martes, 7 de marzo de 2017

De las mujeres

Coincide está entrada  con el día 8 de marzo, Día de la mujer. Me vais a permitir empezar con  una décima  de una mujer del siglo XVIII , Margarita Hickey, nacida en Barcelona en 1753 de padres irlandeses  está incluída  en Poetisas españolas, siglo XV al XX  (pg 229). Voces que, como señales, hablan. . Y es que  que las mujeres existieron, con su  voz disidente. Algo recuerda éste a aquella  que en el siglo XVII , la mejicana Juana de Asbaje,  Sor Juana Inés de la Cruz  dirigió a los hombres necios ¿Escribió mucho más?. Seis poemas,  no exentos de brío, son recogidos en esta publicación que nos  presenta Torremozas.

DE LAS MUJERES
De bienes destituidas,
Víctimas del pundonor,
Censuradas con amor,
Y sin él desatendidas,
Sin cariño pretendidas,
Por apetito buscadas,
Conseguidas, ultrajadas,
Sin aplausos la virtud
Sin lauros la juventud
Y en la vejez despreciadas.

DE LOS HOMBRES
Son minstruos incosecuentes,
Altaneros y abatidos;
Humildes, si aborrecidos; 
Si amados, irreverentes;
Con el favor, insolentes;
Desean, pero no aman;
En las tibiezas se inflaman,
Sirven para dominar;
Se rinden para triunfar
Y a la que los honra infaman



Nueva antología de Torremozas, publicada en Enero de 1996, que amplia el círculo de la primera publicada, Panorama antológico de poetisas españolas, siglo XV al XX  y que tiene como fin ampliar la nómina de la poesía de mujeres en cuatro volúmenes. Esta  que hoy traigo corresponde desde el inicio hasta 1900. Para la fecha, ya había sido publicado, como hemos visto en otras entradas del blog, alguno de los nombres que ésta incorpora. Pero al ampliar la extensión de I a IV  volúmenes, puede dar cabida a nuevas incorporaciones. Dado que ya han sido publicados por otras editoriales trabajos monográficos sobre la Literatura áurea y la renacentista, quizá la aportación de ésta sea la incorporación de cuatro voces del siglo XVIII y de dos de las más desconocidas del XIX, cuyos nombre ya habían aparecido, pero no sus textos.

Pero no adelantemos acontecimientos. Abre la publicación una presentación de un folio donde la autora, Luz María Jiménez Faro, explica que la poesía la escriben personas, no sexos,  pero que, dado el anonimato sufrido en razón de aquel, rayano al desprecio, considera justo hacer esas voces inmunes al olvido.  El prólogo de 11 páginas, debido a la Catedrática del Departamento de  Filoligía de la Universidad Complutense de Madrid, MªDolores de Asís, esboza una interpretación de la lírica en sus respectivas épocas y  algunas de las dificultades habidas;  y una de ellas, no la menor , la autocensura propia. Claro que no es la menor tampoco  el desprecio o la falta de atención de los escritores hacia las escritoras del sexo opuesto, así  Valera hacia la Pardo Bazán en contra de su entrada en la Academia.

La Antología  lleva incorporados un  estudiode presentación  de cada siglo  siglo y notas biográficas de las seleccionadas, debidas a la antóloga, Luz María Jimenez Faro; acoge :
Siglo XV Florecia Pinar
Siglo XVI Teresa de Jesús; Isabel de Castro y Andrade, condesa de Altamira; Luisa Sigea; Sor María de San José;  Sor Hipólita de Jesús Rocarberti; Sor Ana de San Bartolomé; Sor Jerónima de la Asunción; Costanza Osorio; Sor Luisa de la Ascensión; Luisa de Carvajal y Merndoza;  Isabel de Vega; Sor María de la Antigua.
Siglo XVII Cristobalina Fermández de Alarcón; Ana Caro Mallén; Catalina Clara Guzmán; Antonia de Mendoza, Leonor de la Cuerva y Silva; Sor María de Santa Isabel; Sor Marcela de San Felix.
XVIII María Gertrudis de Hore; Margarita Hickey; Rosa Gálvez;  Mª Nicolasa de Helguero.
Siglo XIX Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Rosalía de Castro; Concepción E stevarena, Carolina Valencia.
En mi valoración diré que poco sabríamos de ellas,  a no ser por estos estudios recientes que venían apareciendo. Las excepciones eran  los numerosos sobre Santa Teresa, escritora  que, como es sabido,  no escribió su obra en  prosa por gusto propio sino por mandato superior;  y que fueron sus versos juegos, a veces ni firmados, hechos para distraer a sus monjas. Existían igualmente numerosas publicaciones y antologías de Rosalía de Castro por ser  un momento aquel de potenciación del regionalismo y la lengua, y  de la consolidación de la Literatura escrita por mujeres pioneras , tanto en España como en el extranjero. Le siguen en interés  Caronina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda. Falta Arenal, que también escribió algún verso. 

El acceso social de la mujer en temas relacionados con la pompa, como la Literatura y su gloria, es discutido y debatido por el otro sexo, pues hay quien no quiso compartir su trono. Siempre ha pasado igual, así los ilustrados Amigos del País  en contra de la incorporación de mujeres en sus debates frente a Josefa Amar y Borbón, o, en épocas recientes, la de Camilo José Cela  (dicen algunas  malas lenguas)  hacia María Moliner, a quien  dificultó la entrada en la Real Academia Española de la Lengua  alegando que no había dado cabida  en su Diccionario a las palabras malsonantes. Mucho ego. Quizá, para alcanzar la gloria de la posteridad y el lustre, nos haga falta a las mujeres un poquito más de tesón en el hacer, una mucha ambición  en los planteamiento y una decidida autopromoción personal apoyada en la propia estima.. Uséase, un poco más de ego, que no de egolatría sino de fe en  la propia valía para que la obra se dé a conocer y no  escasee.

Estas consideraciones surgen cuando una lee antologías y sigue un poco las trayectorias de las voces que encuentra.

Seres unidos  por amantes lazos 
si los viene la muerte a separar
y unos se van mientras los otros quedas
¿a verse volverán? (Concepción de Estevarena, Sevilla 1854))

Y, como del valor de la voz femenina hablamos, permitirme que hoy, día nuestro, me despida con otra  voz de mujer, con este soneto de estructura clásica con mucho de barroco y mucho de romanticismo:  Gertrudis Gómez de Avellaneda  ( pg 270)  la divina Tula, nacida en Camauey, Cuba, 1814 y muerta en Madrid 1873.  

LAS CONTRADICCIONES  ( A  la manera de Petrarca)
No encuentro paz, ni me permiten guerra;
De fuego devorado, sufro el frio;
Abrazo un mundo, y quédome vacío
Me lanzo al cielo y préndeme la tierra;
Ni libre soy, ni la prisión me encierra;
Veo sin luz, sin voz hablar ansío;
Temo sin esperar, sin placer río;
Nada me da valor, nada me aterra.
 Busco el peligro cuando auxilio imploro;
al sentirme morir me encuentro fuerte;
valiente pienso ser, y débil lloro.
Cúmplese así mi extraordinaria suerte;
Siempre a los pies de la beldad que adoro,
Y no quiere mi vida ni mi muerte. 

Buen día

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