En
el principio estuvo Antonina, al menos en mi interés por el
conocimiento de lo que no sabíamos. Mujeres para la Historia
Lleva por subtítulo: Mujeres silenciadas del siglo XX. Y es
que Antonina Rodrigo fue pionera a la hora de rescatar los nombres
de los que poco sabíamos las españolas de antes de la Transición.
Nombres que nos abrieron la curiosidad por saberlas y apuntar los
nombres de mujeres que estaban al otro lado de lo oficial, en ese
peregrinaje por rescatar esa historia de las mujeres que acabo
siendo, para las españolas que estábamos estrenando libertades, un
camino a desbrozar. Y a seguir. El camino de ser una misma, no
importa si a la derecha, a la izquierda o en el centro o sin intentar
situación concreta: Ser.
Entiendo que puede, tras cuarenta años de democracia, resultar
exagerado lo que digo, pero no lo era. Mucho hemos cambiado las
mujeres en el proceso de renovarnos y mucho la sociedad , aunque no
tanto ésta en admitir el cambio. Quizá las ,al menos, dos
generaciones que nos continúan, no puedan entenderlo: El cambio ha
sido tan fuerte, tan constante , tan rápido y tal inteligente que
casi ni nosotras mismas lo podemos creer. Un gozo haberlo hecho, o
haberlo experimentado.
Tiene
la autora el don de la empatía. Unido al rigor de la búsqueda de
datos de las biografiadas, tras conversar con ellas en los casos
posibles, Rodriga ama y admira a las que retrata. Ese sentimiento de
complicidad puede ser contagioso y quizá ha despertado pasiones y
también animadversiones en algunos, ya que lo que retrata son
mujeres situadas en la segunda República Española. ¿Eran
republicanas?- Lo eran. ¿Eran mujeres?- Lo eran. Eran históricas-
Lo son. Mujeres de España, las silenciadas Sus nombres, publicados en 1979, o sea un año después de
aprobada la Constitución española de 1978 hablaban de unas mujeres
excepcionales”no sólo por su fortísima
humanidad, sino por su ser y su transcurrir en un mundo que
les fue doblemente hostil por las ideas que asumieron y defendieron y
por ser mujeres”
Y
es eso lo que
recalca, habla de “La
España silenciada, no
de la ya contada que
sabíamos.
En
un conglomerado que se llama España
nacieron y fueron.
La biógrafa de Mariana Pinada ,
del
doctor Trueba,
de Maríe Blanchard no ocultó
nunca su
compromiso con
la libertad “por lo que , como
dice Monserrat Roig en
su prólogo .”el trabajo de Antonina
Rodrigo adquiere un valor muy preciso y necesario; la
sustitución del tiempo del silencio por el tiempo de las palabras”.
Estábamos
ya en 1979 y era el tiempo de las palabras
La
publicación de la que dispongo es posterior, está editada en Madrid
1996 en Compañía Literaria, después de dos ediciones exitosas de
Círculo de Lectores, aunque me parece oportuno hablar de la fecha
inicial en que apareció, ya que fue mérito de Antonina Rodrigo
abrir una etapa valiente con
sus mujeres históricas. Son personajes de todos los ámbitos de la
cultura, de la política, de la escena, de la educación, de las
artes, algunas de ellas poliédricas. He
ahí la lista:
María Casares, actriz de Teatro ; María de Maeztu, pedagoga ; La
Argentina, danzarina; Margarita Xirgú, actriz de Teatro; Mª Teresa
León, creación literaria; Zenobia Camprubí, traductora, alma de J
Ramón Jiménez ; María Goyri , una de las primeras licenciadas en
Filosofía y Letras, profesora investigadora; María Blanchard ,
pintora; Mary Luz Morales, periodista; Victoria Kent, política,
abogada ; Federica Montseny, política, ministra ; Margarita Nelken,
política, diputada; Pasionaria politica, diputada; Enriqueta Otero,
miliciana..
Entre los nombres de las biografiadas por Rodrigo hay mujeres que
entrarían en lo que me he propuesto relativo al mundo de la cultura,
que no a la política, aunque algunas de ellas- como Nelken –
también escriban relatos y novelas. Pero quizá en este empeño de
mi blog sin censura de fijar las publicaciones antológicas sobre
mujeres quepa algo del fondo intra-histórico en el que se sostienen.
Y que alienta la creación de las que la sobrepasaron y fueron
Historia.
Eso pensé en la Residencia de Estudiantes cuando compartí cena a
cuatro con Antonina, Amparo Hurtado y una tercera profesora cuyo
nombre no recuerdo. Y lo volví a pensar, mientras en la casa
familiar de Antonina en Granada intercambiamos libros y mirábamos
la Alhambra.
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