martes, 7 de julio de 2020

Antonina Rodrigo : María Lejárraga, una mujer en la sombra. ( I ) o la historia de un vampirismo aceptado. (el subtítulo es mío)




María Lejárraga, una mujer en la sombra, Antonina Rodrigo:Vosa, Madrid, 1998, prólogo de José Prat y Arturo Pérez del Hoyo.
  O la historia de un vampirismo aceptado (es subtítulo es mío)
La presentación de la figura de escritora e investigadora de Antonina Rodrigo figura en numerosas entradas a este blog, a ellas remito, reiterando mi admiración a su persona y su obra.
Dije en una de mis entradas que la grandes aportaciones de Antonina Rodrigo a la historia de sus biografiados  no sólo eran su capacidad divulgativa, los rigurosos datos y el estudio del carácter de sus biografiados, sino su empatía con ellos. Rodrigo, pionera en las investigaciones de mujeres de la Edad de plata que luego muchas universidades han retomado, es imprescindible. Nadie como ella las ha aceptado, compadecido y ensalzado con justicia en sus biografías y sabe entender a los personajes desde su más profunda aceptación. Es el caso de esta biografía de María Lejárraga. Antonina Rodrigo bien podría cargar las tintas sobre ese otro personaje que fue el marido, Gregorio Martínez Sierra, al que yo considería un auténtico vampiro que se adjudicaba los logros literarios de su mujer como si fueran suyos, sino que, respetando el amor que le tuvo Lejárraga, Antonina Rodrigo no le juzga, solamente da los datos para que los lectores lo enjuiciemos. La historia de María Lejárraga y su extensa producción literaria ha pasado a la posteridad como obra de su marido, Gregorio Martínez Sierra. La ficha biográfica de la Real Academia de la Historia vacila en adjudicársela en su integridad a María Lejárraga, pese a que ya en su momento era voz pópuli la autora de los textos eran  María y no Gregorio. Los numerosos testimonios que aporta Antonina Rodrigo afirman la autoría en exclusividad de la escritora y, dado que yo me baso en su estudio, así lo trataré. Intentaremos aproximarnos a su vida y a sus interrogantes. Se da el caso, además, que Lejárraga fue feminista, y que fue elegida diputada por el PSOE por Granada ¿cómo podemos entender tal aparente falta de coherencia?  

Nace María es San Millán de la Cogolla en 1874, fue la primera de los siete hijos que tuvo la madrileña Natividad García, casada con médico Leandro Lejárraga. Allí vivió hasta los 4 años, que es su padre destinado a Buitrago, provincia de Madrid, y más tarde a Carabanchel, donde asiste entre sus pacientes a niñas huérfanas e incluseras del asilo. María juega con ellas, conoce el drama de los niños desheredados. En Madrid se emociona con el teatro navideño para niños, y pide un teatrillo de juguete, empezando a crear personajes con los que dialoga. No asiste a la escuela de primera enseñanza, su madre la  educó y además le enseñó francés que hablaba con fluidez. Estudió luego magisterio en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, fundada por el krausista Fernando de Castro, donde había estudiado su madre. Después cursó magisterio en la Escuela Normal Central de maestras de primera enseñanza de 1891 al 94. Al año siguiente oposita, obteniendo una plaza de maestra en la Escuela Modelo de Madrid donde ejerció de 1897 a 1907, fundando en 1999 una biblioteca educativa para facilitar a las niñas el acceso a los libros.
A Carabanchel venían de veraneo los Martínez Sierra, familia de industriales con siete hijos, cuyo trato frecuentaban los Lejárraga; María y el hijo mayor, Gregorio, se hicieron amigos, tenían aficiones comunes como el teatro y la Literatura. Gregorio había iniciado la carrera de Derecho, luego la de Filosofía, sin concluir ninguna de las dos. Era un joven enfermizo, primogénito de una familia afectada por la tuberculosis y con probabilidades de acabar teniéndola, enclenque y apocado, sus hermanos habían muerto o fueron luego muriendo por la tisis. María y Gregorio compartían lecturas, amaban a Shakespeare, les gustaba el movimiento modernista y se llevaban tan bien que escribieron juntos algún texto y cuentos y se acabaron haciendo novios. No se entendió muy bien, Gregorio tenía 20 años, María le pasaba seis; la familia de Gregorio era muy religioso, la de María no. El novio era enclenque, la novia vigorosa y activa. El matrimonio se efectuó y en estos primeros tiempos, y durante mucho tiempo, viven gracias al trabajo de María mientras Gregorio se afana en buscar actividades relacionada con gestiones literarias. Presenta María una novela Almas ausentes, bajo en nombre de su marido que fue premiada con 1000 pesetas, lo que dio al matrimonio cierto margen para decorar su casa. Desde siempre María firmó siempre, por propia voluntad, con el nombre de su marido excluyendo el suyo. La explicación según la autora es que, cuando publicó el primer libro con su nombre, ni siquiera en su familia la elogió y se llevó tal desilusión que nunca más quiso volver a firmar un libro, con lo que desde entonces firmó su marido, aunque fuera ella la que lo escribiera.
Las gestiones de Gregorio llegaron a buen término y en 1900 fundó la revista Vida moderna, que aunque solo publicó cuatro números introdujo a Gregorio en el mundo editorial. El Modernismo agrupaba además a importantes escritores como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaspesa o Salvador Rueda y la revista fue modernista. En 1903 creó Martínez Sierra una segunda revista modernista, Helios. María escribe a los corresponsales, traduce y establece lazos amistosos con escritores. De esa época es su entrañable amistad con Juan Ramón Jiménez, cuyas cartas entre María y Juan Ramón comenta y publica Antonina Rodrigo y que resultan sorprendentes por la confianza que demuestran con un persona tan enigmática y difícil como Juan Ramón. La amistad  se interrumpió por un mal entendido, parece que Zenobia y Juan Ramón debieron asistir y conocerse en las tertulias de los Martínez Sierra. Entre los amigos del matrimonio Rodrigo cita a Ramón Pérez de Ayala y Pedro González Blanco. también a Benito Pérez Galdós, que los estimaba con condescendencia. La relación estrecha con Jacinto Benavente fue anterior.
María seguía con su profesión de maestra y su escuela, aunque su trabajo se compaginaba con la creación literaria, en ese tiempo fundamentalmente de novelas, que  firmaba con el nombre de su marido; en ese tiempo nadie sospechaba de la autoría. Hay críticos que señalan que el no declarar que eran suyos fue por el amor que María tenía a su marido; otros por la sospecha de que no serían bien recibidas si el autor fuera una mujer, y otros porque, siendo María maestra, podía ser considerada por los alumnos y sus padres como poco seria. El caso es que Gregorio Martínez Sierra no se dignó ni por un momento señalar como autora a su muer, la ocultó, y vistas las declaraciones posteriores, realmente hasta llegó a creerse autor de los que su amante esposa “negra” escribía, fuera teatro, novela, artículos feministas o cuentos y que hoy resulta sorprendente ver cómo, aún después de ya separados, la urge para que le escriba hasta necrológicas que publicará en ABC o artículos nimios como elogios a los compañeros o ditirambos a personalidades con las que quiere quedar bien. Todo ello está documentado en este trabajo de Antonina y nos resulta ciertamente patético que no sepa ni redactar una esquela de pésame.
En 1905 la enfermedad de la tisis de Gregorio parece que amenazó de nuevo, le recomiendan que se marche de España y María pide una beca a la Junta de Ampliación de Estudios, dependiente de la ILE, y le otorgan una beca en Bélgica. Allí marchan. Pasan por París, frecuentan al músico Albéniz y al Santiago Rusiñol y estrechan amistades con el editor M Garnier que les publicará un libro Motivos, artículos sobre  Hombres de España y América”. El talante del jovial del matrimonio logra un nuevo triunfo al  consiguir la amistad de un misógino como Santiago Rusiñol, que se convirtió en su guía en París y que  trató a María con compañerismo y superó en ella sus  reticencias contra las mujeres. Visitaron en Paría  a Isaac Albéniz, que reúnía en su tertulia a los músicos vanguardistas franceses; allí conocieron al pintor catalán Gosé y al músico Paul Dukas. Una vez llegados a su destino en Bruselas, María visitó las escuelas, aprendió nuevas formas de entender la pedagogía, escribió cartas a Juan Ramón, textos para Garnier, y tradujo a Rusiñol. Gregorio va y viene a España. Luego el matrimonio regresó a París y viajan por Europa. Toda la vida de María está documentada en su obra Gregorio y yo, escrita en 1953 y publicada en Méjico, cuando ya Gregorio Martínez Sierra había fallecido, en ella  reivindicaba su autoría de toda la obra firmada por Martínéz Sierra, lo que no tuvo buena acogida excepto entre los numerosos testigos que conocían la realidad. Rodrigo se apoya en la obra y recoge numerosas opiniones de los que conocieron. Al fin vuelven a España y se instalan en Madrid, María ejerce de maestra y escribe.

En 1909 escribe una de las textos más conocidos, Tú eres la paz, publicada por Montaner y Simón y que conoce medio centenar de ediciones. 
El afán del matrimonio seguía siendo el teatro, y dado que la adscripción al modernismo les cerraba puertas, no parecía fácil poner una obra propia en escena, aunque sí se había puesto alguna de las traducciones de María de Santiago Rusiñol o de Tristan Bernard, siempre bajo el nombre de traductor de Martínez Sierra. En 1909, con el modernismo triunfante, publicó Gregorio una nueva revista modernista y creó la editorial Renacimiento, Fue una revista de éxito donde publicaron, Juan Ramón, Machado, Villaespeda, Benavente, Joshep Carner, Joan Maragall, Eugenio D Órs, Salvador Rueda o Santiago Rusiñol, o de Cansinos Assens.. La editorial Renacimiento publicó obras de Lejárraga, firmada Martínez Sierra y de escritores reconocidos y punteros. De la importancia del papel de Lejárraga en esa aventura habla Cipriano Rivas Cherif que asistía a las tertulias del matrimonio como mandadero y servidor de la mesa….

“por el propio Gregorio en la casa de la primavera, me afirmo en mi creencia de que era María la colaboradora en el caso más favorable a él en el punto de la identidad literaria de la firma Martínez Sierra, porque María corregía de continuo las explicaciones con que Gregorio nos adelantaba el proceso de la novela, recordándole que el pasaje que nos explicaba estaba suprimido o variado en aquella redacción definitiva”.

 También recoge Rodrigo el testimonio de Blanco Fombona.
 Tras el éxito, en esta época María va a renunciar a su escuela y a dedicarse en cuerpo y alma a la creación literaria que sigue apodándose Martínez Sierra, como si de una empresa comercial se tratara, tal vez así lo entendiera Gregorio que se la adjudicaba los éxitos sin ningún reparo.
Teatro Tras el chantaje amistoso de Santiago Rusiñol y los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero a los empresarios teatrales, amenazando no poner ninguna obra suya en cartel si los empresarios no podían una de los Martínez Sierra, en 1909 van a alcanzar su deseo y poner en escena sus primeras obras dramática, Tras la sombra del padre y El ama de casa, donde María toca el tema feminista. 
Llegó el éxito mayor en 1911 de Canción de cuna., estrenada en el teatro Lara. El éxito fue tal que ese año Gregorio Martínez Sierra recibió el premio de la Real Academia de la Lengua, sin que citase para nada la autoría de su mujer- aunque ya la crítica aventuraba una visión femenina. A partir de ese éxito teatral, la firma Martínez Sierra va a estrenar  cada dos meses obras de teatro nuevas, representadas por los Guerrero -Mendoza y las compañías dramáticas más famosas, iniciándose con éxito en la zarzuela, uno de los géneros más concurridos de su tiempo.
El éxito literario fue unido al fracaso personal del matrimonio. Atraída por las bambalinas, Catalina Bárcenas, una actriz cubana que hacía sus primeras armas y que parece debía ser tan guapa como insustancial y anodina, aunque luego se hiciera famosa, irrumpió en la vida de Martínez Sierra, ya un importante director de escena y un empresario. Deslumbrado, Gregorio Martínez Sierra, seguro de sí mismo por sus éxitos pero inseguro porque romper con María iba a crearle inestabilidad pues dependía intelectualmente de ella, optó por el “menage a trois” que María intentó superar con generosidad, lealtad y paciencia. Catalina Bárcena, celosa del protagonismo de la esposa, forzó el enfrentamiento hasta que, tras quedarse embarazada, consiguió que Gregorio se separara. Pero desde el lío hasta el divorcio medió un tiempo. Recoge Antonina Rodrigo también testimonios de la ironía con que los contemporáneos se mofaban de Martinez Sierra y que era voz pópuli que era su mujer quien escribía. Dice Martinez Assens:
Gregorio tiene alma de comerciante…Hasta aquí explotó el talento de su mujer, que es quien le escribe sus libros…ahora va a explotar la voz de oro de la Bárcena.. Ha encontrado una mina… tiene instinto mercantil…

Nada iba a cambiar en apariencia, aunque todo el mundo del teatro comentara el enredo y despertara animadversión, la firma Martínez Sierra seguía avanzando.

Usandizaga: El triunfo en el mundo de la música va a iniciarse en 1913. En San Sebastian, unos amigos les hablaron de un autor, compositor y pianista donostiarra, José María Usandizaga, ya célebre ya por su ópera de Mendi- mendiyan, inspirada populares vascos. Se reúnieron con él y le encargaron que  ponga música a unos cuentos de María Lejárraga, Saltimbanquis, que formaba parte del del libro primerizo Teatro de ensueño. La zarzuela se llamó Las Golondrinas. María había colaborado con Ruiseñol en traducir su obra Aves de paso; entre las canciones incluídas en partitura musical se incluyó la Canción de Primavera de Juan Ramón Jiménez. Usandizaga para el estreno en Madrid vivió en casa de los Martínez Sierra, protegido como un hijo por María Lejárraga. La zarzuela Las Golondrinas se estrenó en Madrid en el local del Circo Price, en 1914, interpretada por Emilio Sagi Barba y Luisa Vela, con éxito clamoroso y muy positiva crítica. Tras el éxito, Usandizaga, muy enfermo, trabajó en una nueva composición, La Llama, basada en una obra de Esquilo con libreto de María Lejárraga cuyo estreno no conocerá. Se retiró muy enfermo a Yanci, Navarra y siguió componiendo. Murió en San Sebatian en octubre de 1915 a los 28 años. María Lejárraga fue a su entierro.  La Llama se estrenará en 1918 en San Sebastián y dos meses después en el teatro Victoria de Madrid.

Joaquín Turina: En 1913 conocen en Paría a Falla, por esta época conocen también a Joaquín Turina, En 1914, con motivo del inicio de la guerra, Falla regresa a España y ambos músicos asisten a las tertulias, cada vez más concurridas y famosas de los Martínez Sierra. Turina admiraba el espíritu positivo y el talento de María y conversa con ella de música, introduciéndola en el entendimiento de la música francesa de Debussy. Tal fue la relación de compañerismo y amistad que aún hoy causa sorpresa que la escritora y el músico se embarcaran cuatro días en un viaje por Algeciras Gibraltar y Tánger, para que Turina se inspirara en la creación de composiciones musicales orientalistas cuyas letras escribiría Lejárraga. Las nuevas partituras que pensaba llamar Los moros y la Pastora, se acabaron llamando Álbum de viaje, recogen su visión musical del viaje y da origen a varias composiciones: I Retrato (inspirado en María Lejárraga) II El casino de Algeciras, III Gibraltar, IV Paseo nocturno, V fiesta mora en Tanger.  Colaboran Lejárraga y Turina en Margot, ópera en tres actos con libreto en prosa de María y el jardín de Oriente, ópera en un acto y dos cuadros. Turina habla de María en las cartas que escribe a su mujer en téminos muy amistosos y serenos. El estreno de Margot recibió elogios para Turina y pateos, porque ya el nombre de Martinez Sierra y su mercantilismo despertaba inquina. En 1916 La compañía Gregorio Martinez Sierra, empresario teatral del Teatro Eslava, inicia la renovación teatral en Teatro del Arte, y siguiendo la tradición de los miracles  pone en escena Navidad, milagro en tres actos, un drama feminista y social con música de Turina. En 1917 volverá a colaborar con Turina en La adúltera penitente., un espectáculo de Comedia arte, que se estrenó en Barcelona  y  El Jardín de Oriente, ópera con dos cuadros y un acto estrenada en el Teatro Real en 1923 con asistencia de la familia real.

Manuel de Falla : La relación de Falla con los Martínez Sierra fue muy entrañable, sobre todo con María, aunque que se acabó rompiendo por la falta de tacto de Gregorio. El trato con Falla no era fácil, pues era de conciencia escrupulosa y muy religiosa. Cuando en 1913 se presenta el matrimonio a conocer a Falla en París, éste les dice que vio en el escaparate de Garnier en París, Granada, Guía emocional de los Martínez Sierra y que no dudó en comprarla, a pesar de que no estaba muy sobrado de dinero, y que estaba tan entusiasmado leyéndolo que al día siguiente empezó componer Noches en los jardines de España. En 1914 cuando Falla regrese a España, asistirá a las tertulias literarias de María y Gregorio, muy concurridas por pintores, músicos y literatos. En 1915 en el Hotel Ritz cuando la nueva Sociedad Nacional de Música inició las actividades, en el programa figura la primera audición de Falla Oración de las madres que tienen sus hijos en brazos, con letra de María Lejárraga, antibelicista. En 1915 los Martinez Sierra invitaron al músico a acompañarlos a un viaje a Cataluña, Andalucía, Melilla, Ceuta y Tetuán, que Falla aceptó de buen grado. Es María la que descubridora y guía de la Alhambra para D Manuel y cuenta la fascinación de Falla ante el embrujo de Granada. La visita a la Alhambra y el deslumbramiento de Falla fue el origen de la composición del Amor Brujo, venciendo, gracias a María, los escrúpulo del músico reacio en hacer una obra para varietés. Los originales del Amor brujo están escritos con el puño y letra de la escritora. La puesta en escena requirió un viaje de la libretista y músico en semana santa de 1915 a Granada. Fue Gregorio Martínez Sierra el director de la escena, Pastora Imperio la protagonista, Nestor de la Torre el figurinista. El amor brujo es uno de los más grandes balles del siglo XX y una de las más conocidas piezas musicales de Manuel de Falla. Quedaba todavía por crear otra de las grandes obras del músico en colaboración con  Lejárraga, se trata de una adaptación de El sombrero de tres Picos de Pedro Antonio de Alarcón, una pantomima con música de Falla y libreto de Lejárraga convertido en pantomima para el Teatro del Arte, que tituló El corregidor y la molinera, cuya partitura que se conserva con anotaciones de puño y letra de María Lejárraga. La obra se estrenó en 1917. La obra de Falla interesó a los ballets rusos que actúaban en el Teatro Real. Falla presenta a Igor Stravinski, Diaghilev y Leonide Massine a Turina y a los Martinez Sierra y inició una colaboración de los rusos con la que obtuvo su clamoroso éxito en el estreno en el Palacio de Carlos V de Noches en los Jardines de España y definitivamente El sombrero de tres picos  en 1919  La relación de Falla y María Lejárraga se prolongó con muy amistoso y sincero trato hasta 1921.La escritora bromea y le llamaba Don Manué. Se estropeó la amistad por un mal entendido con Gregorio Martínez Sierra a propósito de la obra D Juan De España en la que Falla estaba ilusionado y que Martínez Sierra dio a Conrado del Campo.
La Separación Es en estos primeros años 20, después de mucho sufrimiento y de aguantar desplantes de Bárcenas, la favorita, María Lejárraga se entera de que su marido espera un niño de Catalina Bárcena. Se retira elegantemente de escena a Canges sur Mer y deja a su marido el campo libre. Se separan de hecho, pero no por eso Gregorio Martínez Sierra renuncia a su vampirismo literario, ni rompe relaciones intelectuales y sigue pidiendo, reclamando, obras, cartas, artículos y textos que él considera obligados, o como si lo fueran. Antonina Rodrigo aporta textos de las cartas que Gregorio escribe y que María satisface. Leer los fragmentos de las cartas publicadas por Rodrigo resulta patético e irritante. Las cartas se encuentran en el archivo de la familia Lejárraga.
En 1930.Gregorio firma ante notario que todas las obras escritas están hechas en colaboración de su mujer, pese a todo lo que puede parecer de altura de miras, fue un escrito privado que nadie conoció. A su muerte legó sus derechos de autor a Catalina Bárcena, la mitad de los derechos de las obras que no había escrito. 

 Publica en este texto que comento  la amplia bibliografía que comprende 45 obras no teatrales, ensayos novelas, articulos, cuentos y cartas; 41 textos teatrales y libretos; y ocho textos firmados en exclusividad con su nombre, fragmentos de las cartas que Martinez Sierra escribió a María y algunos textos sobre la opinión de muchos contemporáneos de que era María y no Gregorio quien escribía las obras. En su obra literaria, unos textos tuvieron más repercusión que otros. Entre los textos una visión feminista: Feminismo, feminidad, españolismo,(1917); Cartas a las mujeres de España,(1916) La mujer moderna(1919); Nueve cartas a las mujeres (1932) La Mujer española ante la República, firmada con su nombre (1931) Cartas a las mujeres de América (1941) firmada Martínez Sierra. Una mujer por los caminos d España  (1952) firmada con su nombre. Como vemos, aún después de la firma documental, María Lejárraga sigue escribiendo algunas obras con nombre de su ex marido.

 Como Antonina Rodrigo, yo suscribo mi solidaridad  con  María Lejárraga. Si intento ser imparcial en mi juicio sobre el vampirismo, aceptado por María y ejercido con total falta de ética por Gregorio, se me ocurre, como pequeña disculpa a las muchas culpas y vanidades  de Gregorio Martínez Sierra, que  quizá la labor teatral y musical de María Lejárraga no hubiera llegado tan lejos sin la actividad empresarial y de relaciones públicas de su marido, dada la dificultad que pudo tener cualquier mujer, por muy brillante que fuera, en poner en escena obras de teatro que requerían un apoyo empresarial y, dada la época, del apoyo de un hombre. No es la traición marital la que yo condeno, sí condeno la fatuidad de no conceder a su mujer la importancia pública que le correspondía.  Echo en falta la grandeza de espíritu del que presumió de lo que no era suyo, pues bien podía haber figurado él como lo que era, un buen empresario teatral, un buen gestor y un buen promotor editorial, en suma: un triunfador.
 Con respecto a los porqués de María Lejárraga, no me basta la justificación de que lo hizo por su amor marital ni por su entrega femenina, ni por su miedo a publicar con nombre de mujer, ni tampoco acepto que fuera por su trabajo de maestra, ya que dejó de serlo. No alcanzo a entenderlo. Quizá, dado que le pasaba seis años, ejerció de madre protectora que todo lo perdonaba. En realidad no soy quién para juzgarla por su vida personal, pero sé que el exceso de entrega siempre es autodestructivo. Se entiende menos en una mujer que fue, como demostraremos en otra entrada del blog, feminista.

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