La
Editorial Castalia, Biblioteca de Escritoras, con su Consejo Editorial inicial, sacó a la luz en Mayo de 1990 su
Nº13: Poesía Femenina En Los Cancioneros, edición,
introducción y notas responsabilidad de Miguel Angel Pérez Pliego,
Catedrático de Literatura Medieval en la UNED.
Dado
el tema a tratar, - Cancioneros- interesantísimo objeto de debate de
filólogos y catedráticos de altura como Ramón Menéndez Pidal, Emilio García
Gómez, Julián Ribera, Eugenio Asensio, Martin de Riquer, o Antonio
Rodríguez Moñino, entre otros, a la que esto escribe, aún
entendiendo la pretensión de que fuera una edición divulgativa, la
publicación se quedó muy por debajo de lo necesitado. Pienso que es
difícil aclarar la posición literaria de la mujer en los
cancionero si no se explica, aun sea levemente, la problemática
del origen de los poemas de los cancioneros, su supuesta filiación y la datación aproximada de los poemas anónimos recogidos. La
introducción, constaba de 26 páginas, y, aunque entiendo que es
complicado resumir todo el debate intelectual que existe sobre los cancioneros,
no se hace constar ni se toma postura. Recoge, eso sí, poema estimables.
Fueron escasas las voces de mujer en este siglo XV. Es sabido que la
mujer era objeto del amor cortés pero no sujeto, aunque hubo autoras incluidas en los Cancioneros con versos propios escritos con
motivo de fiestas cortesanas. Fueron notables
las justas y trovas de la Corte de Juan II o Enrique III de Castilla; de Juan
II de Aragón; del Príncipe Carlos de Viana o Leonor de Navarra,
hijos de la reina Blanca de Navarra y del entonces Infante de Aragón
Juan II, que, a la muerte de su esposa, será rey de Navarra. Trovas
que dan lugar a Cancioneros musicales. Y aunque
el autor no lo cuente, es la época del Renacimiento y del prestigio
del latín, de la cultura y la enseñanza, del Humanismo, las
latinistas y los latinistas. Reflejo de esta época es la
preocupación lectora de Isabel la Católica y lo son las justas y
juegos cortesanos de los que habla Jorge Manrique. Tiempo es de lectura
y también de escritura y de educación femenina, aunque fuera solo
para privilegiadas. Tiempo de la moda de lo italiano, con sus
fuertes lazos aragoneses. Y también del afianzamiento de la propia
identidad, del nombre y de la fama.
El
antólogo toma las voces femeninas de tres cancioneros, aunque cite
bibliografía del resto de los Cancioneros y bibliografía sobre los
estudioso de los mismos ; El Cancionero Musical de Palacio,
Cancionero Musical de la Colombina y el
Cancionero de Upsala. Divide su
estructura de tres apartados:
1) POESÍA FEMENINA CANCIONERIL 2) LA
VOZ DE LA MUJER EN LA LÍRICA TRADICIONAL 3) LA CONTROVERSIA MISÓGINA
O PROFEMINISTA
En
el primer apartado “POESIA FEMENINA CANCIONERIL, acompañando
nombres tan prestigiosos como el de Jorge Manrique, aparecen mujeres
nobles inspiradoras del canto de los trovadores pero también escritoras ocasionales que muestran cierta destreza métrica. Agrupará nombres
y poemas de mujeres, teniendo como inicio femenino 1403, fecha de la
Cantiga de despedida de Doña Mayor Arias a su marido Ruy González de Clavijo, que fue incluida en el
Cancionero General de 1511. Serán nueve nombres propios y tres
damas : Doña Mayor Arias; Doña María Sarmiento; La Reina Doña
Juana; la Marquesa de Cotrón; la Reina de Portugal; Doña Catalina
Manrique; Doña Marina Manuel; Branceira; Vayona, tres damas y
Florencia Pinar. Esta última es la representada con más poemas. Es
también la más valorada por la crítica posterior, al ser los
poemas menos circunstanciales.
En
el segundo apartado, LA VOZ DE LA MUJER EN LA LÍRICA TRADICIONAL,
son versos que, aunque no tengan autoría, pueden
entenderse como sentimientos expresados por mujeres ya que están
escritos como por boca femenina y desde el yo. Son albadas, poemas de
amigo, algunas glosas con tácitos sentimientos eróticos o imágenes
que los críticos consideran de doble sentido. Otros de quejas
amorosas o de rechazos. Tienen muy frecuentemente al amigo o a la
madre como confidente y recuerdan poemas de otras tradiciones
hispanas anteriores, como las preciosas y refrescantes jarchas o los
poemas andalucíes y sefardíes. Recoje 26 poemas con temas nunca han
dejado de ser actuales y que han sido retomados por grandes como
Bécquer o Alberti, así el de la Corza Blanca o “En
Ávila mis ojos”. Hay poemas de protesta contra el
hombre:“Enemiga le soy, madre”. Los
hay de inconformismo contra la situación: “No quiero ser
monja, no”, De ser malcasada”. Entre
los poemas se recogen
preciosas albadas:
“Al alba venid, buen amigo”; “Ya cantan los
gallos”. Son muy numerosos
los temas eróticos
y sus símbolos: “So
ell enzina, enzina”;” A los baños del Amor”;
“Perdí la mi rueca”;“Dentro en el vergel”;“Niña
y viña; “Soy doncella enamorada”;”Bésame y abrázame”;
Vi los barcos, madre; Con qué la lavaré.
No faltan los que
tratan de penas de amor: “Que me queréis
cavallero”; “Buen Amor no me deis guerra”; “Aquella
mora garrida”;”Ay, que no ay, más ay que no era”;
"Aquel caballero, madre"; "Si la noche hace
escura"; "Soy serranica". Finaliza este apartado con dos
poemas de afirmación del gozo: “A la sombra de mis cabellos”;
“No puedo apartarme” y dos de autoafirmación
personal: “Yo me soy la morenica”; “Dezilde
al cavallero”. Hay en definitiva una numerosa inclusión de
temas del sentir femenino, sea este escrito por las mujeres o no. No
podemos saberlo.
El
tercer apartado L A CONTROVERSIA MISOGINIA Y PROFEMINISTA es breve
aunque muy interesante tanto por los poemas como por la información
recogida por Pérez Pliego sobre la controversia sobre la mujer en
la literatura y filosofía que se remonta hasta la literatura latina, y que trae el prologuista a modo de apéndice ilustrativo ya que
daría tema para toda un estudio monografico. Esta polémica, que
aparecerá en poesía a mediados de siglo XV con
Coplas de las calidades de las donas o maldezir de las
mujeres del poeta catalano aragonés Pere Torroella, va a
desencadenar un agitado debate. De la polémica da cuenta esta
publicación que incluye las defensas y denuestos de Torroella;
Suero de Ribera; Antón de Montoro; Gómez Manrique; Hugo de Urríes;
Tapia; Hernán Mexia; Fray Antonio de Medina; Fray Iñigo de Mendoza y
Juan de la Enzina.
Y es que hay quien tiene sensibilidad suficiente para entender y escribir como si de ellas, las mujeres , se tratase:
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
Más quiero vivir segura
n'esta sierra a mi soltura,
que no estar en ventura
si casaré bien o no.
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
Madre, no seré casada
por no ver vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
y pues que tengo sabido
que la flor ya me la só,
dicen que me case yo:
No quiero marido, no
Gil Vicente.
Pues eso
Y es que hay quien tiene sensibilidad suficiente para entender y escribir como si de ellas, las mujeres , se tratase:
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
Más quiero vivir segura
n'esta sierra a mi soltura,
que no estar en ventura
si casaré bien o no.
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
Madre, no seré casada
por no ver vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.
Dicen que me case yo:
No quiero marido, no.
No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
y pues que tengo sabido
que la flor ya me la só,
dicen que me case yo:
No quiero marido, no
Gil Vicente.
Pues eso
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