Las Primeras Universitarias en España,
de Consuelo Flecha García, Catedrática de la Universidad de
Sevilla, tuvo en mi blog una primera entrada relativa al acceso a la Educación
Primaria de la mujer que publicamos a principio de verano. Hoy la continúo como segunda entrada divulgativa de un mismo texto, imprescindible para entender el proceso de incorporación de la mujer a la Educación Superior. El trabajo está publicado por Narcea, S A Ediciones,
Madrid 1996, con la ayuda de la Direción General de
Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación y Cultura.
El tesón, dice Flecha, fue la postura de las mujeres ante las dificultades. Mª Elena Masseras había pedido permiso al Rey Amadeo I para poder cursas estudios secundarios y luego acceder a la Universidad; el rey se lo había concedido. Como ella, una vez conseguido el título de bachiller, algunas mujeres decidieron matricularse en la Universidad. El que hubiese una laguna legislativa fue positivo, ya que no había ley alguna que lo impidiera; los legisladores no habían pensado ni siquiera en la posibilidad de que las mujeres quisieran matricularse. Cuando lo hicieron y se presentaron al acceso de Examen de Grado, fue sorpresa inesperada. Las tres primeras se matricularon en Medicina, primera carrera cursada por una mujer, seguidas por las que lo hicieron en Farmacia y Filosofía y Letras.
1873
A partir de esa fecha, las mujeres tuvieron presencia en las Universidad de Barcelona, Valencia Valladolid y Central de Madrid.
1881
Se recogía en
prensa la noticia de que el Consejo de Instrucción pública se había
reunido para hablar de la enseñanza de la mujer y había optado por
la solución de permitirles estudiar, ya que era beneficioso para
la familia y la educación de los hijos, pero no permitirles
ejercer la profesión. Se discutió la idoneidad de crear Institutos de Segunda Enseñanza exclusivos para mujeres, pero no dejarlas estudiar
mientras no se hubieran construido centros escolares exclusivos de mujeres, con lo que demoraban así la respuesta. El periódico La Iberia contestaba
pidiendo rapidez en la solución, poniendo como ejemplo los países
europeos. El debate sobre el tema se convirtió en actualidad.: El
Consejo de Instrucción Pública abrió sesión para discutir sobre ello y argumentarlo, en el
que intervinieron el marqués de Pidal; Matías Nieto Serrano; Mena
Zorrilla, el marqués de Retortillo; Tomás Santero; Juan Magaz; José
Calvo, Gaspaz Núñez de Arce y otros. Hace constar las posturas tomadas en
las que incluye la actitud desfavorable de la autoridad eclesiástica,
Obispo auxiliar de Madrid Ciriaco María Sancha Hervás.
La doctora Fecha
sigue el debate con minuciosidad y las
controversias académicas y ministeriales, que oscilaban desde la
posibilidad de que estudien, de que no estudien, de que no ejerzan o
de que ejerzan las que en aquel momento presente habían cursado
estudios académicos con brillantez, pero no las que quisieran
hacerlo en lo sucesivo. Se cerraría así el acceso a la Enseñanza
Superior a quien no lo había ya cursado. Se aceptaba a
regañadientes a las ya eran Licenciadas o Doctoras, como Dolores Aleu Riera y Elena
Masera Rivera, con Doctorado en Medicina.
Las aspiraciones de
las mujeres inquietaron a la sociedad de una época no acostumbrada a
que las mujeres pudieran tener otra forma de vivir la realidad que la
acostumbrada como ejercerla siendo el “ángel del hogar” y no
optando por una forma de estar en la sociedad que aceptara e
incluyera a los ángeles del hogar como profesionales, en igualdad con
los hombres, con capacidad de ejercer sus profesiones y ejercer un
trabajo remunerado. Era la lucha por ocupar un espacio tanto social,
como personal, ganar el propio espacio en una sociedad moderna. Las
que lucharon por conseguirlo, apoyadas en casi su totalidad por sus
propios padres, no intuyeron posiblemente la trascendencia social, y
no solo lo individual, de su lucha, afirma la doctora Flecha. Todavía
quedaba un largo camino por recorrer lleno de trabas, si no siempre
jurídicas, administrativas. Era ir de derecho adquiriendo
posiciones favorables a su inclusión académica; aunque otra, de
hecho, que pudieran alcanzar lo deseado, dadas las farragosas trabas
burocráticas que tendrían que superar
La educación de la
mujer, que había venido pidiéndose por algunas mujeres avanzadas
nacidas en el primer tercio del siglo XIX ( movimiento de mediados de siglo con Sofía Tarlilán,
Faustina Sáez de Melgar, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Pilar Sinués o Tadea
Verdejo, que escribieron pidiendo la instrucción en revistas hechas por ellas y leídas por mujeres, es afirmación mía) se convirtió
en tema de actualidad y de polémica académica, jurídica, política
con posturas encontradas escritas en prensa abierta a todos los
lectores. De todo ello Flecha da constancia.
1882 -1887
La decisión de aceptar lo ya hecho pero impedir que pudiera darse en lo sucesivo fue publicada como Real Orden.. Retrocedía hacia la decisión,incluso, de que las mujeres no pudieran cursar Segunda Enseñanza. La insistencia femenina hizo que esa orden fuera quebrantada al año siguiente, 1883 en que se autorizaba a cursar Enseñanza Media pero no estudios universitarios.
1882 -1887
La decisión de aceptar lo ya hecho pero impedir que pudiera darse en lo sucesivo fue publicada como Real Orden.. Retrocedía hacia la decisión,incluso, de que las mujeres no pudieran cursar Segunda Enseñanza. La insistencia femenina hizo que esa orden fuera quebrantada al año siguiente, 1883 en que se autorizaba a cursar Enseñanza Media pero no estudios universitarios.
1888- 1900- 1910
Se autoriza a
cursar Enseñanza Superior de una manera muy restrictiva a través de
otra Real Orden, con cautelas, dice la autora y con reticencia por
parte de los rectores que exigían que la dirección General de
Instrucción Pública les comunicara la Orden y ponían todas las
trabas burocráticas de que eran capaces. Se consideraba que
estar en un espacio común con los varones, podía alterar el orden,
de tal manera que el Rector debía garantizarlo y dar su conformidad.
En algunos casos, los catedráticos aceptaban acompañar a la alumna
a la entrada y salida de clase, reservándole pupitre a su lado; en
otros, la negativa hacía que las alumnas no pudieran cursar
oficialmente la materia y tuvieran que hacerlo por libre y
examinarse en septiembre con distintos profesores de los que la
habían impartido. Las que se matricularon cuando entro en
vigor la Real Orden de 1888, tuvieron que atenerse a las condiciones
de esa normativa. El estudio de los nombres de aquellas que
consiguieron acceder a la Universidad y cursar estudios de Doctorado
y las trabas que fueron capaces de superar, hace de este trabajo una
obra importante y rigurosa. Sigue la catedrática Flecha los
debates, las órdenes y contraórdenes, y documenta todos y cada uno
de los expedientes académicos y las Facultades en que se
matricularon.
El aumento de las
matriculadas de la década de 1900 a1910 se extiende a varias
universidades españolas, Madrid, Barcelona, Sevilla ( ubicada en
Cádiz) Valladolid, Salamanca o Santiago de Compostela. Hemos
hablado en otras entrada de alguna , así María Goyri, matriculada
como alumna libre en la Universidad Central en el curso 1991-92,
cuya trayectoria inicial sigue Consuelo Flecha. Goyri que asistirá como estudiante al congreso
Pedagógico de 1892, donde Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán
presentaron ponencias a favor de la educación femenina., será una
de las profesoras de la Institución Libre de enseñanza. De las 44
mujeres que se matricularon en las Universidades españolas antes de
finalizar el siglo, cita a las primeras Doctoras en Medicina, a las
mencionadas, Aleu y Massera, siguen Marina Castell, Dolores Leonard
y María Luisa Domingo. En 1893 se doctoran en Farmacia – Eloisa y
MºDolores Figueroa Martí, de la Habana- y de Filosofía y Letras
en 1891 Teresa de Andrés ; en 1892, Ángela Garrafa; 1894 Matilde
Padrós. Veinticinco obtuvieron antes de 1900 el título
de Licenciadas y fueron 33 las que se matriculan
Aconsejo a los lectores interesados buscar el texto que hoy comento ya que contiene información rigurosa, extensa, documentación y bibliografía.
Aconsejo a los lectores interesados buscar el texto que hoy comento ya que contiene información rigurosa, extensa, documentación y bibliografía.
En la primera
década del siglo XX, un número de 77 alumnas se van a incorporar a
la Universidad. En 1904 el pedagogo Bartolomé Cossío es nombrado
Catedrático de la Universidad Central en la asignatura de Pedagogía
Superior, nueva asignatura de Filosofía y Letras, cursando la
materia algunas alumnas que ya ejercían como maestras o profesoras
de la Escuela Superior de Magisterio y querían acceder a un título
universitario. Dos de las que después serán más con conocidas,
María de Maeztu, maestra en Bilbao, cursó la asignatura en la
Universidad de Salamanca, Gloria Giner en la de Barcelona. La
ampliación de estudios desde Magisterio a Pedagogía va a ser una
oportunidad.
Entre las
licenciadas en estas fechas, había una navarra, Juana Clotilde
Echevarría Madoz , la primera navarra que sepamos, nacida en Vera de
Bidasoa el 3, 6, 1884. Cursó la carrera de Farmacia en la
Universidad de Valladolid y obtuvo el título de Licenciada en
Farmacia en 1907.
Trabajo el que hoy
comento, exhaustivo y rigurosamente documentado, por académico. Y lo que es muy meritorio, por la dificultad
de documentarlo, los nombres de las universitarias, sus expedientes,
fecha y lugar de nacimiento, Institutos donde cursaron la Enseñanza
Media, notas académicas, Universidad donde se matricularon, Facultades donde estudiaron, fechas de matriculación y de fin de
carrera. Un relación documental de las cincuenta y tres mujeres que
lo lograron y veinte tres más que lo intentaron.
1910
El debate público
hizo que la sociedad más receptiva aceptase que las mujeres pudieran
cursar estudios superiores, se abría así una puerta para una
“minoría minoritaria” aún. Se aprueba la legislación que
permite que las mujeres cursen Enseñanza Superior en igualdad con
los hombres y que se incorporaran a la vida estudiantil acádémica
oficial de las Universidad española.
la de 8 de marzo y la de 2 de septiembre, publicadas en la Gaceta de Madrid el 9 de marzo y el 4 de septiembre de 1910
la de 8 de marzo y la de 2 de septiembre, publicadas en la Gaceta de Madrid el 9 de marzo y el 4 de septiembre de 1
Este trabajo recoge a las
mujeres que estudiaron en las universidades antes de esa fecha. Mis conclusiones:
No existen muchos
datos comunes de aquellas mujeres universitarias con respecto al
lugar de nacimiento, ni profesiones paternas, cada mujer es su propio
caso, a veces las mujeres Doctoras en Medicina tiene padre médicos a
los que quieren imitar o heredar la consulta, aunque hay otros
dedicados al comercio o son terratenientes. Las hay nacidas en Madrid, Cataluña, Castilla, Andalucía, Baleares o Aragón, de grandes capitales y de provincias. Las numerosas
matriculadas en Farmacia tal vez lo hicieran porque para todas aquellas
mujeres universitarias era importante la posibilidad de hacer
compatible su carrera con su función de madre y de esposa, cosa que Farmacia les permitía. Muy
numerosas y conocidas son las que accedieron a Filosofía desde la
Pedagogía y el Magisterio Superior, en un momento político centrado en la enseñanza como
trasformación social. La educación de todas las capas sociales en España será primordial conforme va avanzando el siglo para un grupo de intelectuales influyentes alrededor de la Institución Libre de Enseñanza. Dato común en todas
ellas el tesón, la constancia y la habilidad para, sin
enfrentamientos, sortear los obstáculos. Comunes sufrieron las reticencias
académicas de los rectores y catedráticos; o las políticas y
jurídicas de hombres que, a pesar de su altura social, o
precisamente por ello, temían el cambio. Y característica común, entiendo, la
defensa a ultranza de sus familias, en este caso de los padres, que
lucharon con sus hijas y por ellas ante instancias superiores para
conseguir que consiguieran lo que entendían les
correspondía: La excelencia académica y la profesionalización del
trabajo. Las mujeres que estudiaron lo hicieron no como un lujo, sino
para ejercer la profesión, ya que buscaron la instrucción como
mejora social y personal y ampliación de su espacio
¿Estaba todo
conseguido? Creo que no. Es opinión mía que hay en la Historia, y
hubo en el siglo XX, sus avances y retrocesos. Avances desde esa
fecha hasta 1931, época de las tres primeras Licenciadas en Derecho de la República, Victoria
Kent, Clara Campoamor y Matilde Huici. Es 1936, fecha de las
Licenciada en Arquitectura, Matilde Ucelay. Retrocesos legales,
sociales y políticos se dieron a partir de 1939 que no impidieron, quizá ralentizaron,
el acceso de la mujer a la Universidad, aunque sí cerraron ciertas carreras u
oposiciones. Poco a poco las universitarias se hicieron numerosas en toda España.
1975.
Avances masivos, como alumnas y como docentes, Catedráticas, y Decanas. Pero sigue la lucha, no todas pudieron alcanzar lo merecido, sigue todavía siendo minoritaria la mujer en puestos de responsabilidad académica, por ejemplo Rectorados de Universidad.
Las mujeres casadas de la posguerra, que, aun siendo universitarias, nos vimos en cierto momento aconsejadas o socialmente condicionadas por volver a ser “angélicas”, tropezamos- es mi caso- con la misma dureza competitiva y tozuda de aquellos catedráticos o políticos o intelectuales decimonónicos del siglo XIX, que en pleno siglo XX nos seguían queriendo con la pata quebrada y en casa.¿Cuestión de pérdida de estatus masculino? ¿Miedo profesional? ¿Para qué querrá el doctorado una mujer casada y con hijos?
Pero todo eso merece un estudio que, entiendo, aún no está hecho.
1975.
Avances masivos, como alumnas y como docentes, Catedráticas, y Decanas. Pero sigue la lucha, no todas pudieron alcanzar lo merecido, sigue todavía siendo minoritaria la mujer en puestos de responsabilidad académica, por ejemplo Rectorados de Universidad.
Las mujeres casadas de la posguerra, que, aun siendo universitarias, nos vimos en cierto momento aconsejadas o socialmente condicionadas por volver a ser “angélicas”, tropezamos- es mi caso- con la misma dureza competitiva y tozuda de aquellos catedráticos o políticos o intelectuales decimonónicos del siglo XIX, que en pleno siglo XX nos seguían queriendo con la pata quebrada y en casa.¿Cuestión de pérdida de estatus masculino? ¿Miedo profesional? ¿Para qué querrá el doctorado una mujer casada y con hijos?
Pero todo eso merece un estudio que, entiendo, aún no está hecho.
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Buen análisis
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias, Juan. La verdad es que me hubiera gustado que mis conclusiones fueran más largas que lo que he dicho. Poco ha cambiado en gentes que minusvaloran( o mejor dicho, temen) el trabajo de una mujer, aunque se auniversitaria, o precisamente porque lo es y, aunque lo sepan, prefieren que
ResponderEliminaren su currículum que ellos escriben poner " mucha cultura" en vez de reconocer que es una Licenciada. Falta de rigor académico, que es lo menos que puede pedirse a un Catedrático de Universidad. Pedir que caundo se juzgue, en este caso a mi, el currículum sea riguroso, no es ser pedante ni creída ni fatua ni pretenciosa, es querer ser valorada con las mismas normas que se juzga a los demás: las objetivas