó con Mina, “el estudiante” y después con Francisco Espoz y Mina en la Guerra de la independencia y en la campaña contra los absolutistas en Barcelona en 1822; Juan Huarte, como muchos liberales, sufrió destierro en Bayona en 1823 con el triunfo del absolutismo de Fernando VII: Murió en Estella luchando en la Guerra Carlista. Casado con la catalana Josefa Callis, también la filantropía le viene de familia a Ana María Sanz, ya que su abuela Josefa fue mujer fuerte, condecorada con la placa de la Cruz Roja española. El matrimonio Huarte Callis tuvo cuatro hijos, a los hijos se debe la fundación del Colegio Huarte, un prestigioso centro privado de Pamplona para la enseñanza de párvulos que en el que los cuatro trabajaron, también la menor, Mercedes, la madre de Ana María Sanz Huarte, que dirigió durante medio siglo las aulas de niñas del colegio. Si la vocación liberal y pedagógica le viene por la rama materna, la paterna le aporta las dotes artísticas y la pedagogía del arte, pues su abuelo paterno fue pintor y profesor de la primera Escuela Pública de Dibujo en Pamplona, profesión que también eligió su hijo, el padre de Ana María, Mariano Sanz Tarazona, pintor y profesor de dibujo del Escuela Municipal que llegó a dirigir.

La genealogía y descendencia de Ana María es ampliamente tratada por Amelia Guibert. Si me he entretenido en citar los orígenes liberales de los abuelos de Ana María Sanz Huarte, es por mejor entender su obra, ya que la ilustración de la mujer- y más en Navarra- fue poco habitual y solamente suele darse en familias de pensamiento liberal. No sorprende así que todos los hijos del matrimonio, incluyendo las chicas, estudiaron Pedagogía y la ejercieran. Tampoco fue habitual la presencia de la mujer en actos institucionales públicos, como ilustran las fotografías de que Amelia Guibert aporta.

Ana María estudió en el Colegio Huarte de su familia y posteriormente cursó Magisterio en Pamplona, Zaragoza y Madrid en los grados elemental, superior y normal con la titulación de sobresaliente. Se casó a los 22 años (1890) con Teodoro Navaz Huici, técnico de Diputación; formaron matrimonio muy bien avenido y fueron padres de 10 hijos. Hizo compatible la maternidad de los cinco hijos primeros ejerciendo la docencia en el colegio Huarte y preparó en Madrid las oposiciones a la Escuela Normal de Pamplona, que ganó en 1901 ejerciendo la cátedra de Sección de Letras. Y porque siempre contó con el apoyo marital, siguió compatibilizando su vida profesional y privada con eficacia.  Perdió el quinto hijo, entonces el más pequeño, mientras se preparaba en Madrid para opositar a la Escuela Normal. Ese sentimiento doloroso agudizará su sensibilidad materna, apunta Guibert, empeñando su afán en la protección de la infancia y en evitar la mortalidad infantil, entonces muy habitual. En 1006 ascendió a directora de la Escuela Normal de Maestras en la Plaza de San José

Su pensamiento como docente es coincidente con las teorías pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza y de D. Francisco Giner de los Ríos en cuanto a la reforma educativa institucionista. De corte institucionista- entiendo- son los viajes de estudios con alumnas de la escuela a Navarra, País Vasco y Zaragoza, la participación de Congresos educativos, el estudio y la preparación continuada, la creación de colonias escolares y escuelas de verano, el rechazo del lema de que la letra con sangre entra, la creación de bibliotecas volantes y el amor a la lectura, especialmente de los clásicos españoles  que potencia actuando como jurado en premios literarios y como conferenciante  en el Ateneo, el Colegio de Médicos y asociaciones culturales. Es miembro del patronato de honor del Ateneo de Navarra. Dice en el Ateneo:

El libro es el mejor amigo del hombre., silencioso cuando no se le inquiere, elocuente cuando se le pregunta, sabio, como si jamás sin fruto se le pide consejo, fiel que nunca vendió su consejo de quien le trata regocijado con el alegre, piadoso con el dolorido y han humilde que nada pide ni ambiciona”

Los actos públicos y conferencias dadas están documentados por Guibert con amplias citas de los textos.

Como docente su acción principal fue la educación de la mujer en la Escuela Normal de maestras. Pasará bajo su dirección de Escuela Elemental a Superior. Inculcó, además de la exigencia académica, la implantación de valores éticos entre sus alumnas. Participó en dos Congresos Pedagógicos, en 1908 en Zaragoza y en 1920 en Palma de Mallorca, exponiendo en sus ponencias la educación de la mujer como mujer y como maestra, según teorías y prácticas docentes renovadoras. Así, las escuelas anejas de San Francisco se convirtieron en centros de renovación educativa. En 1920 creó la Asociación de Antiguas Alumnas de la Escuela Normal, de la que se servirá como respaldo en muchas de las obras sociales. También en 1920 es la inauguración de la biblioteca de la Escuela Normal, que albergaba obras pedagógicas, científicas y literarias y de la que fue nombrada Presidenta de Honor y respaldada por Diputación con poder usar el Sello   con el Escudo de Armas de Navarra. De esas mismas fechas es la creación de la Escuela de Hogar para obreras, relacionada con la Asociación de Antiguas Alumnas de la que será Presidenta Honoraria. Se trataba de enseñar a las mujeres obreras elementales conceptos de instrucción, tanto de cuidados domésticos como conferencias divulgativas, cocina, o nociones sanitarias, para que educaran y protegieran mejor a sus hijos y tuvieran mejores condiciones de vida tanto ellas como su familia.

Apuesta por Navarra. Todas estas iniciativas tenían amplio respaldo en la radio y prensa local donde actúa como articulista o narradora. Muy navarra ejerciente, y como tal defensora de las tradiciones y de la Historia de Navarra de la que era conocedora, fue gran defensora del euskera. Consideraba que debía crearse en las Escuelas Normales una Cátedra del Vascuence, para que las maestras pudieran dirigirse a los niños en su lengua. Participó en el movimiento ciudadano para su conservación y difusión y se van a crear Cátedras en el Seminario y las Escuelas Normales, esta última sin titular hasta 1922.

Si con la Escuela de Hogar la Escuela de Magisterio y su directora se preocuparon por la mujer, es ahora con los niños cuando va a mostrar Sanz Huarte su carácter de mujer madre

Influida por Concepción Arenal, tuvo ocasión de practicar la compasión ante la delincuencia intentando, sin éxito,  impedir la pena de muerte de un joven, Juan Gastón, empeñando todo su esfuerzo en salvarlo. Escribió una carta a la reina Isabel II, a través del marqués de Vadillo y artículos en prensa, involucrando a la sociedad pamplonesa. Y es que, mujer activa, no dudó en defender sus ideas a través de cartas, artículos en prensa y actuaciones personales. Frente a la delincuencia juvenil, entonces frecuente, formó parte en 1923 del primer Tribunal del Menor, pues consideraba que los chicos y adolescentes menores de 16 años no deberían ir a cárceles de adultos donde el mal se aprende, sino a reformatorios que emprendieran con ellos una acción de rescate, aportándoles instrucción y buenas costumbres con terapias dirigidas a la reinserción en la sociedad a fin de sacarlos de la marginación y la pobreza. A la falta de atención familiar de los niños, no dudó en pedir que los padres perdieran la patria potestad, si era preciso para el bien del menor.  Antibelicista, estuvo en contra de la guerra de Africa.  Miembro de la Cruz Roja, visitaba enfermos, acudía a las cárceles y practicaba la caridad.

Esa fusión de renovación pedagógica, de reformismo social y caridad personal - entiendo- constituye la base del pensamiento de una mujer inmersa en las ideas pedagógicas del liberalismo institucionista, y al mismo tiempo de la preocupación social hacia las capas más desfavorecidas que fue compatible con una visión cristiana de la vida.  Como es sabido, la pedagogía de la INLE se consolidó en una burguesía ilustrada laica y la acción pedagógica y reformista de Saz Huarte estuvo dedicada a mejorar las condiciones de los desfavorecidos sin recursos, conforme a sus creencias en un humanismo cristiano.

Uno de los grandes méritos- entiendo - de Ana María Sanz Huarte fue conseguir el apoyo de las instituciones, personas y colectivos a las iniciativas que se emprendieron a través de un centro oficial, La Escuela de Magisterio. Consiguió, con diplomacia y mano izquierda, la protección de la infancia a través de las Instituciones oficiales, o sea la Beneficencia, que es como Arenal había llamado a la ayuda que se ejerce desde las Instituciones públicas Si a la ayuda de Instituciones oficiales podríamos llamarle obra benéfica, también consiguió implicar personas influyentes, a los conciudadanos pamploneses y a ella misma. Podríamos y decir que hizo compatibles en sus iniciativas la beneficencia, la filantropía y la caridad.

 Hizo siempre uso de su tesón y su personalidad y tenía el convencimiento de que otra sociedad mejor era posible. Fueron de su iniciativa cuatro instituciones para los niños de las escuelas: Cantinas escolares. Colonias escolares. Ropero escolar. Escuela de verano

Las Cantinas escolares en 1908, creadas a fin de remediar el hambre al que la pobreza reducía a los niños fue un hito de apoyo a la infancia necesitada. De todo ello da cuenta Guibert en esta biografía muy documentada, del éxito oficial de la inauguración, del nombre de las personalidades asistentes al acto y del número de niños sin recursos que pudieron beneficiarse del comedor escolar. Para ayudar a sostener las Cantinas Escolares, escribe, hubo actos organizados becerradas, tómbolas, muy apoyadas por la ciudadanía. En 1912 desde la Escuela de Magisterio se promueven, con el acuerdo del Ayuntamiento y Diputación las Colonias Escolares que llevan a niños de toda Navarra a gozar de los beneficios del sol y para el que se solicita y se reciben apoyos económicos de particulares y se organizan actos festivos para mantenerlos-Una tercera institución fue el Ropero Escolar, Ropero del niño Jesús, a fin de proporcionar a los niños de las escuelas Públicas, ropa, calzado y abrigo. Iniciativa para los niños fue también La Escuela de Verano para que no estuviesen vagando por las calles.

En una ciudad sin Universidad, la Escuela de Magisterio sirvió de cátedra. Entre los nombres que Amelia Guibert cita del claustro de profesoras, figura el ilustre apellido institucionista: Ontañón. Imaginamos que se trataría de Juana Ontañón Valiente que estuvo de maestra en Pamplona hasta 1933, que había sido compañera de María de Maeztu, que en esas fechas fue destinada a Madrid y después de la guerra sufrió el exilio en México. No es extraño que la Escuela de Magisterio intentara hacer compatible la ILE con la tradición navarra, más conservadora de pensamiento, e irradiara cultura y buen hacer, ya que nunca Sanz Huarte tuvo problemas políticos, pese a la conflictividad de la época, o al menos Guibert no lo apunta. Cesó Ana María Sanz Huarte en la dirección de la Escuela de Magisterio durante la República, aunque siguió como profesora. Las obras benéficas de las que hablamos son anteriores al 31 y me queda la duda de saber si el catolicismo social, que era el que practicaba Sanz Huarte, tuvo que ver en la destitución como directora, o fue ya su edad algo avanzada, 63 años, pero nada dice Guibert del tema. Fue entonces el director Mariano Sáez Morilla, fusilado posteriormente en la Guerra civil, y subdirector el geógrafo Leoncio Urabayen. El claustro apoya a Ana María Sanz Huarte, en 1934 como vicedirectora. Es miembro desde principios de siglo del consejo Provincial de  Primera Enseñanza  y profesora de Pedagogía. Profundamente religiosa, incitaba en sus conferencias más que a prácticas pietistas a acción social cristiana. Si bien no se opuso a la desaparición de la Religión del currículum, se preocupó en la formación de catequistas fuera de las aulas, pues consideró importante la educación religiosa.

FEMINISMO MATIZADO

 Entiendo que su forma de entender la vida y la mejora de la condición de la mujer no la llevó a posturas que podíamos llamar activistas y que ella consideraba radicales, así su feminismo -entiendo – es contradictorio. Se declara a favor de la igualdad de derechos de la mujer, por tanto, de cambiar los artículos de los Código Civil y Penal que la discriminan; fue partidaria de la emancipación económica de la mujer y de su derecho al trabajo; creyó en la actuación de la mujer en la sociedad y no solo en el ámbito privado.  Pero su postura es conservadora en lo familiar y moral– es opinión mía- y juzga con dureza alguna de lo que entiende veleidades frívolas que, aventura, pueden suponer el abandono de lo más fundamental en la mujer que son los hijos y la familia. Su modelo de mujer es Concepción Arenal, a la que dedica una extensa conferencia que inaugura el ciclo de conferencias en el Centenario de la pensadora que organiza la Escuela Normal en 1820. Es interesante saber cuales son las cualidades además de las intelectuales, que Sanz Huarte, admira y dice deberían las mujeres, como Arenal, que nunca abandonó a sus hijos, ser:

Dulce, casta, grave, instruida, modesta, paciente y amorosa, trabajando en lo que es útil, pensando en lo que es elevado, sintiendo lo que es santo, alimentando el fuego sagrado de la religión y el amor oponiendo al misterio la fe, la resignación al dolor, y a la desventura la esperanza

 Pensamos que fueron esas cualidades que admira en Arenal parte del carácter que ella misma tuvo y por lo que su nieta, Amelia Guibert Navaz, subtitula su biografía: En primer termino mujer. Fue moderna en lo renovador de la pedagogía, activista social en su vida pública. En su vida privada, proyectada en sus obras institucionales, quiso que las cualidades de mujer madre cristiana y caritativa fueran ley. Vivió con alegría su matrimonio y su maternidad, perdiendo a su marido en 1932. Hizo estudiar a sus hijos e hijas, Teodoro, Mercedes, Carmela (novelista que firmó con el seudónimo de Carmela Saint Martín) José María, María Juana, María Ana, Amelia, Isabel y María Esther. En su vida privada hizo lo requerido: que la postura tradicional de una mujer madre y esposa fueran lo más esencial de su carácter.

Como mujer inteligente es contradictoria y no monolítica. Respecto al derecho al voto de la mujer afirma que tiene tal derecho, pero entiende que la realidad social no es la adecuada para ejercerlo. No lo hace con los argumentos de Kent – que serían los opuestos en razón de que la mujer estaría supeditada a opiniones ajenas, o que no está preparada para votar, que Sanz Huarte contradice con argumentos, pero no considera -contradiciéndose a su misma- que estén preparadas para votar de una manera consciente y firme, ya que sobran “mesnadas manejables y vendibles”. La postura es contraria a la otra navarra republicana importante familiar de Ana María, la abogada navarra Matilde Huici, miembro del Lyceum y militante socialista (es opinión mía) Son tiempos de debate ideológico entre las propias mujeres, cuyas posturas demuestran que la alta capacitación profesional puede llevarlas a posturas femeninas o feministas diferentes. Si ser feminista es luchar por la igualdad de derechos de la mujer y su inclusión en igualdad en la sociedad, si lo es la mujer que hace avanzar el colectivo, Ana María Sanz Huarte fue feminista, aunque matizada por una visión tradicional de la familia. Murió rodeada del amor de los suyos en Pamplona en mayo de 1936 y hasta días antes estuvo impartiendo conferencias y clases

El Estudio de Amelia Guibert Navaz,  hija de Amelia, apoya la biografía de su abuela materna con textos de dicursos, citas, fotografías, reseñas, y nos muestran a Ana María Sanz Huarte como una personalidad de mujer navarra importante que debería ser rescatada del mutismo y el olvido. Su labor de maestra repercutió en una nueva generación de maestros, los maestros de la República, que trasformaron el panorama educativo de España. Y su labor social sigue siendo un ejemplo en una Navarra hoy rica y trasformada, ante las deficiencias que todavía asolan a las prósperas ciudades españolas y a los marginados de nuevo cuño. Una lectura que recomiendo.

   

domingo, 1 de noviembre de 2020

Clara Campoamor: El Voto Femenino Y Yo, Mi Pecado Mortal

 

 


Lectura esencial, la autora Clara Campoamor documenta con sus propias palabras el hecho que se convirtió en motivo de debates airados, y aún hoy manipulaciones y discusiones: El voto de la mujer 

Clara Campoamor lidió con altura y consiguió el voto para todas las mujeres, aunque, como afirma, conseguirlo fuera el pecado mortal que le supuso su condena política, su pérdida de escaño en las filas del Partido Radical, su renuncia a la militancia en dicho partido y la imposibilidad de que volvieran a brindarle un puesto en otro partido político, y que ella intentó con Izquierda Republicana infructuosamente, sufriendo mofa de las propias mujeres. Campoamor consideraba el aburguesamiento de los hombres progresistas de su partido, sus mentiras de poltrona. Vista desde los aplausos feministas de hoy,  resulta triste, si se hace memoria de la amargura de esa derrota y del ostracismo sufrido. No pudo volver a España, ni conoció nuestra democracia, ni la valoración máxima de su figura, pues falleció en su exilio de Lausana en 1972.  Al ser hoy día una figura tan comentada, quiero acercarme a este texto como si no existiesen estudios previos para poder juzgar objetivamente el texto, y tomo los contrastados datos de la excelente biografía de Concha Fagoaga y Paloma Saavedra: Clara Campoamor la sufragista española, publicado por el Instituto de la mujer en 2006,de otros de Isabel Lizarraga Bizcarra y Juan Aguilera Sastre, Clara Campoamor, la forja de una feminista, publicado la misma editorial Renacimiento en 2019. He utilizado igualmente la ficha de la masonería.                                                                                                                                               

 Nacida en Madrid en 1888, huérfana muy temprana de padre tuvo que abandonar los estudios y ganarse la vida como modista, dependienta de comercio y telefonista. Tenía espíritu de superación y, tras dos oposiciones, consiguió ser funcionaria en el cuerpo de Correos y Telégrafos en 1909 y profesora de Taquigrafía y Mecanografía en las Escuelas de Adultas de Madrid en 1014. Simultaneaba los trabajos con la secretaría del periódico la Tribuna. Desde 1919 frecuentaba el Ateneo de Madrid, lo que le dio la oportunidad de participar en los debates y relacionarse con políticos. Hacia 1921 inició sus colaboraciones periodísticas en La Tribuna, Nuevo Heraldo, El sol y El Tiempo, tratando temas reivindicativos sobre las mujeres y sobre la infancia, siempre con visión social y progresista. En 1922 entró en contacto con agrupaciones feministas y participó en actos públicos contra la prostitución de la Asociación Abolicionista junto a Elena Soriano y María Martínez Sierra (Lejárraga). Consciente de su falta de estudios, cursó a los 35 años el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, terminando en 1923 en el Instituto General y Técnico de Cuenca. Se opuso en 1923 al golpe de Estado del General Primo de Rivera que disolvió el Parlamento e instauró un Directorio Militar al que los intelectuales, y entre ellos los del Ateneo, se oponían. Tenaz, siguió estudiando. Cursó Derecho en la Universidad Oviedo, que finalizó en la Universidad Central de Madrid en 1924, ingresando seguidamente en la Real Academia de Jurisprudencia; en 1925 se dio de alta en el Colegio de Abogados de Madrid ejerciendo la abogacía. La oposición a la Dictadura se endurecía y el General Primo de Rivera eligió por su cuenta a la Junta directiva del Ateneo de 1926 en la que incluyó el nombre de Clara Campoamor, que no lo acepta. Tampoco aceptó formar parte de la Asamblea Nacional, iniciativa del General, que sustituía a las Cortes democráticas.  Rechazó igualmente la Cruz de Alfonso XII que llevaba aparejado el premio otorgado por la Academia Nacional de Jurisprudencia. Las posiciones políticas de Campoamor iban derivando en una clara defensa a favor de lo que entendía como valores republicanos, y en esa línea actuó como abogada defensora en la causa de dos de los condenados por la sublevación de Jaca en contra de la Monarquía para los que se pedía la pena de muerte. En la misma actuación republicana de Jaca la sublevación de San Sebastián en la que se implicó su único hermano, Ignacio, condenado a cadena perpetua. Sus actuaciones avalan su profesionalidad como abogada y su cada vez más militancia social y política republicana. En 1930 es nombrada delegada del Tribunal de Menores, y ponente del Congreso de la Sección Española de la Unión Internacional de abogados. Su interés por la política sigue creciendo y en 1930 funda y preside la agrupación Acción Republicana Femenina. En abril de 1931 con la marcha de rey Alfonso XII se instala en España la II República. El Gobierno provisional republicano aprobó una reforma de Ley electoral en la cual podían vota los varones mayores de 23 años, pero no las mujeres, aunque si podían ser elegidas. Integrada en el Partido Republicano Radical de Lerroux, se incorpora a la masonería en 1931 y concurre a los comicios en una candidatura formada por tres partidos, El Partido Republicano Radical, el partido Republicano Radical Socialista y Acción Republicana, siendo elegida por Madrid en las elecciones del 28 junio. Conseguido por su lucha el voto de la mujer, perdió Campoamor el escaño en las elecciones de 1933.

El Texto

Clara Campoamor: EL Voto Femenino Y Yo. Mi Pecado Mortal, Editorial Renacimiento. Biblioteca Histórico, 2º edición, España 2018. Se trata de una publicación de 270 páginas lleva el prólogo de a presidenta de la asociación Clara Campoamor Blanca Estrella Ruiz Ungo.

La publicación abarca desde esa etapa en que fue elegida como  miembro del Consejo Constituyente de la Constitución de 1931, y narra los debates parlamentarios, la votación con el triunfo por escaso margen del derecho del voto femenino, los nombres de los diputados cuyo voto fue afirmativo y de los que fue negativo, la pérdida del escaño en las siguientes elecciones, la colaboración con el Gobierno de Coalición de Partido Radical con la Ceda, su dimisión del Partido Radical, su vano intento de ser aceptada por otro partido Era desde 1934 fue una republicana sin partido. Estaba convencida de que, pese a su fracaso personal, había aportado lo mejor de si misma a la República. Las elecciones de 1936 demostraron que no precisamente el voto de la mujer era conservador, como oponían sus detractores, sino que dieron la victoria, con votos también femeninos, al Frente Popular. Este texto fue terminado en mayo de 1936, fue pues escrito antes de la Guerra civil y se inicia con las elecciones que le dieron el escaño.

 El primer capítulo justifica su acción política:    

 Mi    pensamiento era más político y nacional, más amplio y objetivo que el concreto feminista” (p.33)

El texto narra que que, con la llegada de la República, en mayo de 1931 se anunció la publicación de un decreto del Gobierno provisional convocando a elecciones de Cortes Constituyentes y modificando la ley electoral de 1907. Esa nueva ley concedía el voto a los varones mayores de 23 años y eran elegibles las mujeres, pero no les concedía derecho a participar como votantes. Las elecciones se efectuaron y Clara Campoamor fue elegida por Madrid alcanzando escaño por el partido Radical Republicano que presidía Alejandro Lerroux. No fue la única mujer elegida, Victoria Kent lo hizo por el partido Radical Republicano Socialista. Posteriormente se incorporó Margarita Nelken por el partido Socialista. Campoamor intentó incorporar a la mujer a la República con plenos derechos y empeña su lucha en que la mujer no solo pueda sea elegida, sino que tenga derecho al voto. Amonesta Campoamor en este texto a los varones de la República que quiso ser revolucionaria por esa omisión, considerando que han sido también las mujeres las que con los varones han luchado por los valores republicanos. Retrata a sus colegas diputados como monárquicos reconvertidos o republicanos burgueses que intentan que la mujer esté en una cómoda posición pasiva y no altere los planes masculinos ni plantee más problemas que los domésticos. Imaginamos que los argumentos condenatorios de este texto (es opinión mía) debieron ser posteriores a su elección como diputada, pues difícilmente lo hubiera logrado, se hubiera encontrado desde el principio con los mismos bloqueos que luego surgirían en el seno de los partidos, incluyendo el suyo propio, dadas las agrias discusiones  Pidió al partido Radical que la designaran para la Comisión Constitucional por su especialización en temas sensibles como lo son la mujer y de la infancia y el Partido Radical aceptó, ya que llevaba en su programa de igualdad de derechos de ambos sexos. Clara Campoamor cuenta que fue ponente constitucional en la Constitución de 1931. El texto que comentamos hoy es fundamentalmente un alegato de las razones jurídicas que motivaron su defensa del voto femenino. Nuestra opinión es que nada hay de romántico, en el sentido populista y fraternal, y mucho de espíritu ilustrado y concepción racional sobre la Nación y la República, entendida como derecho de ciudadanía que las mujeres, por la mera condición de ciudadanas, no podían ser excluidas. Dirá a la Cámara:   

 Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer y considero que sería un grave error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la Revolución francesa, será indiscutiblemente una fuerza nueva que se incorpora al Derecho y no hay sino empujarla a que siga su camino” (p.126)  

CPido yo misma aquí mis disculpas, pues no soy conocedora de la mecánica parlamentaria, pero afirma que ser ponente constitucional le daba derecho preferente a la hora de hacer uso de la palabra cada vez que fuera necesaria en el salón de las Cortes para defender las tesis de la Comisión y la facultad de contestar a todos los contradictores, lo que así hizo, por lo que agradece desde el texto al partido Radical su elección como ponente. Debió la Comisión trabajar con ahínco En el texto que comentamos incide también en los temas relativos a sus aportaciones en la Comisión Constitucional, que luego figuraron en la Constitución de 1931: igualdad civil del matrimonio, condena de la prostitución, derecho de los niños a conocer a su progenitor, por tanto, derecho investigación de la paternidad, también la modificación del artículo 23, para que la mujer no perdiera su nacionalidad si casaba con un hombre extranjero. Más difícil, y causa luego de los problemas fue el artículo 25:

No podrán ser fundamento de privilegio jurídico, el nacimiento, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las creencias religiosas.                                                                                                              Se reconoce en principio la igualdad de derechos

Sutilizas legales, la afirmación de Clara Campoamor fue que  ese en principio contradice lo anterior, pues o bien se incluye el sexo en la primera premisa o bien no puede entenderse como igualdad si va precedido por en principio, ya que “se trata de una declaración en constante devenir que a cada paso, a cada conquista debería ser examinada discutida y aprobada o no, según la disposición de ánimo de los otorgantes en turno(p.53).No logró Campoamor la modificación del texto y pasó así a la cámara en junio  y a discusión  en el parlamento en agosto. Una de las aportaciones más   valiosas de este texto es la publicación integra de los discursos pronunciados defendiendo sus tesis o rebatiendo las contrarias que la demuestran como brillantísima oradora, polemista humilde y no obstante contundente y eficaz. El concepto de Derecho, entendido desde la razón de las leyes y su justicia, atraviesa todos los discursos pronunciados en el Congreso y los argumentos que va a esgrimir en la defensa de la incorporación de las mujeres con pleno derecho a la República. Entiendo que son documentos históricos. Su situación privilegiada añade a las mujeres que la precedieron en la lucha por la igualdad la profesionalidad de la abogada que conoce la argucia de las leyes y de los parlamentarios y maneja la oratoria y sus recursos, el tesón de una luchadora que se está midiendo en igualdad profesional con sus contemporáneos masculinos segura de sí misma y de la razón justa de su lucha. Y lo hace utilizando las plataformas que le brindan estar en el Congreso en igualdad con los hombres, militar en un partido político, El Republicano Radical, que inicialmente, aunque luego se echen atrás, la respalda e imagino que también por formar parte de la masonería española que tanto peso tuvo en su partido y en la II República.

Terminó este texto en 1936 antes de exilarse a París y posteriormente a Buenos Aires. No parecía hasta el momento de presentar para su votación definitiva en las Cortes el artículo 36 que iba a encontrar aparente oposición al voto de la mujer, tal y como lo planteaba la Comisión Constitucional. Sánchez Albornoz, primer interviniente por Acción Republicana estuvo conforme, ya que coincidía con el programa de su partido. También Gordon Ordás, del Radical, que afirmó que la mujer había sido víctima de la familia, de la tradición eclesial y del Derecho Romano. Fue un diputado del propio partido Radical, Álvarez Buylla, el que inició la controversia afirmando que la mujer española que cantó Gabriel y Galán merece respeto, pero que era retrógrada y un peligro para la República, ya que sufría la influencia de la sacristía y del confesonario. Así se inició en la Cámara la oposición al voto femenino. La postura del oponente avivó la polémica y cosecho muchos partidarios de la negación del voto. Con respecto al criterio de algunos diputados de que la mujer votaría aconsejada por el confesor, Campoamor afirmó que “En otras partes, digo yo, está el peligro del cura de la reacción, no en la mujer (P.109) y rebatió Campoamor al oponente en un extenso discurso e inicia el discurso con “Ciudadanos diputados”, un recuerdo de aquella ciudadanía que para su país consiguieron los ilustrados franceses y que, es mi opinión,  en el espíritu que anima a la diputada los recuerda. Les acusa de que, “en vez de imponer la doctrina de Cristo, hicisteis, como dice admirablemente Kéller, un pacto con el trono, y los pactos del altar con el trono, como él agrega, se han hecho siempre a beneficio del trono y con desdoro del altar “(p.68)

Son varios los argumentos y las bases del discurso de defensa que va esgrimiendo frente a sus opositores: Defensa de una República de todos los ciudadanos sin excepción. Defensa de la República como símbolo de racionalidad y derechos cívicos frente a la Monarquía. Defensa del laicismo frente al pensamiento religioso confesional en las instituciones. Defensa de los derechos de la mujer como ciudadana a participar en la República con igualdad con los hombres, sin condicionantes que aplazaran sus derechos, por tanto, al derecho de voto. Si eran iguales ante la ley, no podía existir ni condicionantes ni aplazamientos. Condena de la dualidad hombre mujer en la farisea presunción del hombre laico y liberal que confundía de talante igualitario con lo que era un desprecio y minusvaloración de la mujer Uno de los argumentos por parte de los diputados oponentes que más se escuchó es que, si la mujer hacía peligrar la República, había que aplazar para otras circunstancias mejores su derecho al voto. Campoamor tomó el turno réplica a cada intervención con distintos argumentos que apuntalan su defensa, afirma frente al señor Guerra del Río que quería aplazar la decisión del voto para otro momento: “Una mujer, dos mujeres ¡qué hacen en un parlamento de 465 diputados? Dar una nota de color, prestarse a una broma, es decir, contribuir a ese falso principio de igualdad de los sexos, ese que, como verdadero habéis votado ayer, señores diputados ( p.111) Al conservador  Ossorio y Gallardo contestó que España no podía ser una República aristocrática con beneficio para los varones (p.71) Se oponía también Acción Republicana y D Pedro Rico apoyaba su argumentación en que la legislación existente no podía resolver de un plumazo y convertirse en Derecho constitucional ya que la mujer había vivido en la esclavitud de la sumisión y no estaba preparada ( p. 112) Victoria Kent del partido Radical Republicano Socialista que se oponía a que figuraba el sexo en la enmienda y que Campoamor entiende como una argucia para oponerse luego en a votación definitiva, como así ocurrió, cuando  negó el voto de la mujer en igualdad de condiciones que el hombre, ya que con criterios selectivos ( es opinión mía) estaba de acuerdo en otorgar el voto a las mujeres obreras o a las mujeres profesionales, pero no a las mujeres comunes y corrientes, pues según ella, no tenían criterio. Hubo discursos tan atávicos algunos con ideas tan peregrinas (es opinión mía) con que el hombre debería votar a los 23 años y la mujer a los 45. Y quien cito el histerismo femenino. Como Kent, el D Rico consideraba que darle el voto era un peligro electoral

Dio apoyo a las tesis de Campoamor doctor Juarroz que afirmó que “las mujeres constituyen más de la mitad de la nación y no es posible hacer una labor legislativa seria prescindiendo de la mitad de la población. El partido Socialista estuvo dividido.  El discurso de la incapacidad de la mujer por falta de conocimientos políticos tuvo muy buena contestación por el D Ovejero, diputado del partido Socialista que afirmó que “en tiempos anteriores también se decía que los obreros no estaban preparados para votar, por falta de conocimientos y cultura y que los que implantaron el sufragio universal no pensaron en su incultura sino abrir con el derecho al voto una escuela de ciudadanía. Las versiones favorables al voto de la mujer, dice Campoamor, en el Partido Socialista, lo fueron en contra del muy influyente socialista Indalecio Prieto que siempre estuvo en contra e intrigó en su propio partido para impedir el voto afirmativo que abandonó la definitiva sesión del Parlamento.

En todos los textos de defensa de Campoamor existe la mitificación, o el símbolo de la República como logro máximo conquistada por todos y para todos, logro de lo que no había otorgado ni la Monarquía ni la dictadura, asegura, era bueno ganar a la mujer para la República. Como pensaron los constituyentes franceses, es opinión mía, tenía el convencimiento la diputada de que es la ciudadanía el derecho fundamental de la República española y la igualdad la base de esa ciudadanía. Mi intuición es que siempre tuvo como modelo el ejemplo de la I República francesa y quiso, al contrario de lo que había sido aquella, incluir en ella los derechos también de las mujeres que aquella excluyó.  Ese sentido de ciudadanía sin exclusión lo utilizará en su contestación a la enmienda presentada por Victoria Kent…que no hay tanto de la idea de feminismo “como la idea de ciudadanía, como el deseo de cooperar es establecimiento de este régimen que se han dado todos los españoles, pero al cual han construido en tantas formas y aspectos la mujer en las luchas por la República (p.93)                  Entiende el feminismo como idea del humanismo

Digamos también que la definición de feminista con la que el vulgo, enemigo de la realización jurídica y política de la mujer, pretende malévolamente indicar algo extravagante, asexuado y grotesco, no indica sino lo partidario de la realización plena de la mujer en todas sus posibilidades, por lo que debiera llamarse humanismo; Nadie llama hominismo al derecho del hombre a la completa realización” (p. 319

Recomiendo vivamente a los interesados y a las interesadas la lectura del documento histórico de este texto de Campoamor, ya que fuera de la manipulación de lo que hoy todos consideran suyo, la autora muestra cuando hubo de tesón en quien lo defendió y cuanto de manipulación en los que hoy día barren para casa. Y afirma la diputada que votaron a favor los socialistas, por la defensa del S. Ovejero a la cabeza, y las excepciones de algunos diputados que siguieron el ejemplo de Indalecio Prieto y abandonaron la sala. A favor todos los catalanes, de todos los matices en exclusión del S. Ayuso y Marcial que votaron en contra.  A favor Galleguistas; al servicio de la República; Progresistas y los partidos de derecha con los votos en contra de Royo Villanova y Lamammié de Clairac. En contra Partido Radical, Acción Republicana, Partido Radical Socialista con los votos a favor de Ruiz Funes, Villalobos, Barnés y Campoamor y del gobierno Alcalá Zamora, de los Ríos, Casares y Largo Caballero.  Se saldó a favor del sí por 20 votos. Prieto afirmó que se había dado una puñalada trapera a la República Era el 1 de octubre de 1931.

 La votación ganada promovió el escándalo y la algarabía en las Cortes y en los medios de comunicación y en la opinión pública, los más exaltados eran los republicanos radicales y los republicanos radicales socialistas que, como represalia, aseguraban que no harían ninguna concesión cuando hubiese que discutir las relaciones de la Iglesia con el Estado. Todos, también los de y los de Acción Republicana, consideraban que era el voto femenino un peligro para la República. Campoamor acusa de la agresividad que mostraron hacia ella sus compañeros, los burgueses republicanos a los que considera fariseos reaccionarios. La prensa se hizo eco de la controversia. No faltaron los ataques jocosos con falta de respeto a la ponente y las risas al hablar del debate de las dos abogadas, Kent y Campoamor. Los nombres que da Campoamor a favor del voto femenino nos hacen constatar que las cabezas más preclaras eran partidarios, entre otros Gregorio Marañón, o Claudio Sánchez Albornoz., Salvador de Madariaga, Ángel Ossorio y Gallardo, Niceto Alcalá Zamora, Melquiades Álvarez, Luis Jiménez de Asúa, Francisco Giner de los Ríos, Francisco de los Ríos, José María Gil Roble o Francisco Largo Caballero.

Pero disconformes con el resultado, y empecinados en que no fuera definitivo, buscaron los descontentos partidos republicanos nuevas tretas para obstaculizar el voto con una fórmula que limitara las constitucionales, presentando tres artículos adicionales a la Constitución, uno de ellos condicionando el voto femenino, presentado por en radical Sr Peñalba. Proponía que la mujer no pudiera votar hasta no haberse celebrado por dos veces elecciones municipales. Nuevamente Campoamor defiende en las Cortes la vigencia de lo ya votado, pidiendo a la Cámara el compromiso de no invalidar lo que ya estaba votado y defendiendo no ya el voto femenino sino la propia Constitución. Tras los debates, se requirió una nueva votación. Esta nueva votación no contó con las derechas, dice Campoamor, por haberse retirado de las Cortes en disconformidad con la política religiosa del Gobierno, lo que dio como resultado la victoria del sí, pero más ajustada. 131 votos contra la enmienda y 127 a favor. Campoamor da los nombres y el sentido de voto de los diputados. De la división de la Cámara da fe el nombre de los diputados, pues pese a su prestigio y su talante liberal eran partidarios del aplazamiento los institucionistas Francisco Giner de los Ríos, Eduardo Ortega y Gasset, y Claudio Sánchez Albornoz. Era el 1 de diciembre de 1931.

Rechazada y denostada pero todavía en el partido Republicano Radical Campoamor cuenta que perdió el escaño por Madrid en las elecciones de 1933. Es interesante leer sus reflexiones al respecto, acusa el fracaso de las izquierdas a su división, pero no hace reproches a la mujer por no haberla votado. Creo que este texto que hoy traigo, y que merecería más espacio, debería leerse para poder opinar con justicia sobre los merecimientos de la autora que casi en soledad luchó por conseguir el voto femenino. Tal vez resumo mal, pues todo lo que he recogido me resulta importante. Creo que el texto escrito por Clara Campoamor sirve para recordar quien votó a favor y quien no lo hizo, sin mentiras ni manipulaciones. Frente a la incomprensión social de los propios republicanos, pensó más en la Justicia de la Ley que en sí misma, en el Derecho a la igualdad que en el feminismo. Pero mi reflexión sobre su feminismo es clara: No es feminista todo el que presume de serlo, es feminista porque luchó desde el puesto que mereció por su esfuerzo en la vida por la dignificación de sus semejantes. Pensó como jurista y sintió como mujer, Creyó en la República como habían hecho los constitucionales de la Revolución francesa de la I República , por eso en otra de sus publicaciones habla de “La Revolución Española Vista Por Una Republicana”. Idealizó la República frente la Monarquía. Quiso integrar en la Constitución de 1931 a las en igualdad merecían ser dignificadas, y que no lo hicieron los Constituyentes franceses ni las Cortes de Cádiz. Sus argumentos son los de una ilustrada que, como los ilustrados defiende la libertad y la igualdad. Pero su sentimiento, que impregna sus razones son las razones feministas.

“Ni mi actuación anterior a las posibilidades que ofrecía la República, ni mi pensamiento al defender el voto en el parlamento, obedecieron principalmente a un convencimiento típicamente feminista, aunque esta sea su lógica traducción (p.319

    Fue primera y hasta ahora única mujer ponente de una Constitución española. Ni tan siquiera ocurriría lo mismo en la Constitución española de 1978