domingo, 1 de enero de 2023

VILLANCICO V DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

 


SOR JUANA INES DE LA CRUZ

VILLANCICO V

Estribillo

1.- PUES mi Dios ha nacido a penar,
déjenle velar.
2.- Pues está desvelado por mí
déjenle dormir.
    1.- Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar.
    2.- Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir.
    1.- Silencio, que duerme.
2.- Cuidado, que vela.
1.- ¡No le despierten, no!
2.- ¡Sí le despierten, sí!
1.- ¡Déjenle velar!
2.- ¡Déjenle dormir!

Coplas

1.- Pues del Cielo a la Tierra, rendido
Dios viene por mí,
si es la vida jornada, sea el sueño
posada feliz.
¡Déjenle dormir!
    2.- No se duerma, pues nace llorando,
que tierno podrá,
al calor de dos Soles despiertos,
su llanto enjugar.
¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
y es mi bien su mal!
    1.- ¡Déjenle dormir;
y pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
   2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
    1.- Si a sus ojos corrió la cortina
el sueño sutil,
y por no ver mis culpas, no quiere
los ojos abrir,
¡déjenle dormir!
    2.- Si es su pena la gloria de todos,
dormir no querrá,
que aun soñando, no quiere el descanso
quien viene a penar:
¡déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
    1.- ¡Déjenle dormir
que quien duerme, en el sueño se ensaya a morir!
    2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
    1.- Si en el hombre es el sueño tributo
que paga al vivir,
y es Dios Rey, que un tributo en descanso
convierte feliz,
¡déjenle dormir!
    2.- No se duerma en la noche, que al hombre
le viene a salvar:
que a los ojos del Rey, el que es reo
gozó libertad.
¡Déjenle velar,
que su pena es mi gloria,
y es mi bien su mal!
    1.- ¡Déjenle dormir
que pues Dios por mí pena,
descanse por mí!
    2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!
    1.- Si el que duerme se entrega a la muerte,
y Dios, con ardid,
en dormirse por mí, es tan amante,
que muere por mí,
¡déjenle dormir!
    2.- Aunque duerma, no cierre los ojos,
que es León de Judá ,
y ha de estar con los ojos abiertos
quien nace a reinar.
¡Déjenle velar,
que no hay pena, en quien ama,
como no penar!
    1.- ¡Déjenle dormir,
que quien duerme, en el sueño
se ensaya a morir!
    2.- ¡Déjenle velar!
1.- ¡Déjenle dormir!

   

Si todos los años felicitamos desde la Asociación Cultura Amigos de Cascante, Vicus, con un villancico de corte popular hasta ahora de autor desconocido, sigue siendo de nuestro interés toda la divulgación y conservación de los bienes patrimoniales, y entre ellos incluimos tanto la Literatura popular de autor anónimo desconocido como la de autor conocido. Muy importante autora tiene el que hoy aportamos. Aunque el texto no se haya perdido porque en su momento fue publicado, entendemos que tiene un acceso limitado, bien porque la edición ha sido lejana – Nueva España- o bien por el desconocimiento de la autora por unos lectores no especializados en el mundo de la Literatura de la América española del S. XVII. El villancico de nuestra felicitación tiene alto nivel literario y lejano origen, México. Es su autora sor Juana Inés de la Cruz- Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, monja jerónima.

Corresponde el villancico al número V de los publicados en el ciclo de Navidad en 1689 en la primera edición de sus obras completas. Una reedición facsimilar de esa primera edición fue publicada por el Instituto de Cooperación Hispano Americana, ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1993. En ella baso este estudio. Compuestos por sor Juana en 1689 para ser cantados en la misa de Maitines de Navidad en la Catedral de Puebla de los Ángeles, la ciudad de la que fue obispo el fiterano Juan de Palafox y Mendoza y en la misma catedral que Palafox consagro y que fue terminada en 1649, se publicaron en pliego como villancicos, sin nombre de sor Juana, puestos en metro músico por el Licenciado Miguel Mateo y Dallo, maestro de Capilla de dicha iglesia en 1689.

 Los villancicos que se cantaban en las catedrales eran encargados y costeados por las autoridades religiosas. Es sor Juana Inés de la Cruz la más alta representante en el siglo XVII de la Literatura novohispana y junto con Santa Teresa de Jesús, es considerada la escritora más alta del Siglo de Oro español. Mereció sor Juana ser llamada la Décima Musa por su destacada calidad literaria, tanto en prosa como en verso, la amplia temática de sus escritos religiosos y profanos, su erudición en la mitología y en las tradiciones clásicas, su saber teológico, la hondura humana que destilan sus textos y su afán por el conocimiento y el estudio. Añadía a todo ello una belleza destacadísima. Se reconoce en ella la figura de mayor relieve de la lírica hispano-americana

Excelente prosista y poeta. En su obra lírica, a su pluma de influencia gongorina, y a su declarada admiración por Góngora, muestra su altura en lenguaje metafórico y simbólico, la viveza de las imágenes, el uso del hiperbatón, el cuidado lenguaje  y el sabio dominio de los ritmos poéticos, casi modernistas en lo musical; añade el uso de los juegos conceptuales barrocos quevedianos y el conocimiento las artes teatrales y escénicas, porque escribe comedias de capa y espada y autos sacramentales de temas doctrinales a la manera de Calderón de la Barca. Sor Juan Inés de la Cruz domina la retórica y la métrica y es culteranista y conceptista en los sonetos y en la mayor parte de su obra poética, pero muestra en los villancicos la capacidad de adaptación a la poesía popular, frecuentemente escrita en seguidillas, a las que va a añadir una nueva forma estrófica: la seguidilla real que combina versos de arte mayor decasílabos sin rima con hexasílabos de rima asonante. De ello son ejemplo las coplas de este villancico:

“Pues del cielo a la tierra rendido

Dios viene por mi

si es la vida jornada sea el sueño

posada feliz”

A las coplas se añade el estribillo: “Déjenle dormir”. Y la glosa.

No fueron estos navideños, cuyo número V hoy traemos, los primeros villancicos compuestos por la autora; en 1676 compuso otros dedicados a la Purísima Concepción que fueron cantados en la Santa Iglesia Metropolitana de México, también compuso villancicos a san Pedro apóstol y a san Pedro Nolasco, libertador de los negros, y en 1690 villancicos a san José, también para la Catedral de Puebla de los Ángeles. Cada juego de villancicos suele constar de un formato de nueve composiciones.

  Los villancicos son introducidos en América desde medidos del S.XVI por las órdenes religiosas españolas encargadas de la evangelización, y, como las escenificaciones teatrales de las pastorelas, autos o y representaciones sacras, sirvieron a los misioneros para, de una forma sencilla, introducir a los indígenas en el conocimiento de los misterios de la fe cristiana. Los hay compuestos en lenguas autóctonas para mayor confraternización con los evangelizados. Los villancicos que se representaban en las catedrales se encargaban a los autores desde el obispado para ser cantados en las misas de maitines de determinadas festividades, así en Navidad. Eran recreados y puestos en partituras por Maestros de Música de España y América y se editaban. Tenían tema popular y festivo, a fin de que pudieran los asistentes entenderlos y recrearse en ellos. Se representaban en escenas durante la misa y se cantaban con polifonía, aparato barroco e instrumentos musicales como la vihuela, violón, arpa y órgano. Los villancicos de sor Juana con letra y música hoy pueden localizarse y escucharse en medios virtuales.

Sor Juana escribe sus villancicos intentando la sencillez, y sin embargo toda su sabiduría se trasluce en este villancico dialogado que contiene el arte de la retórica, la antítesis de ideas contrapuestas y antagónicas como “velar o dormir” que forman el estribillo repetido, o “penar y no penar”, “velar y desvelar”, “despertar y dormir”. De esa repetición retórica de la antítesis y las paradojas nace la fuerza del poema que apoya el repetido estribillo. Abundan las anáforas, desde la forma gramatical del estribillo con la repetición de estructuras sintácticas idénticas: “No le despierten no. Sí le despierten, si” o muchas otras de idéntico corte que se extienden a lo largo del poema, fundamentalmente en el estribillo y su glosa, recordando la poesía paralelelística de tradición medieval. Contiene una alusión mitológica de la Biblia y del Apocalipsis, el símbolo del León de Juda, descendiente de la reina de Saba y el rey Salomón y símbolo de la tribu de Israel, tiene como referencia el libro II del Génesis de la Biblia y representa a Jesús de Nazaret, en cuanto éste era de la tribu de Judá y va a ser sacrificado. Tanto en la religión judía como la cristiana el León de Judá representa al Mesías. Hay alusiones literarias así una cita que muestra la lectura de santa Teresa de Jesús: “La vida es una mala noche en una mala posada” a la que contradice uno de los participantes en diálogo del debate: “Si es la vida jornada, sea el sueño posada feliz”. Rebate a Calderón de la Barca en La Vida es Sueño, porque, en el villancico, la vida no es sueño, dormir es un símil de muerte, el sueño es parecido a la muerte. Quizá apele a la inconsciencia del sueño y no a la racionalidad del que vela. Son preguntas, debates abiertos, sin respuesta.

El tema tratado es el Nacimiento del Niño Jesús, pero, pese al aparentemente feliz tema, plantea la duda teológica de si el sufrimiento del Dios debe evitarse o es el camino del sufrimiento el que Dios ha elegido para redimir al hombre, y por tanto no debe evitarse el sufrimiento. Apoya la idea del sueño – la no conciencia- con un ensayo sobre la muerte, y el amor como sufrimiento, pues el mayor dolor del amor es no penar, penar es amar. Hay por tanto literatura y pensamiento místico en este villancico de apariencia ingenua. El diálogo vivo enfrenta los dos caminos de encuentro con Dios, el del amor y el del sufrimiento. Por tanto, el camino de la ascética y la mística.

Toda lectura puede distinta según cada uno de los lectores que a ella se acerca, no pretendo sentar cátedra en un texto difícil que admitiría otras múltiples lecturas, pues es mi lectura una que admite otras muchas.

 LA AUTORA Nacida Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana en San Miguel de Nepantla, hoy México, en 1648. Parece que sus ancestros maternos pudieron ser españoles de San Lucas de Barrameda.  Hija de Pedro de Asvuaje y Vargas de Machuca, de origen vasco, y Isabel Ramírez de Santillana, sus padres nunca se casaron, fue ilegítima. El padre tuvo tres mujeres; separada la madre y con nuevas parejas, pasó la niña su infancia en la hacienda de sus abuelos Pedro Ramírez de Santillana e Isabel Rendón. Su curiosidad intelectual avivó su afán por la biblioteca de su abuelo materno, aprendió a leer a los tres años con una hermana mayor a espaldas de su madre, también aprendió el lenguaje azteca, el nahualt. Quiso ir a la universidad vestida de varón, pero su madre no se lo permitió. Adolescente, bella y con fama de sabia, en los años 1664-65 entró a formar parte de la corte del 25 Virrey novohispano, Sebastián de Toledo Molina y Salazar, marqués de Macera, y fue dama de su mujer Leonor Carreto, una de sus más importantes mecenas. No mostró ningún interés por la vida matrimonial, pese a que fue requerida por pretendientes, y buscó un camino mejor de aprendizaje intelectual profesando en el convento de San José de orden de las Carmelitas en 1667, pero por enfermedad lo abandonó. Profesó posteriormente, en 1669, en el convento de la orden Jerónima de la ciudad de México, que le ofrecía más libertad para su vocación intelectual ya que las Jerónimas permitían recibir visitas, organizar tertulias y otras posibilidades menos restrictivas para su dedicación al estudio. Allí permaneció el resto de su vida. En el convento recibía visitas, participaba en tertulias y debates, leía y escribía adquiriendo fama notable. En 1680 el nuevo Virrey, Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de La Laguna, y su esposa María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, aprecian la inteligencia de sor Juana y la marquesa lleva a España dos tomos de la obra de sor Juana para que se publicaran. La etapa literaria más productiva coincide con el virreinato del marqués de la Laguna (1680-1686) en que escribe comedias, dos autos sacramentales y villancicos. Llegó a reunir una biblioteca de 4000 ejemplares.

Uno de los episodios más duros y controvertidos, y muy interesante porque ha avivado el debate sobre su lucha pionera como mujer, fue el enfrentamiento dialéctico que sor Juana mantuvo con un jesuita afamado, el padre Antonio Vieyra. Sor Juana era dialécticamente combativa, pues argumentaba sus tesis con el conocimiento y la razón, y se atrevió a contradecir las tesis del jesuita. El asunto fue tratado en la tesis doctoral de Octavio Paz que tuvo por título “Sor Juana Inés de la Cruzo las trampas de la fe”. Argumenta Paz la trampa de la fe en la obediencia de sor Juana ante las amonestaciones del obispo de Puebla, Manuel de Santa Cruz, que publicó los argumentos de sor Juana contra Vieyra en “Carta Athenagórica”, 1691-2. En el prólogo de Carta de sor Filotea de la Cruz, que escribe él mismo con seudónimo, combatía el desarrollo intelectual de la religiosa, la acusaba de soberbia por atreverse a rebatir dialécticamente punto por punto las tesis teológicas del jesuita, y le aconsejaba que, como mujer, se dedicara a las divinas letras y no a las humanas. Sor Juana defendió su capacidad como mujer para estudiar, argumentar y debatir con la misma altura y conocimiento de cualquier tema reservado a los hombres, sea relativo a la Teología o a las Ciencias, y su voluntad de hacerlo. La carta que fue igualmente publicada: “Respuesta a la carta de sor Filotea de la Cruz, o sea, su contestación al obispo de Puebla. Pero parece que, pese a su briosa respuesta, amonestada u obligada o quizá autocensurada por ella misma, renunció a sus libros, a escribir y a pensar, se desprendió de su biblioteca y se declaró “Yo, la peor de todas

En 1693 dejó de escribir. Murió en 1695 a consecuencia de una epidemia de tifus. Su personalidad y su obra, con amplísimos estudios sobre ella, ha llegado hasta nosotros, es, en opinión mía, una cierta venganza del tiempo.

Feliz Navidad y próspero Año nuevo 2023.

 

 

Bibliografía

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falta bibliografía

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