María Lejárraga, una mujer en la sombra, Antonina
Rodrigo:Vosa, Madrid, 1998, prólogo de José Prat y Arturo Pérez del Hoyo.
O la historia de un vampirismo aceptado (es subtítulo es mío)
O la historia de un vampirismo aceptado (es subtítulo es mío)
La presentación de la figura de escritora e investigadora de Antonina Rodrigo figura en
numerosas entradas a este blog, a ellas remito, reiterando mi admiración a su
persona y su obra.
Dije en una de mis entradas que la grandes aportaciones
de Antonina Rodrigo a la historia de sus biografiados no sólo eran su capacidad divulgativa, los rigurosos
datos y el estudio del carácter de sus biografiados, sino su empatía con ellos.
Rodrigo, pionera en las investigaciones de mujeres de la Edad de plata que
luego muchas universidades han retomado, es imprescindible. Nadie como
ella las ha aceptado, compadecido y ensalzado con justicia en sus biografías y sabe
entender a los personajes desde su más profunda aceptación. Es el caso de esta biografía de María
Lejárraga. Antonina Rodrigo bien podría cargar las tintas sobre ese otro personaje
que fue el marido, Gregorio Martínez Sierra, al que yo considería un auténtico
vampiro que se adjudicaba los logros literarios de su mujer como si fueran
suyos, sino que, respetando el amor que le tuvo Lejárraga, Antonina Rodrigo no le
juzga, solamente da los datos para que los lectores lo enjuiciemos. La historia
de María Lejárraga y su extensa producción literaria ha pasado a la posteridad
como obra de su marido, Gregorio Martínez Sierra. La ficha biográfica de la
Real Academia de la Historia vacila en adjudicársela en su integridad a María
Lejárraga, pese a que ya en su momento era voz pópuli la autora de los textos eran María y no Gregorio. Los numerosos testimonios que aporta Antonina Rodrigo afirman la
autoría en exclusividad de la escritora y, dado que yo me baso en su estudio,
así lo trataré. Intentaremos aproximarnos a su vida y a sus interrogantes. Se
da el caso, además, que Lejárraga fue feminista, y que fue elegida diputada por
el PSOE por Granada ¿cómo podemos entender tal aparente falta de coherencia?
Nace María es San Millán de la Cogolla en 1874, fue
la primera de los siete hijos que tuvo la madrileña Natividad García,
casada con médico Leandro Lejárraga. Allí vivió hasta los 4 años, que es su padre destinado a Buitrago, provincia de Madrid, y más tarde a
Carabanchel, donde asiste entre sus pacientes a niñas huérfanas e incluseras
del asilo. María juega con ellas, conoce el drama de los niños desheredados. En
Madrid se emociona con el teatro navideño para niños, y pide un teatrillo de
juguete, empezando a crear personajes con los que dialoga. No asiste a
la escuela de primera enseñanza, su madre la educó y además le enseñó francés que hablaba con fluidez. Estudió luego magisterio en la Asociación para la Enseñanza
de la Mujer, fundada por el krausista Fernando de Castro, donde había estudiado
su madre. Después cursó magisterio en la Escuela Normal Central de maestras de
primera enseñanza de 1891 al 94. Al año siguiente oposita, obteniendo una plaza
de maestra en la Escuela Modelo de Madrid donde ejerció de 1897 a 1907, fundando en 1999 una
biblioteca educativa para facilitar a las niñas el acceso a los libros.
A Carabanchel venían de veraneo los Martínez
Sierra, familia de industriales con siete hijos, cuyo trato frecuentaban los
Lejárraga; María y el hijo mayor, Gregorio, se hicieron amigos, tenían
aficiones comunes como el teatro y la Literatura. Gregorio había
iniciado la carrera de Derecho, luego la de Filosofía, sin concluir ninguna de
las dos. Era un joven enfermizo, primogénito de una familia afectada por la
tuberculosis y con probabilidades de acabar teniéndola, enclenque y apocado,
sus hermanos habían muerto o fueron luego muriendo por la tisis. María y
Gregorio compartían lecturas, amaban a Shakespeare, les gustaba el movimiento modernista y se llevaban tan bien que escribieron
juntos algún texto y cuentos y se acabaron haciendo novios. No se entendió muy
bien, Gregorio tenía 20 años, María le pasaba seis; la familia de Gregorio era
muy religioso, la de María no. El novio era enclenque, la novia vigorosa y
activa. El matrimonio se efectuó y en estos primeros tiempos, y durante mucho
tiempo, viven gracias al trabajo de María mientras Gregorio se afana en buscar
actividades relacionada con gestiones literarias. Presenta María una novela Almas
ausentes, bajo en nombre de su marido que fue premiada con 1000 pesetas, lo
que dio al matrimonio cierto margen para decorar su casa. Desde siempre María
firmó siempre, por propia voluntad, con el nombre de su marido excluyendo el
suyo. La explicación según la autora es que, cuando publicó el primer libro con
su nombre, ni siquiera en su familia la elogió y se llevó tal desilusión que
nunca más quiso volver a firmar un libro, con lo que desde entonces firmó su
marido, aunque fuera ella la que lo escribiera.
Las gestiones de Gregorio llegaron a buen término y
en 1900 fundó la revista Vida moderna, que aunque solo publicó cuatro
números introdujo a Gregorio en el mundo editorial. El Modernismo agrupaba además
a importantes escritores como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaspesa
o Salvador Rueda y la revista fue modernista. En 1903 creó Martínez Sierra una segunda
revista modernista, Helios. María escribe a los corresponsales, traduce
y establece lazos amistosos con escritores. De esa época es su entrañable
amistad con Juan Ramón Jiménez, cuyas cartas entre María y Juan Ramón comenta y
publica Antonina Rodrigo y que resultan sorprendentes por la confianza que
demuestran con un persona tan enigmática y difícil como Juan Ramón. La amistad se interrumpió por un mal entendido, parece que Zenobia y Juan Ramón debieron
asistir y conocerse en las tertulias de los Martínez Sierra. Entre los amigos del
matrimonio Rodrigo cita a Ramón Pérez de Ayala y Pedro González Blanco. también a Benito Pérez Galdós, que los estimaba con condescendencia. La relación estrecha con Jacinto
Benavente fue anterior.
María seguía con su profesión de maestra y su
escuela, aunque su trabajo se compaginaba con la creación literaria, en ese
tiempo fundamentalmente de novelas, que firmaba con el nombre de su marido; en ese tiempo nadie sospechaba de la autoría. Hay críticos que señalan que el
no declarar que eran suyos fue por el amor que María tenía a su marido; otros
por la sospecha de que no serían bien recibidas si el autor fuera una mujer, y
otros porque, siendo María maestra, podía ser considerada por los alumnos y sus
padres como poco seria. El caso es que Gregorio Martínez Sierra no se dignó ni
por un momento señalar como autora a su muer, la ocultó, y vistas las
declaraciones posteriores, realmente hasta llegó a creerse autor de los que su
amante esposa “negra” escribía, fuera teatro, novela, artículos feministas o
cuentos y que hoy resulta sorprendente ver cómo, aún después de ya separados, la urge
para que le escriba hasta necrológicas que publicará en ABC o artículos nimios
como elogios a los compañeros o ditirambos a personalidades con las que quiere
quedar bien. Todo ello está documentado en este trabajo de Antonina y nos
resulta ciertamente patético que no sepa ni redactar una esquela de pésame.
En 1905 la enfermedad de la tisis de Gregorio
parece que amenazó de nuevo, le recomiendan que se marche de España y María pide una beca a la Junta de Ampliación de Estudios, dependiente de la ILE, y le otorgan una beca en Bélgica. Allí
marchan. Pasan por París, frecuentan al músico Albéniz y al Santiago Rusiñol y
estrechan amistades con el editor M Garnier que les publicará un libro Motivos,
artículos sobre ”Hombres de España y
América”. El talante del jovial del matrimonio logra un nuevo triunfo al consiguir la amistad de un misógino
como Santiago Rusiñol, que se convirtió en su guía en París y que trató
a María con compañerismo y superó en ella sus reticencias contra las mujeres. Visitaron en Paría a Isaac Albéniz, que reúnía en su tertulia a
los músicos vanguardistas franceses; allí conocieron al pintor catalán Gosé y
al músico Paul Dukas. Una vez llegados a su destino en Bruselas, María visitó
las escuelas, aprendió nuevas formas de entender la pedagogía, escribió cartas a
Juan Ramón, textos para Garnier, y tradujo a Rusiñol. Gregorio va y viene a
España. Luego el matrimonio regresó a París y viajan por Europa. Toda la vida
de María está documentada en su obra Gregorio y yo, escrita en
1953 y publicada en Méjico, cuando ya Gregorio Martínez Sierra había fallecido,
en ella reivindicaba su autoría de toda la
obra firmada por Martínéz Sierra, lo que no tuvo buena acogida
excepto entre los numerosos testigos que conocían la realidad. Rodrigo se apoya
en la obra y recoge numerosas opiniones de los que conocieron. Al fin vuelven a España y se instalan en Madrid, María ejerce de maestra y escribe.
En 1909 escribe una de las textos más conocidos, Tú eres la paz, publicada por Montaner y Simón
y que conoce medio centenar de ediciones.
El afán del matrimonio seguía siendo el teatro, y dado que la adscripción al modernismo les cerraba puertas, no parecía fácil poner una obra propia en escena, aunque sí se había puesto alguna de las traducciones de María de Santiago Rusiñol o de Tristan Bernard, siempre bajo el nombre de traductor de Martínez Sierra. En 1909, con el modernismo triunfante, publicó Gregorio una nueva revista modernista y creó la editorial Renacimiento, Fue una revista de éxito donde publicaron, Juan Ramón, Machado, Villaespeda, Benavente, Joshep Carner, Joan Maragall, Eugenio D Órs, Salvador Rueda o Santiago Rusiñol, o de Cansinos Assens.. La editorial Renacimiento publicó obras de Lejárraga, firmada Martínez Sierra y de escritores reconocidos y punteros. De la importancia del papel de Lejárraga en esa aventura habla Cipriano Rivas Cherif que asistía a las tertulias del matrimonio como mandadero y servidor de la mesa….
El afán del matrimonio seguía siendo el teatro, y dado que la adscripción al modernismo les cerraba puertas, no parecía fácil poner una obra propia en escena, aunque sí se había puesto alguna de las traducciones de María de Santiago Rusiñol o de Tristan Bernard, siempre bajo el nombre de traductor de Martínez Sierra. En 1909, con el modernismo triunfante, publicó Gregorio una nueva revista modernista y creó la editorial Renacimiento, Fue una revista de éxito donde publicaron, Juan Ramón, Machado, Villaespeda, Benavente, Joshep Carner, Joan Maragall, Eugenio D Órs, Salvador Rueda o Santiago Rusiñol, o de Cansinos Assens.. La editorial Renacimiento publicó obras de Lejárraga, firmada Martínez Sierra y de escritores reconocidos y punteros. De la importancia del papel de Lejárraga en esa aventura habla Cipriano Rivas Cherif que asistía a las tertulias del matrimonio como mandadero y servidor de la mesa….
“por el propio Gregorio en la casa de la primavera,
me afirmo en mi creencia de que era María la colaboradora en el caso más
favorable a él en el punto de la identidad literaria de la firma Martínez
Sierra, porque María corregía de continuo las explicaciones con que Gregorio
nos adelantaba el proceso de la novela, recordándole que el pasaje que nos
explicaba estaba suprimido o variado en aquella redacción definitiva”.
También
recoge Rodrigo el testimonio de Blanco Fombona.
Tras el
éxito, en esta época María va a renunciar a su escuela y a dedicarse en cuerpo
y alma a la creación literaria que sigue apodándose Martínez Sierra, como si de
una empresa comercial se tratara, tal vez así lo entendiera Gregorio que se la
adjudicaba los éxitos sin ningún reparo.
Teatro Tras el chantaje amistoso de Santiago Rusiñol y
los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero a los empresarios teatrales,
amenazando no poner ninguna obra suya en cartel si los empresarios no podían
una de los Martínez Sierra, en 1909 van a alcanzar su deseo y poner en escena
sus primeras obras dramática, Tras la sombra del padre y El ama de casa,
donde María toca el tema feminista.
Llegó el éxito mayor en 1911 de Canción de cuna., estrenada en el teatro Lara. El éxito fue tal que ese año Gregorio Martínez Sierra recibió el premio de la Real Academia de la Lengua, sin que citase para nada la autoría de su mujer- aunque ya la crítica aventuraba una visión femenina. A partir de ese éxito teatral, la firma Martínez Sierra va a estrenar cada dos meses obras de teatro nuevas, representadas por los Guerrero -Mendoza y las compañías dramáticas más famosas, iniciándose con éxito en la zarzuela, uno de los géneros más concurridos de su tiempo.
Llegó el éxito mayor en 1911 de Canción de cuna., estrenada en el teatro Lara. El éxito fue tal que ese año Gregorio Martínez Sierra recibió el premio de la Real Academia de la Lengua, sin que citase para nada la autoría de su mujer- aunque ya la crítica aventuraba una visión femenina. A partir de ese éxito teatral, la firma Martínez Sierra va a estrenar cada dos meses obras de teatro nuevas, representadas por los Guerrero -Mendoza y las compañías dramáticas más famosas, iniciándose con éxito en la zarzuela, uno de los géneros más concurridos de su tiempo.
El éxito literario fue unido al fracaso personal
del matrimonio. Atraída por las bambalinas, Catalina Bárcenas, una actriz
cubana que hacía sus primeras armas y que parece debía ser tan guapa como
insustancial y anodina, aunque luego se hiciera famosa, irrumpió
en la vida de Martínez Sierra, ya un importante director de escena y un
empresario. Deslumbrado, Gregorio Martínez Sierra, seguro
de sí mismo por sus éxitos pero inseguro porque romper con María iba a crearle
inestabilidad pues dependía intelectualmente de ella, optó por el “menage a trois”
que María intentó superar con generosidad, lealtad y paciencia. Catalina Bárcena,
celosa del protagonismo de la esposa, forzó el enfrentamiento hasta que, tras
quedarse embarazada, consiguió que Gregorio se separara. Pero desde el lío
hasta el divorcio medió un tiempo. Recoge Antonina Rodrigo también testimonios
de la ironía con que los contemporáneos se mofaban de Martinez Sierra y que era
voz pópuli que era su mujer quien escribía. Dice Martinez Assens:
Gregorio tiene alma de comerciante…Hasta aquí
explotó el talento de su mujer, que es quien le escribe sus libros…ahora va a
explotar la voz de oro de la Bárcena.. Ha encontrado una mina… tiene instinto
mercantil…
Nada iba a cambiar en apariencia, aunque todo el mundo
del teatro comentara el enredo y despertara animadversión, la firma Martínez
Sierra seguía avanzando.
Usandizaga: El triunfo en el mundo de
la música va a iniciarse en 1913. En San Sebastian, unos amigos les hablaron de
un autor, compositor y pianista donostiarra, José María Usandizaga, ya célebre
ya por su ópera de Mendi- mendiyan, inspirada populares vascos. Se
reúnieron con él y le encargaron que ponga música a unos cuentos de María Lejárraga, Saltimbanquis, que
formaba parte del del libro primerizo Teatro de ensueño. La zarzuela se llamó
Las Golondrinas. María había colaborado con Ruiseñol en traducir
su obra Aves de paso; entre las canciones incluídas en partitura musical
se incluyó la Canción de Primavera de Juan Ramón Jiménez. Usandizaga para el estreno
en Madrid vivió en casa de los Martínez Sierra, protegido como un hijo por María
Lejárraga. La zarzuela Las Golondrinas se estrenó en Madrid en el
local del Circo Price, en 1914, interpretada por Emilio Sagi Barba y Luisa Vela,
con éxito clamoroso y muy positiva crítica. Tras el éxito, Usandizaga, muy
enfermo, trabajó en una nueva composición, La Llama, basada en una obra
de Esquilo con libreto de María Lejárraga cuyo estreno no conocerá. Se retiró muy enfermo a
Yanci, Navarra y siguió componiendo. Murió en San Sebatian en octubre de 1915 a
los 28 años. María Lejárraga fue a su entierro. La Llama se estrenará en 1918 en San
Sebastián y dos meses después en el teatro Victoria de Madrid.
Joaquín Turina: En 1913 conocen en Paría
a Falla, por esta época conocen también a Joaquín Turina, En 1914, con motivo
del inicio de la guerra, Falla regresa a España y ambos músicos asisten a las
tertulias, cada vez más concurridas y famosas de los Martínez Sierra. Turina admiraba
el espíritu positivo y el talento de María y conversa con ella de música,
introduciéndola en el entendimiento de la música francesa de Debussy. Tal fue
la relación de compañerismo y amistad que aún hoy causa sorpresa que la
escritora y el músico se embarcaran cuatro días en un viaje por Algeciras Gibraltar
y Tánger, para que Turina se inspirara en la creación de composiciones musicales
orientalistas cuyas letras escribiría Lejárraga. Las nuevas partituras que pensaba
llamar Los moros y la Pastora, se acabaron llamando Álbum de viaje, recogen
su visión musical del viaje y da origen a varias composiciones: I Retrato (inspirado
en María Lejárraga) II El casino de Algeciras, III Gibraltar, IV Paseo nocturno,
V fiesta mora en Tanger. Colaboran Lejárraga
y Turina en Margot, ópera en tres actos con libreto en prosa de María y el
jardín de Oriente, ópera en un acto y dos cuadros. Turina habla de María en las
cartas que escribe a su mujer en téminos muy amistosos y serenos. El estreno de
Margot recibió elogios para Turina y pateos, porque ya el nombre de Martinez
Sierra y su mercantilismo despertaba inquina. En 1916 La compañía Gregorio
Martinez Sierra, empresario teatral del Teatro Eslava, inicia la renovación
teatral en Teatro del Arte, y siguiendo la tradición de los miracles pone en escena Navidad, milagro en tres actos, un drama
feminista y social con música de Turina. En 1917 volverá a colaborar con Turina
en La adúltera penitente., un espectáculo de Comedia arte, que se
estrenó en Barcelona y El Jardín de Oriente, ópera con dos
cuadros y un acto estrenada en el Teatro Real en 1923 con asistencia de la
familia real.
Manuel de Falla : La relación de Falla
con los Martínez Sierra fue muy entrañable, sobre todo con María, aunque que se
acabó rompiendo por la falta de tacto de Gregorio. El trato con Falla no era
fácil, pues era de conciencia escrupulosa y muy religiosa. Cuando en 1913 se
presenta el matrimonio a conocer a Falla en París, éste les dice que vio en el
escaparate de Garnier en París, Granada, Guía emocional de los Martínez Sierra
y que no dudó en comprarla, a pesar de que no estaba muy sobrado de dinero, y que
estaba tan entusiasmado leyéndolo que al día siguiente empezó componer Noches
en los jardines de España. En 1914 cuando Falla regrese a España, asistirá a las tertulias literarias de María y Gregorio, muy
concurridas por pintores, músicos y literatos. En 1915 en el Hotel Ritz cuando la
nueva Sociedad Nacional de Música inició las actividades, en el programa figura
la primera audición de Falla Oración de las madres que tienen sus
hijos en brazos, con letra de María Lejárraga, antibelicista. En 1915 los
Martinez Sierra invitaron al músico a acompañarlos a un viaje a Cataluña,
Andalucía, Melilla, Ceuta y Tetuán, que Falla aceptó de buen grado. Es María la
que descubridora y guía de la Alhambra para D Manuel y cuenta la fascinación de
Falla ante el embrujo de Granada. La visita a la Alhambra y el deslumbramiento
de Falla fue el origen de la composición del Amor Brujo,
venciendo, gracias a María, los escrúpulo del músico reacio en hacer una obra para
varietés. Los originales del Amor brujo están escritos con el puño y
letra de la escritora. La puesta en escena requirió un viaje de la libretista y
músico en semana santa de 1915 a Granada. Fue Gregorio Martínez Sierra el director de la
escena, Pastora Imperio la protagonista, Nestor de la Torre el figurinista. El
amor brujo es uno de los más grandes balles del siglo XX y una de las más
conocidas piezas musicales de Manuel de Falla. Quedaba todavía por crear otra de
las grandes obras del músico en colaboración con Lejárraga, se trata de una adaptación de El sombrero de tres
Picos de Pedro Antonio de Alarcón, una pantomima con música de Falla y libreto de Lejárraga
convertido en pantomima para el Teatro del Arte, que tituló El corregidor y la molinera, cuya
partitura que se conserva con anotaciones de puño y letra de María Lejárraga. La
obra se estrenó en 1917. La obra de Falla interesó a los ballets rusos que
actúaban en el Teatro Real. Falla presenta a Igor Stravinski, Diaghilev y Leonide
Massine a Turina y a los Martinez Sierra y inició una colaboración de los rusos
con la que obtuvo su clamoroso éxito en el
estreno en el Palacio de Carlos V de Noches en los Jardines
de España y definitivamente El sombrero de tres picos en 1919 La relación de Falla y María Lejárraga se prolongó con muy
amistoso y sincero trato hasta 1921.La escritora bromea y le llamaba Don Manué. Se estropeó la amistad por un mal entendido con
Gregorio Martínez Sierra a propósito de la obra D Juan De España en la que Falla
estaba ilusionado y que Martínez Sierra dio a Conrado del Campo.
La Separación Es en estos primeros años 20, después de mucho
sufrimiento y de aguantar desplantes de Bárcenas, la favorita, María Lejárraga se entera
de que su marido espera un niño de Catalina Bárcena. Se retira elegantemente de
escena a Canges sur Mer y deja a su marido el campo libre. Se separan de hecho,
pero no por eso Gregorio Martínez Sierra renuncia a su vampirismo literario, ni
rompe relaciones intelectuales y sigue pidiendo, reclamando, obras, cartas,
artículos y textos que él considera obligados, o como si lo fueran. Antonina
Rodrigo aporta textos de las cartas que Gregorio escribe y que María satisface.
Leer los fragmentos de las cartas publicadas por Rodrigo resulta patético e
irritante. Las cartas se encuentran en el archivo de la familia Lejárraga.
En 1930.Gregorio firma ante notario que todas las
obras escritas están hechas en colaboración de su mujer, pese a todo lo que puede parecer de altura de miras, fue un
escrito privado que nadie conoció. A su muerte legó sus derechos de autor a
Catalina Bárcena, la mitad de los derechos de las obras que no había escrito.
Publica en este texto que comento la amplia bibliografía que comprende 45 obras no teatrales, ensayos novelas, articulos, cuentos y cartas; 41 textos teatrales y libretos; y ocho textos firmados en exclusividad con su nombre, fragmentos de las cartas que Martinez Sierra escribió a María y algunos textos sobre la opinión de muchos contemporáneos de que era María y no Gregorio quien escribía las obras. En su obra literaria, unos textos tuvieron más repercusión que otros. Entre los textos una visión feminista: Feminismo, feminidad, españolismo,(1917); Cartas a las mujeres de España,(1916) La mujer moderna(1919); Nueve cartas a las mujeres (1932) La Mujer española ante la República, firmada con su nombre (1931) Cartas a las mujeres de América (1941) firmada Martínez Sierra. Una mujer por los caminos d España (1952) firmada con su nombre. Como vemos, aún después de la firma documental, María Lejárraga sigue escribiendo algunas obras con nombre de su ex marido.
Como Antonina Rodrigo, yo suscribo mi solidaridad con María Lejárraga. Si intento ser imparcial en mi juicio sobre el vampirismo, aceptado por María y ejercido con total falta de ética por Gregorio, se me ocurre, como pequeña disculpa a las muchas culpas y vanidades de Gregorio Martínez Sierra, que quizá la labor teatral y musical de María Lejárraga no hubiera llegado tan lejos sin la actividad empresarial y de relaciones públicas de su marido, dada la dificultad que pudo tener cualquier mujer, por muy brillante que fuera, en poner en escena obras de teatro que requerían un apoyo empresarial y, dada la época, del apoyo de un hombre. No es la traición marital la que yo condeno, sí condeno la fatuidad de no conceder a su mujer la importancia pública que le correspondía. Echo en falta la grandeza de espíritu del que presumió de lo que no era suyo, pues bien podía haber figurado él como lo que era, un buen empresario teatral, un buen gestor y un buen promotor editorial, en suma: un triunfador.
Con respecto a los porqués de María Lejárraga, no me basta la justificación de que lo hizo por su amor marital ni por su entrega femenina, ni por su miedo a publicar con nombre de mujer, ni tampoco acepto que fuera por su trabajo de maestra, ya que dejó de serlo. No alcanzo a entenderlo. Quizá, dado que le pasaba seis años, ejerció de madre protectora que todo lo perdonaba. En realidad no soy quién para juzgarla por su vida personal, pero sé que el exceso de entrega siempre es autodestructivo. Se entiende menos en una mujer que fue, como demostraremos en otra entrada del blog, feminista.
Publica en este texto que comento la amplia bibliografía que comprende 45 obras no teatrales, ensayos novelas, articulos, cuentos y cartas; 41 textos teatrales y libretos; y ocho textos firmados en exclusividad con su nombre, fragmentos de las cartas que Martinez Sierra escribió a María y algunos textos sobre la opinión de muchos contemporáneos de que era María y no Gregorio quien escribía las obras. En su obra literaria, unos textos tuvieron más repercusión que otros. Entre los textos una visión feminista: Feminismo, feminidad, españolismo,(1917); Cartas a las mujeres de España,(1916) La mujer moderna(1919); Nueve cartas a las mujeres (1932) La Mujer española ante la República, firmada con su nombre (1931) Cartas a las mujeres de América (1941) firmada Martínez Sierra. Una mujer por los caminos d España (1952) firmada con su nombre. Como vemos, aún después de la firma documental, María Lejárraga sigue escribiendo algunas obras con nombre de su ex marido.
Como Antonina Rodrigo, yo suscribo mi solidaridad con María Lejárraga. Si intento ser imparcial en mi juicio sobre el vampirismo, aceptado por María y ejercido con total falta de ética por Gregorio, se me ocurre, como pequeña disculpa a las muchas culpas y vanidades de Gregorio Martínez Sierra, que quizá la labor teatral y musical de María Lejárraga no hubiera llegado tan lejos sin la actividad empresarial y de relaciones públicas de su marido, dada la dificultad que pudo tener cualquier mujer, por muy brillante que fuera, en poner en escena obras de teatro que requerían un apoyo empresarial y, dada la época, del apoyo de un hombre. No es la traición marital la que yo condeno, sí condeno la fatuidad de no conceder a su mujer la importancia pública que le correspondía. Echo en falta la grandeza de espíritu del que presumió de lo que no era suyo, pues bien podía haber figurado él como lo que era, un buen empresario teatral, un buen gestor y un buen promotor editorial, en suma: un triunfador.
Con respecto a los porqués de María Lejárraga, no me basta la justificación de que lo hizo por su amor marital ni por su entrega femenina, ni por su miedo a publicar con nombre de mujer, ni tampoco acepto que fuera por su trabajo de maestra, ya que dejó de serlo. No alcanzo a entenderlo. Quizá, dado que le pasaba seis años, ejerció de madre protectora que todo lo perdonaba. En realidad no soy quién para juzgarla por su vida personal, pero sé que el exceso de entrega siempre es autodestructivo. Se entiende menos en una mujer que fue, como demostraremos en otra entrada del blog, feminista.
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