Aunque nada existía escrito en Cascante por Benjamín, el nombre bíblico de Abel, coincidía con el igualmente bíblico de Benjamín, la misma coincidencia tenían los apellidos Jarnés de ambos escritores; quise indagar si existía relación familiar entre ellos. Hallé la respuesta en José Carlos Mainer, la biografía “Benjamín Jarnés”, publicada en una colección de bolsillo por la Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 2000,
En la biografía de Benjamín encontré los datos de Abel. Abel y Benjamín Jarnés Millán fueron hermanos de padre y madre, Benjamín era el pequeño, Abel, el décimo sexto; debió nacer hacia 1887, ignoro el lugar, tal vez en Codo. Benjamín en Codo, 1888. Abel estudió, como también en principio su hermano Benjamín, para militar no académico (chusquero) y como sargentos figuran ambos en una fotografía familiar que publicó Mainer en la citada biografía.
La escritura vanguardista de Benjamín Jarnés y su afamada carrera literaria no tenía nada que ver con los poemas de su hermano Abel, pero pensé que tal vez habían los dos correteado por las calles de Cascante. No habría vanguardia en los poemas de Abel, como sí los hubo en la `prosa de su hermano pequeño, Benjamín Jarnés, novelista, narrador de cuentos y relatos breves, crítico literario cuya obra se encuadra con la vanguardia y la Generación del 27, colaborador de la revista de La Revista de Occidente de Ortega y Gasset y cuyo legado recoge hoy La Residencia de Estudiantes de Madrid.
Abel Jarnés dejó testimonio de su paso en Cascante con sus versos, porque fue la suya una de las firmas más habituales en la revista El Romero, vaya para él mi breve semblanza. Son sus poemas sencillos pero de buena factura para lo que recogía la revista, y ligeros en la poética de una revista local sin pretensiones literarias. Utilizaba los versos hexasílabos, heptasílabos, octosílabos o heterométricos, de rima asonante de buena factura. Son habituales los de temática religiosa a la Virgen del Romero y también los poemas satíricos, de remedos del léxico y habla riberos, interesantes desde el punto de vista de la evolución del lenguaje ribero. Hay también algún poema que podría decirse “deshumanizado” y experimental. Desconozco si los poemas fueron recogidos en poemario propio. Hoy pueden encontrarse en los escasos ejemplares de la revista El Romero y en la publicación del que fue párroco de Cascante, Juan Antonio Induráin Anaut, :Recopilación de Poesías a la Virgen del Romero, Tudela Imprenta Castillo, 2000.
Mi ignorancia sobre el personaje me hizo buscar algún dato en internet para documentar , aunque sea mínimamente, su biografía. Publicista católico y cofundador de la Cofradía de la Virgen de Lourdes en Zaragoza en 1915 junto con el sacerdote Celso López. Influidos ambos hermanos por su por su hermano Pedro Jarnés, párroco de Olalla, ciudad que frecuentaban, Benjamín Jarnés escribió Mosé Pedro, una de sus novelas más conocidas en 1924 . Ninguna noticia habla de la posible estancia de Abel en Cascante. ¿Qué fue de Abel Jarnés? En la época que manda colaboraciones a la revista El Romero (1928-31) residía en Zaragoza casado con Enriqueta Bergua; tenía dos hijos, Enrique y Milagrosa. Debió vivir parte de su vida adulta en Cascante, pues su hijo, Enrique Jarnés Bergua, quizá nació en la ciudad en 1919 y allí comulgó su hija Milagrosa pues lo recoge la revista El Romero, aunque no dice donde. El nombre de la esposa de Benjamín Jarnés, Gregotia Bergua, nos hace suponer que pudieron ser hermanas Gregoria y Enriqueta, lo que estrecharía relaciones familiares. Pese a sus distintas posturas en la Guerra civil, Abel en las tropas franquistas, los hermanos tuvieron buenas relaciones ya que será Enrique, hijo de Abel, el que herede el legado literario de su tío Benjamín Jarnés ; Benjamín no tuvo hijos. Tras la guerra, se exilió a Méjico, y volvió a Madrid para morir en 1949
Vaya mi recuerdo para Abel con dos de sus poemas:
AGUZANIEVE
Ya salió el aguzanieve
del pantano
a recorrer, tras la yunta,
acercándose al arado,
toda la tierra movida
en el campo..
He vuelto a ver su plumaje
Ceniciento, negro y blanco..
En mi otoño
Vuelvo a admirar sus encantos.
Ella es aquel pajarillo
que me hundía en el engaño
cuando creía cogerla
y se me iba, volando,
cuando la tenía casi
en la mano…
Oh, ya se pasó mi infancia
y ese pájaro
ceniciento
negro y blanco,
las sendas de mi pasado..
Ya salió el aguzanieve
(El Romero n.º 41, 1 Marzo 1924 p. 4)
CRECERAN LOS
PINOS
Yo soñé una tarde Mi
ensueño fue breve
que iba a la
Basílica. Voló más
arriba…
Fue un ensueño dulce
Llama fugitiva…
Aún
no están los pinos
Cruzaban el monte como
yo quería
linderas muy lindas Tan
altos, tan ágiles
de frondosos pinos como
los veía.
ya llenos de vida… Aún
no son sus ramas
Eran altos, ágiles el
arpa divina.
sus copas hendían Sólo,
a la Señora
el aire tan diáfano mis
labios musitan
de la amada cima. aquella
plegaria
De los claros bronces por
Ella tañida.
la voz descendía Más
ya vendrá el tiempo
buscando en mi pecho en
que hileras vivas
resonancias íntimas… escalen
el monte
De los verdes pinos las
laderas pinas
que el viento mecía, bordeen
la senda
llegaban al alma suban
hasta arriba
las fragancias místicas. y,
allí, recen siempre
Eran negras palmas la
plegaria mía.
sus copas erguidas. Volveré,
y los pinos
De sus ramas, arpa hoy
tan tiernos, liras
Sonora, fluían serán
ya, robustas,
Los filiales ecos de
plegarias místicas,
de un AVE MARÍA pebeteros
verdes
de esencias
magníficas…
Y mi ensueño
dulce
tendrá entonces vida.
El Romero, n.º 54, 14 septiembre 1924, p. 9