martes, 30 de julio de 2024

ABEL JARNÉS, HERMANO DE BENJAMÍN JARNÉS


Abel Jarnés Millán, cuyos verso recoge la revista El Romero,  fue hijo decimosexto de Pedro Jarnés Aznar, sacristán de pueblo, sastre, aficionado a la poesía y escritor de romances, viudo que en primera nupcias  tuvo siete hijos, y en segunda se casó con Bernabea Millán Villagrasa, con la que tuvo otros 13.  Debió, Pedro Jarnés,  estar algún tiempo en Cascante regentando un comercio; mis informaciones familiares aseguran que vivía en la calle Mayor Alta y que estaba medio ciego. Abel Jarnés (Millán) colaborador habitual con poemas en la revista El Romero  fue su hijo,  hermano de Benjamín Jarnés, (Millán) escritor vanguardista de la generación del 27, crítico de arte de la Revista de Occidente. Mi duda es si la fecha en que su padre residió en Cascante se puede referir al primer matrimonio o al segundo, ya que es constancia de que tenía muchos hijos, pero también los tuvo en el primer matrimonio. Quizá el apego de Abel a Cascante me hace suponer que sería en esta segunda etapa matrimonial.

Aunque nada existía escrito en Cascante por Benjamín, el nombre bíblico de Abel, coincidía con el igualmente bíblico de Benjamín, la misma coincidencia tenían los apellidos Jarnés de ambos escritores; quise  indagar si existía relación familiar entre ellos.  Hallé la respuesta en  José Carlos Mainer, la biografía “Benjamín Jarnés”, publicada  en una colección de bolsillo por la Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza,  2000,

En la biografía  de Benjamín encontré los datos de Abel. Abel y Benjamín Jarnés Millán  fueron  hermanos de padre y madre, Benjamín era el  pequeño, Abel, el décimo sexto;  debió nacer hacia 1887, ignoro el lugar, tal vez en Codo. Benjamín en Codo, 1888. Abel estudió, como también en principio su hermano Benjamín, para militar no académico (chusquero) y como sargentos figuran ambos en una fotografía familiar que publicó Mainer en la citada biografía.

La escritura vanguardista de Benjamín Jarnés y su afamada carrera literaria no tenía nada que ver con los poemas de su hermano Abel, pero pensé que tal vez habían los dos correteado por las calles de Cascante. No habría vanguardia en los poemas de Abel, como sí los hubo en la `prosa  de su hermano pequeño, Benjamín Jarnés, novelista, narrador de cuentos y relatos breves, crítico literario cuya obra se encuadra con la vanguardia y la Generación del 27, colaborador de la revista de La Revista de Occidente de Ortega y Gasset y cuyo legado recoge hoy La Residencia de Estudiantes de Madrid.


Abel Jarnés dejó testimonio de su paso en Cascante con sus versos,  porque fue la suya una de las firmas más habituales en la revista El  Romero, vaya para él mi breve semblanza. Son sus poemas sencillos pero de buena factura para lo que recogía la revista, y ligeros en la poética de una revista local sin pretensiones literarias. Utilizaba los versos hexasílabos, heptasílabos, octosílabos o heterométricos, de rima asonante de buena factura. Son  habituales los de temática religiosa a la Virgen del Romero  y también  los poemas satíricos, de remedos del léxico y habla riberos, interesantes desde el punto de vista de la evolución del lenguaje ribero. Hay también algún poema que podría decirse “deshumanizado” y experimental. Desconozco si los poemas fueron recogidos en poemario propio. Hoy pueden encontrarse en los escasos ejemplares de la revista El Romero y  en la publicación del que fue párroco de Cascante, Juan Antonio Induráin  Anaut, :Recopilación de Poesías a la Virgen del Romero,  Tudela Imprenta Castillo, 2000.

Mi ignorancia sobre el personaje me hizo buscar algún dato en internet para documentar , aunque sea mínimamente, su biografía.  Publicista católico y cofundador de la Cofradía de la Virgen de Lourdes en Zaragoza en 1915 junto con el sacerdote Celso López. Influidos ambos hermanos por su por su hermano Pedro Jarnés, párroco de Olalla, ciudad que frecuentaban, Benjamín Jarnés escribió Mosé Pedro, una de sus novelas más conocidas  en 1924 . Ninguna noticia habla de la posible estancia de Abel en Cascante. ¿Qué fue de Abel Jarnés?  En la época que manda colaboraciones a la revista El Romero (1928-31)  residía en Zaragoza casado con Enriqueta Bergua; tenía dos hijos, Enrique y Milagrosa. Debió vivir parte de su vida adulta en Cascante, pues su hijo, Enrique Jarnés Bergua, quizá nació en la ciudad en 1919 y allí comulgó su hija Milagrosa pues lo  recoge la revista El Romero, aunque no dice donde. El nombre de la esposa de Benjamín Jarnés, Gregotia Bergua, nos hace suponer que pudieron ser hermanas Gregoria y Enriqueta, lo que estrecharía relaciones familiares. Pese a sus distintas posturas en la Guerra civil, Abel en las tropas franquistas, los hermanos tuvieron buenas relaciones ya que será Enrique, hijo de Abel, el que herede el legado literario de su tío Benjamín Jarnés ; Benjamín no tuvo hijos.  Tras la guerra, se exilió a Méjico, y volvió a Madrid para morir en 1949

 Vaya mi recuerdo para Abel con dos de sus poemas:

 

                        AGUZANIEVE

 

                    Ya salió el aguzanieve                                

                    del pantano                                                    

                    a recorrer, tras la yunta,                                

                    acercándose al arado,                                    

                    toda la tierra movida                                      

                    en el campo..                                              

                    He vuelto a ver su plumaje                            

                    Ceniciento, negro y blanco..                         

                    En mi otoño                                                 

                    Vuelvo a admirar sus encantos.                   

                    Ella es aquel pajarillo                                    

                    que me hundía en el engaño                         

                    cuando creía cogerla

                    y se me iba, volando,

                    cuando la tenía casi

                    en la mano…

                   Oh, ya se pasó mi infancia

                      y  ese pájaro

                     ceniciento

                    negro y blanco,

                    recorriendo 

                    sigue el campo

                    en los surcos

                    prolongados

                  que parece que señalan

                   las sendas de mi pasado..

                    Ya salió el aguzanieve

                  del pantano…

                                (El Romero n.º 41, 1 Marzo 1924 p. 4)

 

 

CRECERAN LOS PINOS

 

 

Yo soñé una tarde                              Mi ensueño fue breve

que  iba a la Basílica.                         Voló más arriba…

Fue un ensueño dulce

Llama fugitiva…                              

                                                           Aún no están los pinos

Cruzaban el monte                             como yo quería

linderas muy lindas                            Tan altos, tan ágiles

de frondosos pinos                             como los veía.

ya llenos de vida…                            Aún no son sus ramas

Eran altos, ágiles                                el arpa divina.

sus copas hendían                              Sólo, a la Señora

el aire tan diáfano                              mis labios musitan

de la amada cima.                              aquella plegaria

De los claros bronces                         por Ella tañida.

la voz descendía                                Más ya vendrá el tiempo

buscando en mi pecho                       en que hileras vivas

resonancias íntimas…                        escalen el monte

De los verdes pinos                            las laderas pinas

que el viento mecía,                           bordeen la senda

llegaban al alma                                 suban hasta arriba

las fragancias místicas.                      y, allí, recen siempre

Eran negras palmas                            la plegaria mía.

sus copas erguidas.                            Volveré, y los pinos

De sus ramas, arpa                             hoy tan tiernos, liras

Sonora, fluían                                    serán ya, robustas,

Los filiales ecos                                 de plegarias místicas,

de un AVE MARÍA                           pebeteros verdes

de esencias magníficas…

Y mi ensueño dulce

                                                          tendrá entonces vida.

 

El Romero, n.º 54, 14 septiembre 1924, p. 9