Irene Editorial es una apuesta ya larga en éxitos de Consuelo Altable, editora y fundadora que quiso crear una editorial presidida por valores como el amor, la consciencia y la compasión y añadió un lema a su Editorial: “Ama la Literatura porque leer es vivir”. La autora, de este estudio biográfico, Amelia Guibert Navaz, compañera mía de la Universidad de Navarra, ha ejercido la cátedra de Historia como profesora en institutos de Enseñanza Media en Pamplona, Laredo, Vitoria y Santander y forma parte de la quinta generación de una familia de docentes a la que pertenece la biografiada, su abuela materna, Ana María Sanz Huarte, pedagoga y reformista social nacida en Pamplona en 1868. Su relación familiar nos aproxima al personaje y hace que sea especialmente oportuno este trabajo de investigación, ya que la autora añade a sus méritos como historiadora el conocimiento de la personalidad y pensamiento de Sanz Huarte, y aporta numerosos testimonios familiares y documentales, fotografías, reseñas de prensa, publicaciones en revistas y referencias bibliográficas del archivo familiar.
Los antecedentes familiares maternos del apellido Huarte parecen condicionar su adscripción al pensamiento liberal, ya que liberal fue su abuelo materno que luchó con Mina, “el estudiante” y después con Francisco Espoz y Mina en la Guerra de la independencia y en la campaña contra los absolutistas en Barcelona en 1822; Juan Huarte, como muchos liberales, sufrió destierro en Bayona en 1823 con el triunfo del absolutismo de Fernando VII: Murió en Estella luchando en la Guerra Carlista. Casado con la catalana Josefa Callis, también la filantropía le viene de familia a Ana María Sanz, ya que su abuela Josefa fue mujer fuerte, condecorada con la placa de la Cruz Roja española. El matrimonio Huarte Callis tuvo cuatro hijos, a los hijos se debe la fundación del Colegio Huarte, un prestigioso centro privado de Pamplona para la enseñanza de párvulos que en el que los cuatro trabajaron, también la menor, Mercedes, la madre de Ana María Sanz Huarte, que dirigió durante medio siglo las aulas de niñas del colegio. Si la vocación liberal y pedagógica le viene por la rama materna, la paterna le aporta las dotes artísticas y la pedagogía del arte, pues su abuelo paterno fue pintor y profesor de la primera Escuela Pública de Dibujo en Pamplona, profesión que también eligió su hijo, el padre de Ana María, Mariano Sanz Tarazona, pintor y profesor de dibujo del Escuela Municipal que llegó a dirigir.
La genealogía y descendencia de Ana María es ampliamente tratada por Amelia Guibert. Si me he entretenido en citar los orígenes liberales de los abuelos de Ana María Sanz Huarte, es por mejor entender su obra, ya que la ilustración de la mujer- y más en Navarra- fue poco habitual y solamente suele darse en familias de pensamiento liberal. No sorprende así que todos los hijos del matrimonio, incluyendo las chicas, estudiaron Pedagogía y la ejercieran. Tampoco fue habitual la presencia de la mujer en actos institucionales públicos, como ilustran las fotografías de que Amelia Guibert aporta.
Ana María estudió en el Colegio Huarte de su familia y posteriormente cursó Magisterio en Pamplona, Zaragoza y Madrid en los grados elemental, superior y normal con la titulación de sobresaliente. Se casó a los 22 años (1890) con Teodoro Navaz Huici, técnico de Diputación; formaron matrimonio muy bien avenido y fueron padres de 10 hijos. Hizo compatible la maternidad de los cinco hijos primeros ejerciendo la docencia en el colegio Huarte y preparó en Madrid las oposiciones a la Escuela Normal de Pamplona, que ganó en 1901 ejerciendo la cátedra de Sección de Letras. Y porque siempre contó con el apoyo marital, siguió compatibilizando su vida profesional y privada con eficacia. Perdió el quinto hijo, entonces el más pequeño, mientras se preparaba en Madrid para opositar a la Escuela Normal. Ese sentimiento doloroso agudizará su sensibilidad materna, apunta Guibert, empeñando su afán en la protección de la infancia y en evitar la mortalidad infantil, entonces muy habitual. En 1006 ascendió a directora de la Escuela Normal de Maestras en la Plaza de San José
Su pensamiento como docente es coincidente con las teorías pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza y de D. Francisco Giner de los Ríos en cuanto a la reforma educativa institucionista. De corte institucionista- entiendo- son los viajes de estudios con alumnas de la escuela a Navarra, País Vasco y Zaragoza, la participación de Congresos educativos, el estudio y la preparación continuada, la creación de colonias escolares y escuelas de verano, el rechazo del lema de que la letra con sangre entra, la creación de bibliotecas volantes y el amor a la lectura, especialmente de los clásicos españoles que potencia actuando como jurado en premios literarios y como conferenciante en el Ateneo, el Colegio de Médicos y asociaciones culturales. Es miembro del patronato de honor del Ateneo de Navarra. Dice en el Ateneo:
“El libro es el mejor amigo del hombre., silencioso cuando no se le inquiere, elocuente cuando se le pregunta, sabio, como si jamás sin fruto se le pide consejo, fiel que nunca vendió su consejo de quien le trata regocijado con el alegre, piadoso con el dolorido y han humilde que nada pide ni ambiciona”
Los actos públicos y conferencias dadas están documentados por Guibert con amplias citas de los textos.
Como docente su acción principal fue la educación de la mujer en la Escuela Normal de maestras. Pasará bajo su dirección de Escuela Elemental a Superior. Inculcó, además de la exigencia académica, la implantación de valores éticos entre sus alumnas. Participó en dos Congresos Pedagógicos, en 1908 en Zaragoza y en 1920 en Palma de Mallorca, exponiendo en sus ponencias la educación de la mujer como mujer y como maestra, según teorías y prácticas docentes renovadoras. Así, las escuelas anejas de San Francisco se convirtieron en centros de renovación educativa. En 1920 creó la Asociación de Antiguas Alumnas de la Escuela Normal, de la que se servirá como respaldo en muchas de las obras sociales. También en 1920 es la inauguración de la biblioteca de la Escuela Normal, que albergaba obras pedagógicas, científicas y literarias y de la que fue nombrada Presidenta de Honor y respaldada por Diputación con poder usar el Sello con el Escudo de Armas de Navarra. De esas mismas fechas es la creación de la Escuela de Hogar para obreras, relacionada con la Asociación de Antiguas Alumnas de la que será Presidenta Honoraria. Se trataba de enseñar a las mujeres obreras elementales conceptos de instrucción, tanto de cuidados domésticos como conferencias divulgativas, cocina, o nociones sanitarias, para que educaran y protegieran mejor a sus hijos y tuvieran mejores condiciones de vida tanto ellas como su familia.
Apuesta por Navarra. Todas estas iniciativas tenían amplio respaldo en la radio y prensa local donde actúa como articulista o narradora. Muy navarra ejerciente, y como tal defensora de las tradiciones y de la Historia de Navarra de la que era conocedora, fue gran defensora del euskera. Consideraba que debía crearse en las Escuelas Normales una Cátedra del Vascuence, para que las maestras pudieran dirigirse a los niños en su lengua. Participó en el movimiento ciudadano para su conservación y difusión y se van a crear Cátedras en el Seminario y las Escuelas Normales, esta última sin titular hasta 1922.
Si con la Escuela de Hogar la Escuela de Magisterio y su directora se preocuparon por la mujer, es ahora con los niños cuando va a mostrar Sanz Huarte su carácter de mujer madre
Influida por Concepción Arenal, tuvo ocasión de practicar la compasión ante la delincuencia intentando, sin éxito, impedir la pena de muerte de un joven, Juan Gastón, empeñando todo su esfuerzo en salvarlo. Escribió una carta a la reina Isabel II, a través del marqués de Vadillo y artículos en prensa, involucrando a la sociedad pamplonesa. Y es que, mujer activa, no dudó en defender sus ideas a través de cartas, artículos en prensa y actuaciones personales. Frente a la delincuencia juvenil, entonces frecuente, formó parte en 1923 del primer Tribunal del Menor, pues consideraba que los chicos y adolescentes menores de 16 años no deberían ir a cárceles de adultos donde el mal se aprende, sino a reformatorios que emprendieran con ellos una acción de rescate, aportándoles instrucción y buenas costumbres con terapias dirigidas a la reinserción en la sociedad a fin de sacarlos de la marginación y la pobreza. A la falta de atención familiar de los niños, no dudó en pedir que los padres perdieran la patria potestad, si era preciso para el bien del menor. Antibelicista, estuvo en contra de la guerra de Africa. Miembro de la Cruz Roja, visitaba enfermos, acudía a las cárceles y practicaba la caridad.
Esa fusión de renovación pedagógica, de reformismo social y caridad personal - entiendo- constituye la base del pensamiento de una mujer inmersa en las ideas pedagógicas del liberalismo institucionista, y al mismo tiempo de la preocupación social hacia las capas más desfavorecidas que fue compatible con una visión cristiana de la vida. Como es sabido, la pedagogía de la INLE se consolidó en una burguesía ilustrada laica y la acción pedagógica y reformista de Saz Huarte estuvo dedicada a mejorar las condiciones de los desfavorecidos sin recursos, conforme a sus creencias en un humanismo cristiano.
Uno de los grandes méritos- entiendo - de Ana María Sanz Huarte fue conseguir el apoyo de las instituciones, personas y colectivos a las iniciativas que se emprendieron a través de un centro oficial, La Escuela de Magisterio. Consiguió, con diplomacia y mano izquierda, la protección de la infancia a través de las Instituciones oficiales, o sea la Beneficencia, que es como Arenal había llamado a la ayuda que se ejerce desde las Instituciones públicas Si a la ayuda de Instituciones oficiales podríamos llamarle obra benéfica, también consiguió implicar personas influyentes, a los conciudadanos pamploneses y a ella misma. Podríamos y decir que hizo compatibles en sus iniciativas la beneficencia, la filantropía y la caridad.
Hizo siempre uso de su tesón y su personalidad y tenía el convencimiento de que otra sociedad mejor era posible. Fueron de su iniciativa cuatro instituciones para los niños de las escuelas: Cantinas escolares. Colonias escolares. Ropero escolar. Escuela de verano
Las Cantinas escolares en 1908, creadas a fin de remediar el hambre al que la pobreza reducía a los niños fue un hito de apoyo a la infancia necesitada. De todo ello da cuenta Guibert en esta biografía muy documentada, del éxito oficial de la inauguración, del nombre de las personalidades asistentes al acto y del número de niños sin recursos que pudieron beneficiarse del comedor escolar. Para ayudar a sostener las Cantinas Escolares, escribe, hubo actos organizados becerradas, tómbolas, muy apoyadas por la ciudadanía. En 1912 desde la Escuela de Magisterio se promueven, con el acuerdo del Ayuntamiento y Diputación las Colonias Escolares que llevan a niños de toda Navarra a gozar de los beneficios del sol y para el que se solicita y se reciben apoyos económicos de particulares y se organizan actos festivos para mantenerlos-Una tercera institución fue el Ropero Escolar, Ropero del niño Jesús, a fin de proporcionar a los niños de las escuelas Públicas, ropa, calzado y abrigo. Iniciativa para los niños fue también La Escuela de Verano para que no estuviesen vagando por las calles.
En una ciudad sin Universidad, la Escuela de Magisterio sirvió de cátedra. Entre los nombres que Amelia Guibert cita del claustro de profesoras, figura el ilustre apellido institucionista: Ontañón. Imaginamos que se trataría de Juana Ontañón Valiente que estuvo de maestra en Pamplona hasta 1933, que había sido compañera de María de Maeztu, que en esas fechas fue destinada a Madrid y después de la guerra sufrió el exilio en México. No es extraño que la Escuela de Magisterio intentara hacer compatible la ILE con la tradición navarra, más conservadora de pensamiento, e irradiara cultura y buen hacer, ya que nunca Sanz Huarte tuvo problemas políticos, pese a la conflictividad de la época, o al menos Guibert no lo apunta. Cesó Ana María Sanz Huarte en la dirección de la Escuela de Magisterio durante la República, aunque siguió como profesora. Las obras benéficas de las que hablamos son anteriores al 31 y me queda la duda de saber si el catolicismo social, que era el que practicaba Sanz Huarte, tuvo que ver en la destitución como directora, o fue ya su edad algo avanzada, 63 años, pero nada dice Guibert del tema. Fue entonces el director Mariano Sáez Morilla, fusilado posteriormente en la Guerra civil, y subdirector el geógrafo Leoncio Urabayen. El claustro apoya a Ana María Sanz Huarte, en 1934 como vicedirectora. Es miembro desde principios de siglo del consejo Provincial de Primera Enseñanza y profesora de Pedagogía. Profundamente religiosa, incitaba en sus conferencias más que a prácticas pietistas a acción social cristiana. Si bien no se opuso a la desaparición de la Religión del currículum, se preocupó en la formación de catequistas fuera de las aulas, pues consideró importante la educación religiosa.
FEMINISMO MATIZADO
Entiendo que su forma de entender la vida y la mejora de la condición de la mujer no la llevó a posturas que podíamos llamar activistas y que ella consideraba radicales, así su feminismo -entiendo – es contradictorio. Se declara a favor de la igualdad de derechos de la mujer, por tanto, de cambiar los artículos de los Código Civil y Penal que la discriminan; fue partidaria de la emancipación económica de la mujer y de su derecho al trabajo; creyó en la actuación de la mujer en la sociedad y no solo en el ámbito privado. Pero su postura es conservadora en lo familiar y moral– es opinión mía- y juzga con dureza alguna de lo que entiende veleidades frívolas que, aventura, pueden suponer el abandono de lo más fundamental en la mujer que son los hijos y la familia. Su modelo de mujer es Concepción Arenal, a la que dedica una extensa conferencia que inaugura el ciclo de conferencias en el Centenario de la pensadora que organiza la Escuela Normal en 1820. Es interesante saber cuales son las cualidades además de las intelectuales, que Sanz Huarte, admira y dice deberían las mujeres, como Arenal, que nunca abandonó a sus hijos, ser:
Dulce, casta, grave, instruida, modesta, paciente y amorosa, trabajando en lo que es útil, pensando en lo que es elevado, sintiendo lo que es santo, alimentando el fuego sagrado de la religión y el amor oponiendo al misterio la fe, la resignación al dolor, y a la desventura la esperanza”
Pensamos que fueron esas cualidades que admira en Arenal parte del carácter que ella misma tuvo y por lo que su nieta, Amelia Guibert Navaz, subtitula su biografía: En primer termino mujer. Fue moderna en lo renovador de la pedagogía, activista social en su vida pública. En su vida privada, proyectada en sus obras institucionales, quiso que las cualidades de mujer madre cristiana y caritativa fueran ley. Vivió con alegría su matrimonio y su maternidad, perdiendo a su marido en 1932. Hizo estudiar a sus hijos e hijas, Teodoro, Mercedes, Carmela (novelista que firmó con el seudónimo de Carmela Saint Martín) José María, María Juana, María Ana, Amelia, Isabel y María Esther. En su vida privada hizo lo requerido: que la postura tradicional de una mujer madre y esposa fueran lo más esencial de su carácter.
Como mujer inteligente es contradictoria y no monolítica. Respecto al derecho al voto de la mujer afirma que tiene tal derecho, pero entiende que la realidad social no es la adecuada para ejercerlo. No lo hace con los argumentos de Kent – que serían los opuestos en razón de que la mujer estaría supeditada a opiniones ajenas, o que no está preparada para votar, que Sanz Huarte contradice con argumentos, pero no considera -contradiciéndose a su misma- que estén preparadas para votar de una manera consciente y firme, ya que sobran “mesnadas manejables y vendibles”. La postura es contraria a la otra navarra republicana importante familiar de Ana María, la abogada navarra Matilde Huici, miembro del Lyceum y militante socialista (es opinión mía) Son tiempos de debate ideológico entre las propias mujeres, cuyas posturas demuestran que la alta capacitación profesional puede llevarlas a posturas femeninas o feministas diferentes. Si ser feminista es luchar por la igualdad de derechos de la mujer y su inclusión en igualdad en la sociedad, si lo es la mujer que hace avanzar el colectivo, Ana María Sanz Huarte fue feminista, aunque matizada por una visión tradicional de la familia. Murió rodeada del amor de los suyos en Pamplona en mayo de 1936 y hasta días antes estuvo impartiendo conferencias y clases
El Estudio de Amelia Guibert Navaz, hija de Amelia, apoya la biografía de su abuela materna con textos de dicursos, citas, fotografías, reseñas, y nos muestran a Ana María Sanz Huarte como una personalidad de mujer navarra importante que debería ser rescatada del mutismo y el olvido. Su labor de maestra repercutió en una nueva generación de maestros, los maestros de la República, que trasformaron el panorama educativo de España. Y su labor social sigue siendo un ejemplo en una Navarra hoy rica y trasformada, ante las deficiencias que todavía asolan a las prósperas ciudades españolas y a los marginados de nuevo cuño. Una lectura que recomiendo.
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