miércoles, 22 de marzo de 2017

Pregón, una revista literaria de la posguerra en Navarra. Faustino y José Mª Corella

La muerte de José María Corella Iráizoz, familiar mío, me hace  retomar mi recuerdo sobre mi trabajo sobre una revista que estudié. Hacía falta en Pamplona del 43 tener amor a las letras para meterse en tamaña aventura. Así que vaya esta pequeñísima reseña como recuerdo familiar, y también literario. José María Corella Iráizoz, hijo de Faustino Corella Estella, retomó de su padre el amor a Navarra y a la Literatura navarra y la estudió. Fue, además de autor otros trabajos sobre el tema, autor de   Historia de la literatura Navarra. Ensayo para una historia literaria del viejo Reino (Pamplona, Pregón, 1973), y La literatura y los escritores hebraicos en Navarra (Navarra, Dirección General de Cultura, 1980 . Fue respondable del capítulo dedicado a la Literatura Contemporánea del tomo dedicado a Navarra de la Fundación Juan March (1988). DEP

La revista “Pregón” , nacida en Pamplona en 1943, cumplió en Navarra una función mayor que la de una revista al uso, se convierte en una piedra angular cultural, que en una provincia todavía sin Universidad, aglutinó a los intelectuales y divulgó la cultura, la historia, la plástica , la fotografía ,la literatura y la poesía. Faustino Corella, director de Pregón, atribuyía la fundación a cuatro amigos Ignacio Baleztena, José María Iribarren, José Diaz Jácome y a él mismo. La revista dio origen a la “Peña Pregón”en la que se integraron los más dinámicos y activos humanistas navarros y actuando la peña como recepcionista de los foráneos. Dado que Jácome y Corella escribían poesía y ya habían experimentado aventuras líricas, dan cabida en la trimestral revista a una página poética que , durante mucho tiempo, desde 1943 a 1976, en que va a aparecer Río Arga una nueva revista dedicada a la poesía, es el único vehículo público de publicaciones poéticas en Navarra.

FAUSTINO CORELLA ESTELLA (Tarazona, Aragón 1906, Pamplona 1991)
“¿Que sería la soledad sin Tí?”
Con que gozo sonaban al crepúsculo
y al otro lado del lejano valle.
Las perdidas esquilas de un rebaño
que daba sus balidos al paisaje
y cuyos ecos no tenían la honda
y lánguida tristeza de otras tardes,
y si una alegría presentida
en las ramas dormidas de los árboles.
Soñando en la divina primavera
un templo suntuoso es todo el valle,
con álamos y almendros por columnas,
con los crepúsculos por ventanales,
por incienso las brumas del poniente
y el cielo azul por bóveda gigante...
-En medio del silencio aquel, un himno
a Dios parece próximo a cantarse.-
Y vuelven las esquirlas a sonar
en la quietud primaveral del valle
y a rezar el arroyo entre los juncos
y a sollozar las ramas de los sauces.
¿Qué sería la soledad sin Ti,
Señor de los misterios insondables?

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