María Roswtworowski de Díaz Canero
IEP, Instituto de Estudios Peruano, 1ª edición, Perú, 1989, Serie Historia andina 14, resultado del proyecto “Subordinación y complementariedad: Relación de hombres y mujeres en los Andes”, financiado por la Fundación Ford
El viaje de Francisca Pizarro
Cuando Francisca parte para España, es obligada a vender
precipitadamente parte de la inmensa fortuna heredada de su padre, herencia que
Sara Beatriz Guardia en su estudio define como “casas, minas, huertos,
ingenios, ganado, navíos, repartimientos en Huailas, Lima, Chuquitanta,
Atabillos,, Haura y Yucay”.
Sus rentas habían disminuido y parte de su patrimonio desaparecido. El capital
fue utilizado por su tutor Gonzalo Pizarro para sus luchas encomendera y por sus
otros tutores, Vaca de Castro, enviado por el rey para poner orden entre
Pizarro y Almagro, que se ha adjudicó a sí mismo y distribuyó entre sus
partidarios encomiendas; y el inquisidor La Gasca, que jugó
en su provecho e instó la Corona para que alejara de Perú a los Pizarro y así
evitar que su poder se afianzara con los herederos. Por real Cédula del 11,
marzo de 1550 a instancias de La Gasca se había ordenado del traslado a España
de Francisca Pizarro, dándole solo unos días para su desplazamiento. Como
dijimos en una entrada anterior, hizo testamento, dado los peligros de la
travesía y presentado ante la Real Audiencia de Lima, establecida desde 1543,
una solicitud para aplazar el viaje, la partida fue decidida el 15 de marzo de
1551. Acompañaban en la travesía sus hermanastros Francisco, hijo de Francisco
Pizarro y Doña Angelina; e Isabel, hija de Doña Inés Yupanqui y Francisco de
Ampuero; Catalina de la Cueva, aya de Dña. Francisca; Antón Martín, su paje y Juanillos su criado. Francisco de Ampuero era el responsable del viaje. Se le
entregaron 10´700 pesos de oro en 59 marcos y medio de plata marcada y tintada
y 13 658 marcos de plata. Cuentas aparte llevaba su medio hermano Francisco,
2000 pesos de oro. De todo ello debía rendir cuentas a Hernando Pizarro a su
llegada a España.
Antes de su marcha (1849) su tutor había donado cuatro solares
en nombre de Francisca para la iglesia de la Merced de Quito
Francisca sigue siendo
la mujer más rica del Perú Tenía gustos refinados y costosos, así pide a su
tutor Antonio Ribera que le envíe lo que había dejado en su casa, “una
colección de tapices de Flandes, una colección de imágenes, entre las que
destacan una Asunción de Alabastro, un Cristo con la Cruz, un Niño Jesús grande
y una imagen de bulto de Nuestra Señora, diecisiete cuadros flamencos, con sus
marcos de palo viejo, diecisiete. Como corresponde a la rica mestiza tapices
con motivos de boscaje y montería y otros objetos, no menos relevantes, joyas,
candelabros de plata, vajilla de plata blanca, sedas y terciopelos bordados de
oro, sillas de ataujía, arquetas con taracea-
El galeón se aprovisionó y los viajeros salieron del puerto
del Callao el 15 de marzo de 1551. Se preguntaba María Rostworowski si
comprendería Francisca ese destierro y cómo miraría por última vez la costa de
su tierra perulera o si se abriría ante ella la esperanza de ver la tierra
largamente descrita por sus parientes. En mi opinión, un viaje obligado no es
un viaje deseado. Tuvo que ser duro renunciar a lo conocido, por más que la
violencia hubiera acompañado su infancia y adolescencia. El mandato del rey de
España no dejaba opciones y, como dirá más tarde Francisca en alguno de los
juicios entablados, vino no
por voluntad propia, sino por obediencia al rey, así lo alega en documento
posterior que se incorpora al estudio. Por otra parte, sus rentas, como alegó
en la Real Audiencia de Lima, sufrirían perjuicio con su marcha.
La historiadora cuenta los pormenores de la travesía y sus escalas para
aprovisionare, por la dificultad de conservar los alimentos frescos. Conocemos los gastos, por la meticulosa contabilidad que llevaba
Francisco Ampuero, documento que incluye este estudio. Hicieron escala en
Panamá donde llegaron el dos de mayo y permanecieron hasta el 9 de junio y
donde el amor al lujo de doña Francisca compró sombreros, tela adamascada para
una camisola y cuatro pares de botines para su hermanastra Isabel- lo que
demuestra la buena sintonía con su hermanastra, más tarde puesta en tela de
juicio cuando Francisca lleve a Juicio a Ampuero y le achaque haber llevado de
viaje a España a su hija, por lo que, en mi opinión , la cicatería era más
propio de Hernando Pizarro que de Francisca. La ilustre mestiza dio limosnas a los
pobres y al convento de San Francisco y
en Lucar al convento de Nuestra Señora. Recalcamos los rasgos de su carácter a
los que aludíamos al hablar de su testamento: Aunque no tengamos cartas ni
documentos personales de Francisca podemos intuir que era religiosa,
caritativa, generosa y muy amante del lujo.
Se cambió de Galeón
para llegar a la Habana (6junio) se acondicionó con comodidades inhabituales como
correspondía a los ilustres hijos e Pizarro y se hicieron acopio de gallinas un
ternero, refrescos y frutas, vuelven a partir (9 julio) pasan por las Azores y
llegan a Santa Cruz de Barrameda seis meses después.
España
De Santa Cruz de Barrameda llegaron a Sevilla, era entonces
una ciudad de 50-000 habitantes, tenía un fuerte movimiento comercial. En
Sevilla Francisca compró paños. Sedas, joyas, bajilla de plata, candelabros,
platos, mostrando nuevamente su gusto por el lujo, lo mismo hizo su medio
hermano Francisco, todo anotado puntillosamente por Ampuero.
Al llegar a Sevilla recibió una misiva de Felipe II,
preguntándole donde quería vivir, Francisco de Ampuero pensaba situarla en
Trujillo con su tía Inés Rodríguez de Aguilar, pero le llegó la orden de
Hernando Pizarro de que se dirigiera a Medina del Campo. Hernando, tío de
Francisca, hermano de Francisco Pizarro era el cabeza de la saga y el único
Pizarro de los conquistadores vivo. Tenía 50 años-
Hernando Pizarro
Hermanastro de
Francisco Pizarro, fue hijo legítimo del hidalgo Gonzalo el Largo y de Isabel
Vargas, nacido posiblemente hacia 1503. Luchó al lado de su padre en la guerra
de Castilla contra Navarra y recibió el grado de
capitán de Infantería. Acompañó a su hermano Francisco en la conquista de Perú,
tomó parte activa en los sucesos de Cajamarca (1532) y fue el encargado de
traer el quinto del rescate de Atahualpa al rey, Carlo V (1533) por lo que
recibió la orden de caballero de Santiago. Actuó en las batallas por el dominio
de Cusco contra Manco II (1536) con el puesto de Teniente Gobernador y
posteriormente en la misma ciudad de Cusco contra Almagro, al que mandó dar
garrote (1538). Volvió a España (1539 para dar disculpas al rey por el
asesinato. La responsabilidad en la muerte de Almagro fue castigada; los
almagristas pudieron su muerte, pero sus triunfos en la conquista dieron a la Corona española riqueza y esplendor, por lo que fue condenado con el destierro
a África, y más tarde fue conmutada la pena, por lo que cumplió reclusión en
(1540) Madrid y en el Castillo de la Mota (1543-61) La reclusión
no impedía que viviera con el lujo que correspondía a su inmensa fortuna y que
tuviera una extensa red de contactos en el exterior. Hernando Pizarro disponía
de servidores y redes que incrementaban sus empresas en Perú,
gestionaban su patrimonio, explotaban sus minas. Muy hábil comerciante, emprendía
negocios nuevos y se defendía con abogados de los pleitos de la hacienda real, de
sus numerosos enemigos y de la codicia de los nuevos administradores de las
Indias. Como negociador era duro y prepotente; se le culpabilizaba de la falta
de tacto en sus luchas con Manco II lo que había prolongado la guerra y aumentado la pérdida de
vidas; se le achacaba impiedad en el trato con Almagro y se le responsabilizaba de
su muerte.
Loskhart, en su libro Los de Cajamarca (1986) dice la
historiadora que consideraba que Hernando tenía la categoría militar más alta
de los hombres que participaron en la conquista y que gozó en Perú de una
situación privilegiada por la superioridad de su nacimiento y por pertenecer a
otra clase social. Valiente, arriesgado y altivo lo define obsesionado por la
riqueza. Hernando, por ser culto e
hidalgo, tenía predicamento con su hermano Francisco y sabía ejercer el mando tanto en la lucha como en la sociedad. Le juzga duramente y afirma que sus intereses
siempre fueron enriquecerse y volver a España. Hernando en el Castillo de la Mota, gestiona bienes, pleitea y se hace con los bienes de las herencias de sus hermanos en el
Nuevo mundo; incrementaba su herencia con los bienes de sus hermanos Gonzalo
y Juan y con un pequeño patrimonio del mayorazgo de su padre Gonzalo el Largo.
La boda con su sobrina le permitiría controlar y aconsejar a su esposa
Francisca Pizarro en la administración
de la herencia de su padre
En una entrada
anterior hemos hablado de su vida amorosa y de la descendencia habida con una
joven y bella de la nobleza de Medina del Campo que estaba a su servicio,
Isabel Mercado, a la que aleja al llegar a España Francisca Pizarro Yupanqui.
Entendemos que tal vez en su matrimonio con su sobrina primó el interés, aunque
resulto ser un matrimonio muy sólido
El matrimonio. Francisca
La boda con Hernando Pizarro (1952), entiendo, pudo ser una
“razón de estirpe”. Se casaron en Medina del Campo. No se sabe la fecha exacta de su matrimonio, los historiadores coinciden que fue a mediados de 1552. Existe un documento de Francisca fechado en marzo, en el que no figura todavía desposada, y otro relativo al mes de noviembre en que figura como esposa de Hernando, la boda pudo ser entre esos meses
Se pregunta María Rostworowski si se sentiría defraudada al
llegar al Castillo de la Mota; si no hubiera preferido otro destino su juventud
en lugar de la reclusión con Hernando. En mi opinión,
Trujillo, con 1300 habitantes no debía ser muy atractivo para una joven venida
de Lima, una gran ciudad, con movimiento comercial y más libertad de costumbres
que Extremadura. Por otra parte, hubiera sido impensable en España que una
joven soltera de 18 años mantuviera casa propia en Sevilla, en Madrid o en Valladolid.
Tampoco tenía arraigo, ni amigos, ni conocidos en España. Hernando Pizarro era
hidalgo y caballero de Santiago, inteligente, ambicioso combativo y buen
administrador; lugarteniente del padre de Francisca, albacea de su testamento y
heredero, si sus hijos morían. Poseía
cultura, riqueza y gusto, como Francisca, por el lujo; como dato de ello un
historiador apunta que había encargado traer de Flandes perros de raza y un
órgano. Tenía la capacidad de gestionar la inmensa fortuna de Francisca y
recuperar la que les estaba siendo arrebatada a las
antiguas clases dirigentes que representaban los Pizarro por la nueva burocracia de la administración española.
No debió ser la edad tampoco problema; Hernando tenía cincuenta años, ella dieciocho. Los padres de Francisca y los conquistadores españoles en Nueva
Castilla se habían casado con mujeres mucho más jóvenes. Tampoco viviría en una
prisión, el Castillo de la Mota no resultaba ser una prisión al uso, pues
Hernando no se recluyó en la torre, paseaba por todo el castillo, no estaba
aislado y vivía con el lujo proporcionado por su fortuna. Francisca venía de
una situación peligrosa, tal vez buscó seguridad. En mi
opinión, Francisca eligió y, porque los matrimonios entre principales en el siglo
XVI eran más de conveniencia que de amor, su matrimonio convenía a ambos para que la defensa de las propiedades se quedaran como patrimonio de los Pizarro. Todo
indica que fue un matrimonio consolidado y avenido. y vivieron como
matrimonio en el Castillo de la Mota desde finales de 1552 a 1561, año en que, cumplida la pena. se trasladaron a las Zarzas.
Los juicios entablados para salvaguardar el patrimonio de
Francisca se iniciaron desde la llegada a España. El primer juicio fue contra Francisco
de Ampuero, que reclamó los gastos del viaje apelando que se le debían por su
servicio. El documento está fechado en Medina
de Campo el 18 junio de 1552. Francisca da poder a Sebastián Rodríguez, para
que pleitee en su nombre. Ignoramos si por esas fechas ya estaría desposada con
Hernando, o simplemente aconsejada. Son documentos duros, y hay varias
apelaciones en las que se llaga a afirmar que Ampuero había venido por voluntad
propia, para atender sus negocios en España y para traer consigo a su hija Isabel.
Sorprende la beligerancia de la argumentación, ya que sabemos que Francisca
parecía llevarse bien con Isabel, a la que compró en el viaje cuatro pares de
botines, siendo además hermanastra suya por parte de madre. La audiencia dio la
razón a Francisca y queda obligado Ampuero a pagar gastos.
Se ha publicado documentación por la que se
sabe que para 1553 Francisca había recuperado en gran parte el capital perdido,
aunque el patrimonio será discutido a lo largo de muchos años. Los juicios se
sucederían, en España y Perú, llegando a mantener uno contra Antonio de Ribera,
esposo de Inés Muñoz, por mala administración. Hernando, a la vez que la
desposaba asumía la administración. Los juicios en defensa del patrimonio
fueron innumerables, unas veces entablados por ellos y otras por la Corona, la
nueva administración de Perú, los oydores o los que querían hacerse con las
encomiendas. Se suceden los cambios de apoderados y administradores, aunque las
rentas que llegaban desde Perú eran cuantiosas, a veces eran secuestradas por
la Corona y la Real Hacienda. Hernando, de acuerdo con Francisca, fue poniendo
personas de su confianza.
Con respecto a su vida matrimonial, los historiadores hablan
de su buena avenencia. Tuvieron cinco hijos Francisco, Juan, Gonzalo, Inés e
Isabel. Murieron Gonzalo e Isabel, bajo la atención de su madre Francisca, vivieron Francisco, Juan e Inés y dos hermanastros habidos de la primera compañera de Hernando, Mercedes
Mercado.
Hernando hizo testamento en 1557,
cinco
años después de su matrimonio por sufrir una enfermedad grave. Esteban Mira Caballos estudia el testamento y nos
hace notar, por el número de servidores que cita el testamento a los que
deja legados, que al matrimonio le acompañaba una corte principesca. Reseñamos que se fía de su esposa como administradora; cita a Francisco y Francisca, hijos de Mercedes Mercado que estaban vivos en esa fecha, y a los que lega 4000 ducados, pero la herencia que les adjudica está condicionada
a que obedezcan en todo a Francisca Pizarro, si no lo hicieren y salieren de su
protección serían desheredados. Reconoce a Francisca sus bienes propios, la hace albacea de los suyos y le pide que administre los 8.000 ducados
y, si es posible, los incremente. En este testamento, que no es el definitivo,
es notable la consideración y afecto de Hernando a Francisca. Su vida
matrimonial debió ser buena, condicionada por la muerte de dos de sus hijos que murieron de niños y se sabe que dos hijos fueron enterrados en la
Iglesia de San Andrés de Medina del Campo.
Hernando no debió llevarse bien con
su hijo mayor, Francisco, la historiadora recoge la opinión de Muñoz San Pedro
(1950) que afirma que surgieron desavenencias entre el primogénito, Francisco y
Hernando. Intuye Rostwwski que la causa pudo
ser el carácter dominante de Hernando. Por el contrario, Francisco se llevó muy
bien con su madre y acabó siendo el heredero principal. Hay documentadas opiniones de las personas que trataron a
Hernando, pero no las hay de Francisca. Pensamos que todos los riesgos corridos
y la educación y el ejemplo de su cuidadora Inés Muñoz, que fue protectora de los
hijos de Pizarro, que fue una de las mujeres españolas más valientes. La vida con Inés Muñoz harían a Francisca una mujer de carácter, así lo demostró en
la tenacidad en reclamar lo que era suyo, en reivindicar que el título de Marqués que el
rey le concedió a su padre se hiciera
efectivo; en su apoyo a Gonzalo Pizarro a pesar de que este cayera en
desgracia, y en la actitud tomada tras la muerte de su marido, como
veremos más adelante. Pero todo lo que digamos del carácter de Francisca será imaginación, deducción, pura elucubración no documentada. Raúl Porras Barrenechea,
diplomático e historiador peruano, la considera poseedora de las cualidades de las mujeres andinas, sumisas y silenciosas. De opinión contraria es la novelista extremeña Carmen
Sánchez Risco.
La Zarza y Trujillo.
Hernando Pizarro sale de su cautiverio el 17 de mayo 1561y se
instala en la Zarza con toda su familia. En 1566 muchas de sus posesiones y las
de su mujer han sido confiscadas. En Perú se ha consolidado una nueva clase
política y una nueva organización burocrática por lo que los conquistadores
han sido desplazados y no tienen poder político. Hernando y Francisca dan un
poder a Antonio de Figueroa, y se irán replegando y vendiendo sus posesiones en
Cuzco, Lima y Arequipa a favor de inversiones en España y en Trujillo. Desde el año siguiente a su salida de el Castillo de la Mota, inician la construcción de un palacio en Trujillo y gastan
parte de lo recaudado por Francisca para construir el palacio renacentista donde vivirán El Palacio de la Conquista. Está Situado en la plaza Mayor de Trujillo, ampliando la misma casa donde estuvo la de Gonzalo el Largo, padre de los Pizarro,
Entiendo que el palacio de la Conquista es una ostentación de sus orígenes donde Francisca hace gala de su orgullo
mestizo. Esta edificado en sillería de granito y en su intercolumnio destacan
los bustos de Hernando Pizarro, el conquistador e Inés Huaylas,. la princesa inca, sus padres. Y los bustos de Hernando Pizarro y el suyo, Francisca Pizarro
Yupanqui muestra el orgullo inca del que no reniega. Pensamos también que es una reivindicación del amor a su madre, puesto en duda por algunos historiadores. Es significativo porque el palacio se terminó después de la muerte de
Hernando, puede responsabilizarse al gusto de Francisca. El emblema de los
Pizarro está coronado por el escudo de armas que Carlos V concedió a Francisco Pizarro y
motivos alegóricos a la conquista del Perú. Una exhibición de nobleza y
poderío. Entiendo que es la escritura en piedra que escribe Francisca, su testimonio
de orgullo, gusto, lujo, cultura, conocimiento de la estética renacentista y amor
a su saga.
Francisca y Hernando decidieron establecer el mayorazgo de los
Pizarro con sus bienes en España y, por el privilegio de ser hija del marqués conquistador de Tahuantisuyo, el rey le otorgó una cédula en 1571, y otra
cédula a Hernando en 1577, autorizando unir su mayorazgo con el de su mujer. Un año después Hernando redactó el testamento, que no he encontrado. Quedaban como herederos su hijo Juan, que desplazaba a Francisco, y en el caso
que este muriera sin descendientes legítimo sería heredero Francisco y después Inés, a la que dejaba 12.000 ducados para su dote. Ingentes cantidades de dinero lega para construir una iglesia en Trujillo dedicada a
Nuestra Señora de la Concepción.
Segunda boda de doña Francisca
Tras la muerte de Hernando
Pizarro el 30 de agosto de 1578, Francisca Pizarro se vuelve a casar el 30 de diciembre
de 1581 en la parroquia de Santa María de Trujillo con Pedro Arias Portocarrero, hijo de los segundos condes de Puñonrostro, que , para más sorpresa, su
marido era hermano de la mujer de su hijo Francisco. Todos los historiadores
están de acuerdo en que no era lo esperado, que una mujer de su condición se
hubiera vestido de negro y recluido en casa alejado del trato social, que es lo
que se hacía en España. Pero Francisca tenía sangre inca, opimo, y las princesas incas
no se recluían, volvían a renacer y a casarse. Así lo hizo su madre, Inés Huaylas; y la mujer de su padre, doña Angelina que se casó tres veces; y la española Inés
Muñoz, su cuidadora. Francisca Pizarro había vivido 18 años en Perú y ni la
vida ni la muerte era en las Indias tan dramática como la española. Tampoco debió de serle extraño el parentesco de hermandad con su nuera,
ya que los soberanos incas se casaban entre hermanos. Existía además una ley, que ignoramos si regía para una mestiza en España, de que una viuda de español en las Indias debería casarse al año de enviudar, so pena de perder sus derechos y encomiendas. Creo que el tema de ese segundo matrimonio debería de investigarse, pues, si regía para Francisca, eso y no otra cosa, explicaría la premura en cambiar de estado.
Se marchó el matrimonio a
vivir a Madrid, compraron un palacete en la calle Príncipe y otra casa para sus
suegros en la calle Relatores, hasta que fueran restituidos en su Condado, pues los Arias Dávila litigaban por el título de Conde.
Durante su estancia en Madrid el nuevo matrimonio vivió una vida cortesana de lujo, pero no dicen
los historiadores en que consistía ni a quien frecuentaba, ni si también pagaron los gastos de los Puñonrostro. Gastaron o
dilapidaron gran parte del capital, vendiendo propiedades.
No se olvida Francisca de Trujillo funda en
1594 el convento de la Merced en Trujillo (Archivo Histórico de Protocolos de
Madrid).
Francisca Pizarro fallecía en
Madrid en la calle del Príncipe el 30 de mayo de 1598. No he conseguido leer el
segundo testamento, lo que he leído me parece ajeno a aquel sensato primer testamento
que redactó en Lima. No puedo entenderlo, no solamente por las inmensas joyas,
y propiedades y una renta de 2000 ducados al año que deja a su marido, mientras no
fuera restituido s condado- ya que al no tener hijos irían a pasar a la familia
Portocarrero- sino porque perjudicaba a su hijo Francisco, que si era su
sucesor y que sí tenía descendencia.
¿Le cegaban los títulos españoles, ya que
apelaba a la restitución del condado? ¿Fue
una propuesta de su joven marido? ¿Estaba enamorada? ¿Había sido muy feliz y lo
premiaba? Lucidez, amor o senilidad, dejaba
como albacea a sus suegros, Pedro Portocarrero y Juana de Castro, los cuales
podían vender y enajenar bienes. Omite el estudio el seguimiento, pero en mi
opinión, seguramente lo harían los Portocarrero a su favor, y harían inútiles los tenaces
esfuerzos de Hernando Pizarro de agrupar los bienes para legar y ennoblecer a su descendencia legítima.
Sé que esta entrada no es crítica
literaria ni histórica, ninguno de los dat0s son investigación mía, tal vez intente una interpretación buscando datos rigurosos pero deduciendo,
elucubrando, suponiendo, intentando desentrañar cómo era y qué fue de la primera mestiza ilustre que vino a España. Tal vez sea poco serio, es curiosidad por mi parte. Decía María Rostworowski en una entrevista
que le hubiera gustado saber cómo le había ido a Francisca en este segundo matrimonio, si fue feliz. A mí, también.
José Antonio Ramos Rubio.
Doctor en Historia, Cronista Oficial de Trujillo El mecenazgo de Francisca Pizarro Yupanqui y su proyección en el
patrimonio arquitectónico de Trujillo (Extremadura)