La
Asociación Cultural Amigos de Cascante, Vicus, felicita este año 2023
con el facsímil de dos textos que consideramos dignos de ser rescatados.
Ofrecemos a todos los socios amigos y colaboradores dos poemas de Blas de
Otero, pertenecientes a la etapa primera etapa del poeta, publicados en
Pamplona, diciembre de 1942. Mi Frailecico y Ruptura fueron
incluidos en el n.º 14 de la revista “Albor” que dirigía el Periodista y poeta,
José Diaz Jácome. Se
incorporaron así a nuestro patrimonio literario pamplonés que hoy ponemos a
disposición de todos.
José
Diaz Jácome, redactor jefe de periódico El Pensamiento Navarro,
aprovechando los recortes sobrantes de la edición del periódico, en un tiempo
de dificultades para conseguir papel, consiguió editar unos sencillos cuadernos
de poesía: Albor. El primero cuadernillo vio la luz en junio de 1940. Se
iniciaba la andadura de publicaciones líricas en la Navarra de la posguerra.
José Diaz Jácome continuaría la andadura literaria con Faustino Corella y se ampliarían las publicaciones en prosa y
poesía en las revistas Marzo, Iruña y Pregón . Se
publicaron en Albor, sin ánimo de lucro, cuadernillos monográficos de autores
amigos, 15 cuadernillos, que, si bien no tenían un diseño de publicación
lujosa, alcanzaron el mérito de ser una de las primeras revistas literarias en
España posteriores a la guerra civil, ya que el primer número se editó un año y
dos meses después de acabada la guerra.
Blas de Otero Muñoz publicó en dos
cuadernillos de la colección, Cuatro
poemas en el monográfico n.º 6, fechado en marzo de 1941, titulados
La Obra, El Agua, Señor y Cuerpo de Cristo, y en el n.º 14, un poemario colectivo de
cuatro poetas dedicado al Centenario de san Juan de la Cruz, en diciembre de
1942
Mi Frailecico y Ruptura No fue la
primera vez que la poesía de Blas de Otero aparecía en Pamplona, ya que en
diciembre de 1935 había ganado un concurso literario en Homenaje a Lope de
Vega, organizado por la Federación Navarra de Estudiantes Católicos, con la
cooperación de las entidades hermanas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, según
decía Diario de Navarra el 17 del mismo mes y año. Se trataba del poema Post
Tenebras Lux, uno de los poemas de la prehistoria lírica del poeta.
La
poética de Blas de Otero que se inicia ahora será esencial para entender el
sentido de la búsqueda de trascendencia, a través primero de la religiosidad
místico- amorosa y más tarde en la poesía desarraigada que acusa su crisis
existencial, la poesía social que busca salir de sí mismo para encontrar al
hombre; o la poesía política con que desea solucionar los problemas de España y
de la humanidad. Escribe una poesía para “la inmensa mayoría”, corriente por
donde transcurrió Otero. Toda su obra está escrita con un total dominio de las
formas métricas, los ritmos y la retórica.
Blas
de Otero nació en Bilbao en 1916 en una familia perteneciente a la alta
burguesía bilbaína, estudió en el colegio de Jesuitas de Bilbao. En 1927 con
motivo del fin de la gran Guerra, se deterioró la situación económica de los
negocios y el padre decidió recuperar su estatus trasladándose con toda la
familia a Madrid. En Madrid, donde nació su vocación poética, estudió
bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros. Cuando en 1932 falleció su
padre no habiendo rehecho su fortuna, la responsabilidad de sacar adelante a su
madre y dos hermanas recayó en Blas, que era único varón, ya que tres años
antes había muerto un hermano que le precedía. La muerte del padre forzó a los
Otero Muñoz a regresar en no muy buenas condiciones económicas a Bilbao.
Sabiéndose responsable de su familia, estudió por libre en Zaragoza, sin
vocación la carrera de Derecho en vez de la de Filosofía y Letras, acabándola
en 1935. La guerra le sorprendió en Bilbao con la carrera de Derecho recién
terminada y se incorporó a los batallones vascos. Después de la guerra trabajó
un año de secretario del consejo de Forjas de Amorebieta, escribía al mismo
tiempo colaboraciones en prensa. Hasta noviembre de 14943 residiría en
Bilbao. Es en esta época bilbaína cuando
sufrió su primera crisis, acuciado por el conflicto de optar por dedicarse a su
vocación literaria o asumir la responsabilidad de ejercer el Derecho para poder
ayudar a los suyos. Y es también la época en que escribe los dos poemas que
traemos. El Frailecico nos hace entender la religiosidad honda, propia
de un católico practicante implicado en asociaciones religiosas: Ruptura
Acusa el inicio de una crisis existencial, todavía no es crisis religiosa.
Volverá nuevamente a Madrid en noviembre de 1943 para estudiar Filosofía y
Letras, residiendo en el Colegio Mayor Cardenal Cisneros y conociendo a los
poetas de su generación como Carlos Bousoño y bajo el magisterio de los poetas
del 27 Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Ell conflicto abierto entre su
vocación y su responsabilidad le hará abandonar, regresar a Bilbao y quemar en
1944 todos los poemas inéditos escritos con anterioridad.
Mi Frailecico
Conmigo está Mi dueño
leyendo su lectura
silenciosa
Mi dueño es muy pequeño
más tiene voz de rosa
cuando del alma el canto
le rebosa
Leyendo está mi amigo
y yo con él, penando, vivo
y muero
“A solas, sin testigo”
así es como le quiero
hablándole un sentido muy
de vero.
Con ese frailecico,
el alma se recoge y
empavesa;
¡qué importa si es tan
chico,
si el alma es la que besa
y amigos son sus labios de
Teresa!
Con ella y con su voce,
no quiero otro coloquio,
por ventura.
En ella está mi goce
con ella la Hermosura
de amor que me da fiebre y
calentura
Que si ella es castellana
de Dios,
do que del mundo yo más quiero,
él tiene una fontana
tan rica de venero,
que en ella me adolezco,
peno y muero.
Por ella yo quisiera
dormirme entre los brazos
del amado
muriendo de manera
tan alta y silencioso,
que abriérame este pecho
que reboso.
No
era un poema inédito, había sido publicado en el 2.º cuadernillo del grupo de
Bilbao ALEA asociación que organizaba todo tipo de actos
culturales y que en 1942 había empezado a publicar los Cuadernos de ALEA. En el
mismo año celebró con un recital en el Ateneo un Homenaje a San Juan de la Cruz
en su centenario y dio a la luz el n.º 2 de sus cuadernos el Cántico
Espiritual de Blas de Otero Muñoz, libro de poemas que estaba inspirado
en San Juan y su Cántico Espiritual. Fue el primer poemario
publicado por Blas de Otero. Aunque escape de este comentario el incluir la
crítica del poemario Cántico Espiritual, si afirmaremos que los
críticos consideran que refleja el hondo sentido de la búsqueda de
trascendencia de Otero y que ese sentido ahora religioso cambia otras búsquedas
de trascendencia, no desaparece nunca. Estaba escrito en versos blancos y
liras. El título, que remitía a San Juan de la Cruz, responde a la primera
época marcada por la religiosidad de Otero y la lectura e influencia de los
místicos, san Juan de la Cruz, santa Teresa y Fray Luis de León.
Mi
Frailecico es un poema, compuesto por
seis liras, incluido en un grupo de diez poemas de la publicación escritos en
dicha estrofa. A San Juan de la Cruz y a Fray Luis de León remite la estrofa en
que está escrita, la lira renacentista; y el lenguaje que utiliza, que contiene
ciertos arcaísmos.
Mi
Frailecico es san Juan de la Cruz, título del poema, pues sabido es que Juan de
Yepes debió ser tan menudo de estatura que Teresa de Ávila le apodaba “medio
fraile”, de ahí el diminutivo usado. Es también al físico de Juan de Yepes a
quien alude en el tercer verso de la primera lira “mi dueño es muy pequeño”
y el tercero de la tercera,” qué importa si es tan chico”.
Es
poema acordativo, es conforme. Da muestra del impulso trascendente religioso-
amoroso con que Otero inicia la búsqueda de la unión con Dios, que en este
poema lo busca a través de la lectura de san Juan, santa Teresa y frey Luis de
León, para llegar a través de ellos, de sus voces y de sus símbolos, a la unión
amorosa con Dios, tercera vía de la mística, la unitiva.
“Por ella, yo quisiera
dormirme entre los brazos del Esposo
muriendo de manera
tan alto y silencioso
que abriérame este pecho que reboso”
La
intertextualidad, es esencial en el poema. Son de Fray Luis de León los versos
“a solas, sin testigo”; y alusivos a san Juan “con ella la
Hermosura, versos de la cuarta lira, ya que la Hermosura, con mayúscula se
refiere a Dios”“; a san
Juan “dormirme entre los brazos del Esposo” , alusión a San Juan y
también a santa Teresa “penando vivo y muero”. Todo
el poema está lleno de citas explícitas e implícitas, ya que no recurre a los
nombres sino a sus versos, aunque sí nombra a Teresa; y “que si ella es
castellana/ de Dio”, verso cuyo encabalgamiento va a ser otro de los signos
de identidad de la poesía de Otero. En la intertextualidad trasluce una
arraigada fe cristiana y un conocimiento y de la obra de los místicos españoles
y demuestra una asimilación de los escritores, asimilación que le ha llevado a
una creación propia: como ejemplo un verso que muestra la capacidad mística del
autor
“El alma
es la que besa.
Ruptura
Es conmigo, Señor,
calladamente,
Con quien rompo: me rompo
yo a mí mismo
Bajo las olas de mis
pensamientos
Y la suave roca de mi
corazón-
¡Ah! Todos: tú, mujer que más
amé
Enemigos, hermanos, luchas,
trances,
Todos podéis venir. ¡Yo
voy corriendo
y abierto, hacia vosotros, entregado!
¡Que no me acuerde ni de
mi memoria!
¿Qué soy en esta isla de
los hombres
Sino un pedazo más, el más
inútil,
sin el que todo, es
cierto, seguiría?
Que no me acuerde de mis
esperanzas.
Podéis dejarme lo que vos
queráis,
Lo que los hombres quieran
permitirme
Y yo mismo consiga poseer.
Mi imagen: Ese cielo que
se rasga,
esa fuente que ofrenda
todo el cuerpo,
el insecto minúsculo, el
buey manso,
el llanto más pequeño de
los niños.
Si sé que tú me lees, ojos
que lloran,
si sé que tus espaldas se
estremecen
cuando doy con el verso
ineludible,
¿Qué me importa el laurel,
ni el hondo anónimo?
Sabed que nada es mío: ni
esta mano
-
Acaso ni este
lápiz- con que sueño
cuando escribo, debajo de
la lluvia,
en mi cuarto, las noches
eminentes.
No
hemos podido encontrar el poema en otro texto que no fuera en la revista Albor
n.º 14 que hoy traemos. Ya que la cita que hemos encontrado del poema alude
como fuente nuestra revista, hace suponer quizá que pudo ser uno de los
poemas que rompió y que no publicó en periódicos, ni poemarios, ni en otra
revista a la que no tenemos acceso, aunque no podríamos asegurarlo.
El
poema Ruptura nada parece tener en común con el poema anterior. En la
forma, está escrito en 18 endecasílabos blancos, sin rima, no hay intertextualidad
ni arcaísmos, aunque sí encabalgamientos. Tampoco es acordativo, sino crispado.
El título sugiere un desgarramiento que, como dicen los primeros versos,
suponen la ruptura de él mismo. Se dirige a Dios en los cuatro primeros versos,
no prescinde de Él, por tanto, es poema religioso, en el que inmediatamente
después incluye a todos, la mujer, la familia, la lucha y los hermanos, un
plural al que igualmente se dirige.
Siendo conscientes de su biografía, no descartaríamos que fuera un poema
que expresa la decisión de la renuncia a sí mismo y la entrega a todos los demás
a los que apela.” Yo voy corriendo/ y abierto hacia vosotros, entregado,
dice en los versos 7 y 8. Encontramos una anulación del propio yo y una
renuncia a la memoria, renuncia a la esperanza. La entrega a los demás deja, no
obstante, un sentimiento doloroso de aniquilación, de desasimiento. Aunque sea
buscada y asumida, no podemos pasar por alto las palabras que introduce para
hablar de su propia imagen, “rasgado”, “minúsculo”, “insecto” “buey manso”,
“llanto”. Entendemos que existe un hilo muy tenue entre la biografía y la
escritura.
“Me queda la palabra” dirá en un verso
posterior. En el
poema Ruptura encontramos un inicio de la persecución de la palabra -el
verso ineludible (verso 23) que conmueva. Hay en esa desposesión una no
renuncia a la poética que no es embriaguez, sino empeño triste. No busca el
triunfo, pero sigue soñando la escritura y el verso: la palabra. Otero, roto,
se dirige a Dios y a todos los demás para entregándose, y también en sus
versos, intentar perderse en ellos.
Charo fuentes Caballero, miembro de la junta directiva de la Asociación Cultural Amigos de Cascante, Vicus
Pamplona, diciembre, 2023
Blas de
Otero, Jaime
Delclaux, Pablo y Antonio Bilbao Arístegui, Antonio Elías Martinena, Esteban
Urkiaga, antes de la guerra, 1935, en el Café Bilbao, habían creado
ALEA, Asociación Libre de Ensayos artísticos,
grupo del que formaban parte Otero. Juan José Lanz “En canto y Alma” En el centenario de su
nacimiento” [BRAE
· Tomo XCIX · Cuaderno CCCXIX · Enero-Junio de 2019 http://revistas.rae.es/brae/article/view/305