Conocer el mundo. En
la mitad del mundo, con un pie en cada hemisferio, una se siente
apabullada y nimia frente a la grandeza del hombre de ciencia. Sin su
sabiduría y su conocimiento matemático, geogràfico, físico, sin
su curiosidad científica, su experimentación, su prospección, su
meticulosidad ,su capacidad mental puesta al servicio de la ciencia, los hombres no sabrìamos la realidad. El científico tiene
una poderosa inteligencia que pone al servicio de los demás y de su
propia ansia de saber. En esa forma de conocimiento no mágico sino
racional el hombre no sueña sino realiza; no imagina sino
comprueba; no hace metáforas sino ecuaciones y medidas. Y no es
literatura, es ilustración, ciencia. Así que en frente de todos los
hombres sabios e ilustres que en Ecuador, en las Galápagos, en la
selva del Amazonas o en los Andes se plantearon los por qué y
definieron las escalas, las latitudes, los hemisferios, las formas de
la tierra, los ríos, los volcanes, las corrientes, la botánica, la
genética evolutiva, yo rindo homenaje a sus memoria repitiendo
alguno de sus nombres : Charles Marie de La Condamine; Pierre
Bouguer; Louis Godin; José de Jussieu; Jorge Juan; Antonio de
Ulloa; Pedro Maldonado; José Celestino Mutis; Charles Darwin;
Alexander von Humboldt .
Museo Oswaldo
Guayasamin, Capilla del Hombre en Quito. Como una culebra de 35
kilòmetros, Quito se alarga desde la ciudad vieja y el casco
histórico hasta la zona elegante de la cola que da paso a edificios
emblemáticos, rascacielos y centros comerciales lujosos donde reinan
las joyerìas francesas, la moda española de Zara y los ejecutivos
de la OEA con maletines de cuero. Alli , en un edificio singularìsimo
rodeado de jardines, la Fundación Guayasamín. Del genial pintor,
escultor , grabador y muralista nos regalò Alfonso Fernandez a
Cascante unas litografìas magnìficas aun sin exponer, así que mi
curiosidad había sido activada, si cabe más, por el regalo. Aunque
despedirse o encontrarse con el pintor es habitual ya que es suyo el
imponente mural del aeropuerto de Barajas sobre el encuentro de los
dos mundos, el hispano y el indio. Historia de un niño que hacía
caricaturas a sus profesores y compañeros de pupitre y era
amonestado y expulsado por ello. La genialidad exige sin embargo ver
como la deformación de los rasgos del caricaturista y la
expresividad de los trazos, el agrandar los rasgos distintivos y
defectos del retratado, se van a mantener a lo largo de toda su obra
de madurez, adquiriendo dentro de su técnica pictórica una fuerza
sorprendente. Nada convencional, fue apoyado por Roquefeller cuando
todos le consideraban un "desplazado". Hay más allá de
los trazos una profundidad expresiva en los personajes que puede
parecer atormentados, y al mismo tiempo un indigenismo que nos remonta
a Orozco y a Ribera en sus murales épicos. Pacifista y comprometido,
producto de una época "de compromiso social" que supera,
la grandeza de su visión nos muestra al gran pintor de América
latina y también de España, de las maternidades y de Quito y amigo
de Neruda al que algunos piensan el Picasso quitense.
Quito, Ecuador,
junto a la Plaza de Armas, siempre bulliciosa, protestan taxistas y
mujeres con sombrero negro de alas cortas y toquilla de lana.
Declarada patrimonio por la UNESCO, Quito conserva su centro y sus
iglesias, aunque las casonas buenas de época española de
barandillas pintadas son oficinas y los hoteles más lujosos de la zona histórica tienen
patios españoles andaluces. De noche la zona se vacía y los
turistas cuidamos recogernos a tiempo. De día las calles se llenan
de gente que va y viene y vende y mercadea. Al lado de la plaza la Calle de las Siete Cruces, quiero detenerme en la Iglesia de la
Compañía, el mejor ejemplo del barroco hispanoamericano, dicen. Lo
es. Nunca vi más oro y más armoniosamente empleado, aun con exceso.
Sí, no es oropel ni falso dorado: El oro, el oro de las indias desde
un metro a la altura del suelo- para evitar rapiñas- cubre todas las
paredes, los suelos, los púlpitos, los altares, las zapatas: Todo.
Horror vacui que tapiza el oro y cubre las piedras y las
piedras volcánicas ligeras de la cúpula y los techos. Un color oro
rojizo, oro real que habla de la importancia, y del poder político,
económico y religioso de la orden española y también de su exceso.
A la derecha del altar mayor, San Francisco Javier, a la izquierda,
San Ignacio. El Dios traído por los españoles, más rico todavía
que el dios Sol de los incas, a los que imagino boquiabiertos mirando
las lacerías y arabescos, copia de las mudéjares, pero supongo que
vacías de texto. Hay algo de representación teatral en ese lujo
aureo y podemos casi escuchar textos de dominio, de evangelización
o de exilio. A veces, ver nos devuelve la historia más que leer o
oir. Eso ocurre en la Iglesia de los Jesuitas- La Compañía de
Jesús- en las calle de las Siete Cruces de la España de la Real
Audiencia de Quito
Arriba en el Pichincha, toca un indio la flauta andina. No sé si lo sabe él, pero sólo su flauta es compatible con el silencio de las estremecedoras alturas. La subida por el teleférico asusta un poco y en lo alto del todo la yerba lacia a nuestros pies contrasta con el azul purísimo cargado de nubes que amenazan caer y cubren grisiblancas la boca de algun volcán lejano. Nacen senderos y los senderistas se cruzan con nosotros, mochillas a la espalda, y provoca envidia no estar en forma para continuarlos "Siempre llueve en la tarde, no se demoren" , nos dicen. La avenida de los volcanes, aquí también bautizo de Alexandre Von Humboldt, vuelve a recordarnos que la naturaleza es siempre mucho más que el hombre, que se impone y nos achica. La Avenida de los Volcanes .El nombre evocador es una concesión a la mágico y sus leyendas, porque el escalofrío de lo inconmensurable apela al sentimiento más imponente aquí que la visión científica. Volcanes en la avenida de los cielos, rascancielos. No es el agua de las nubes quien nos nubla los ojos.
Y, concesión al recuerdo turístico, nos hacemos la foto trucada volando sobre el crater del volcán apagado. Queda la tarde para regresar a comprar máscaras y muñecas
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